El escritor ubicuo
El escritor mexicano, que ha convertido la cr¨®nica en un g¨¦nero monumental, ha obtenido el galard¨®n latinoamericano m¨¢s prestigioso.
En la p¨¢gina web que se le dedica, a Carlos Monsiv¨¢is -escritor mexicano de 68 a?os- se le apoda el "ubicuo", quiz¨¢ por la movilidad de sus intereses. Multifac¨¦tico hasta el descuido que le lleva a prodigarse en declaraciones al paso y productos ef¨ªmeros jam¨¢s recogidos en libro, es due?o de una obra tan ¨ªntegra como dispersa. La diversa actualidad le tienta con sus repentinas caras para alejarle de ese uso de la s¨ªntesis que es la novela, de igual modo que su pasi¨®n por lo inmediato le disuade de toda fabulaci¨®n. Como Borges escribi¨® s¨®lo cuentos, Monsiv¨¢is es un exclusivo cronista: el m¨¢s incisivo, inteligente y feliz que ha dado M¨¦xico, abundante en mentores de lo cotidiano. ?l ha hecho de la cr¨®nica un genero monumental y una particular metaf¨ªsica, la de la atenci¨®n aristot¨¦lica y cuidadosa por lo menor que nos ocurre. Si no fuera por su arrojo, nadie detallar¨ªa con respeto, sagacidad y olfato las oscuras trampas de aquella realidad desequilibrada.
Implicado en la t¨®pica de la representaci¨®n nacional, Monsiv¨¢is escribe de M¨¦xico como de un pa¨ªs que fueran mil, un territorio transitorio de imposible homologaci¨®n a lugares comunes.
El ejercicio del ensayo, que Monsiv¨¢is desarticula para siempre, se ampl¨ªa con nuevos matices y lenguajes. Nadie como ¨¦l ha sido capaz de escuchar los cientos de giros ling¨¹¨ªsticos de un pa¨ªs donde se habla "padr¨ªsimo", ni describir el apocalipsis del D. F., numerando todos sus "rituales del caos".
En un espacio donde las esferas civil y oficial no s¨®lo apenas coinciden, sino que manifiestan una b¨¦lica discordancia, el texto que recoge esa divergencia, por lealtad con ella, tiene que fragmentarse, en una ceremonia a su vez ca¨®tica, en una polifon¨ªa de las voces sin voz contra el discurso monol¨ªtico del poder. Por eso, la cr¨®nica de Monsiv¨¢is nunca es totalizadora, global o conclusiva. Por eso no admite una sola direcci¨®n ni un rostro.
Digna heredera del barroco novohispano que se pierde en la sabrosura compuesta del mole y del albur, sus referencias se diversifican hasta el desorden m¨¢s animado y Monsiv¨¢is no se para en barras: escribe sobre lucha libre, fotograf¨ªa y culebrones, danz¨®n, bolero y reinas de la belleza, ¨ªdolos populares, criminales enrejados, caricaturas, c¨®mics, rarezas para descomponer el retrato y hacer de la cr¨®nica una variante de la casu¨ªstica. Probablemente le habr¨ªa gustado redactar aquel apartado de sucesos de los viejos peri¨®dicos: el encarcelamiento de la Trevi, la justicia enmascarada de El Santo, los milagros del ni?o Fidencio son para Monsiv¨¢is materiales tan representativos como Chiapas, el ej¨¦rcito zapatista, Octavio Paz o el movimiento estudiantil del 68.
Y si otros pontificaron una expresi¨®n ¨²nica de lo mexicano en tanto laberinto de soledad autoimpuesta, Monsiv¨¢is predica el respeto a lo vario, lo disidente y no identificador, a la volubilidad imprevisible de una tierra que se modifica a cada rato.
Esta condici¨®n alterable hace que sus art¨ªculos tengan la estil¨ªstica urgente de un parte de guerra y sus ensayos operen desde el documento, antes que desde la especulaci¨®n, para incurrir en una nueva escritura, tambi¨¦n inclasificable, que algunos llaman "dial¨¦ctica testimonial" y otros, prosa en marcha, "collage vocal" o "enunciado democr¨¢tico".
A su coraje sin disminuciones le ayuda la desinhibici¨®n expresiva que una timidez enfermiza parece desmentir a primera vista: ha llegado a cotas de tal impudor que lo mismo aparece haciendo de s¨ª mismo en una telenovela como bautizando su columna con las declaraciones de un dirigente, para quien el pa¨ªs montaba un esc¨¢ndalo por tres muertos de nada.
Durante la ¨²ltima intervenci¨®n que le escuch¨¦ en Puerto Rico antes de las elecciones, lament¨® la inexistencia de una compacta izquierda y adelant¨® un diagn¨®stico, desoladamente prof¨¦tico. R¨¢pido, certero, implacable, se le ve¨ªa algo cansado f¨ªsicamente: en ¨¦l, en cambio, la agudeza ser¨¢ siempre infatigable y la lucidez, una forma de velocidad.
Esperanza L¨®pez Parada es cr¨ªtica literaria.
Babelia
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