La petrocracia de Hugo Ch¨¢vez
Hugo Ch¨¢vez, presidente democr¨¢ticamente elegido de Venezuela, parece camino de inaugurar un nuevo tipo de r¨¦gimen: la petrocracia. Un sistema lubricado por formidables y an¨®malos ingresos petroleros; legitimado por lo que el ex teniente coronel anticipa como una sucesi¨®n de victorias electorales sin fecha de caducidad conocida; coronado por una obra asistencial mucho m¨¢s que productiva -Santa Claus antes que Lenin- de las condiciones de vida de los desprivilegiados; y sustentado en una nueva clase, la boli-burgues¨ªa de inspiraci¨®n d¨ªcese que bolivariana, en alianza con la instituci¨®n castrense.
Si en las elecciones del 3 de diciembre revalida presidencia el antiguo militar, podr¨¢ desarrollar entonces el proyecto de fondo del chavismo, con su punto nodal en 2010, cuando se convoque un refer¨¦ndum para la reelecci¨®n sin fin y consecutiva del hombre-providencia; una presidencia basada en el sufragio universal de un pueblo con el que, como dice el social dem¨®crata regresado de la revoluci¨®n Teodoro Petkoff: "ha podido construir un enlace afectivo y emocional en un plano que se acerca a lo m¨¢gico-religioso". Y la prensa liberal-conservadora teme que una victoria en diciembre, sobre todo rotunda, anime a Ch¨¢vez a rapar las libertades de que goza Venezuela. La apuesta del presidente se basa en que, establecido progresivamente lo que llama "el socialismo del siglo XXI", las fuerzas del capitalismo ir¨¢n qued¨¢ndose sin fondos y sin fondo, sin c¨¢maras, trusts, redes bancarias, sin financiamiento, con lo que dejar¨¢n de ser un rival en las urnas.
Todo ello, sin embargo, es para despu¨¦s de 2010, porque las batallas de hoy son m¨¢s urgentes. Ch¨¢vez trabaja a la vez en dos elecciones: la de diciembre, para la que hace, quiz¨¢ hasta que sinceramente, de polic¨ªa bueno, cuando desaprueba la intenci¨®n del alcalde de Caracas, Juan Barreto, uno de los radicales de su partido, de expropiar dos campos de golf para edificar viviendas populares, haciendo con ello gala de respeto y pragmatismo ante la clase media; y otra, en octubre, de Venezuela al Consejo de Seguridad, para la que en procuraci¨®n de apoyos acaba de visitar Siria, Ir¨¢n, Malaisia, China y Angola. Caracas asegura que tiene ya m¨¢s de 100 votos de los 128 necesarios, pero Guatemala se ha lanzado tambi¨¦n al ruedo con el benepl¨¢cito de Washington para dividir el voto latinoamericano. Seguro que a Zapatero no le gustar¨ªa verse en la tesitura de tener que elegir.
Pero, adem¨¢s de coleccionar elecciones, Ch¨¢vez recluta seguidores. Agotada la aproximaci¨®n a Brasil, donde el presidente Lula aspira a cabeza de familia y no a consorte, y a Argentina, en nombre de la cual N¨¦stor Kirchner divaga cerca de Caracas por dinero, el l¨ªder social-bolivariano tiene por jugar la carta de La Habana. S¨®lo Ch¨¢vez est¨¢ en disposici¨®n de dar nueva vida al castrismo sin Castro, cuando se haga irrefutable que Fidel no es eterno. Un Ra¨²l Castro, hermano y sucesor sucinto de misterio, pero quiz¨¢ dispuesto a alguna evoluci¨®n del r¨¦gimen, ser¨ªa el l¨ªder ideal para que el venezolano lo sostuviera en el poder con una ayuda que mejorara visiblemente la suerte material de los cubanos. Ch¨¢vez heredar¨ªa, de una parte, el sitial votivo de la izquierda radical de ret¨®rica -no dogm¨¢tica, porque ?cu¨¢l es el dogma del ex militar?- hervor autoritario, anti-americanismo hasta la bronca, y pol¨ªticamente preconciliar; y de otra, la subordinaci¨®n genuflexa que Ch¨¢vez hoy le rinde al primer Castro se trocar¨ªa en reclutamiento efectivo de la Gran Antilla como cliente agradecido. Alguna convergencia entre los dos sistemas, el venezolano endureci¨¦ndose de utop¨ªa y el cubano abland¨¢ndose de realismo, dar¨ªan la ¨²ltima pincelada a lo que ya se llama castro-chavismo.
El precio astron¨®mico del crudo, el haraquiri del presidente Bush en Irak, y la necesidad de hacer urgentes reparaciones materiales en lo que se ha llamado esa improvisaci¨®n que es Venezuela, dan un gran margen de maniobra a Hugo Ch¨¢vez. Alguien que es respetuoso con la santer¨ªa como el l¨ªder bolivariano, podr¨ªa tomar por esencial lo contingente, y a la petrocracia como f¨®rmula ganadora del siglo XXI.
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