?D¨®nde est¨¢ Bin Laden?
Su popularidad y los equilibrios de poder en Pakist¨¢n han permitido al terrorista eludir el cerco
Desde el aire, las cumbres nevadas del Hindu Kush apenas dejan intuir el laberinto monta?oso que se esconde a sus pies. Esa regi¨®n del norte de Pakist¨¢n queda aislada del resto del pa¨ªs durante los casi cinco meses que dura el invierno. All¨ª, en alguna rec¨®ndita aldea del valle de Chitral se esconde desde hace cuatro a?os y medio Osama Bin Laden, el hombre al que tras el bombardeo de Afganist¨¢n, George W. Bush dijo que quer¨ªa "vivo o muerto", como en los carteles de las pel¨ªculas del Oeste. Sin embargo, las dificultades de acceso no bastan para explicar que el pa¨ªs m¨¢s poderoso del mundo no haya apresado a su enemigo n¨²mero uno.
La ¨²ltima vez que el Ej¨¦rcito estadounidense tuvo plenamente localizado a Bin Laden fue en diciembre de 2001, en las monta?as de Tora Bora, al este de Afganist¨¢n. Entonces, el terrorista logr¨® escapar al cerco. En declaraciones a la prensa norteamericana, ex agentes de la CIA que participaron en la operaci¨®n han atribuido aquel fracaso a la falta de suficientes hombres sobre el terreno. Curiosamente, el ¨²nico acceso practicable durante todo el a?o a Hindu Kush, donde las agencias de espionaje sit¨²an hoy al saud¨ª, es una ruta que sale de Yalalabad, en las proximidades de Tora Bora.
S¨®lo hay que darse un paseo por Peshawar o Rawalpindi para percibir la admiraci¨®n del paquistan¨ª de a pie por Osama
Bin Laden no vive en una cueva, sino quiz¨¢ en una casa del valle del Chitral, con su familia y no m¨¢s de dos guardaespaldas
En dos sitios a la vez
En los primeros meses tras su huida, los avistamientos de Bin Laden se convirtieron en una especie de moda capaz de colocarle en dos lugares geogr¨¢ficamente distantes pr¨¢cticamente al mismo tiempo. En 2003, la guerra contra Sadam Husein traslad¨® los focos a Irak, y las im¨¢genes del exc¨¦ntrico millonario fueron sustituidas por las del dictador iraqu¨ª. Fue durante ese a?o cuando los analistas de la CIA y de la inteligencia militar de EE UU llegaron a la conclusi¨®n de que el hombre que buscaban se hallaba en el distrito de Chitral.
As¨ª lo ha revelado Peter Bergen en un reciente documental de la CNN, Tras los pasos de Bin Laden. Este experto en terrorismo, que entrevist¨® al saud¨ª en 1997, asegura que quienes se encargaban de su seguimiento dedujeron que se escond¨ªa all¨ª tras estudiar un v¨ªdeo en el que se le ve¨ªa caminando por una zona monta?osa. Los ¨¢rboles que aparec¨ªan son particulares de esa regi¨®n. Adem¨¢s, seg¨²n sus fuentes, el tiempo que tardan sus grabaciones en llegar a la cadena de televisi¨®n Al Yazira tras un nuevo atentado resulta consistente con esa hip¨®tesis.
Bin Laden, que, de acuerdo con la misma versi¨®n, muy probablemente no vive en una cueva, sino en una casa, con su familia y no m¨¢s de dos guardaespaldas, utiliza para entregar sus v¨ªdeos una cadena humana de confianza. Ese sistema de correos es el responsable de la escasa informaci¨®n convencional que las agencias de espionaje occidentales han sido capaces de recabar sobre el terreno. El saud¨ª ha evitado desde el principio el uso de tel¨¦fonos o de Internet, lo que priva a los analistas de sus habituales fuentes de datos.
M¨¢s all¨¢ de esas deducciones, y tal vez otros pormenores que no se han dado a conocer, la mayor¨ªa de los observadores sobre el terreno, tanto diplom¨¢ticos como periodistas, coinciden en se?alar que se trata de una conclusi¨®n de mero sentido com¨²n. "Todos los dirigentes de Al Qaeda capturados desde el 11-S se hallaban en Pakist¨¢n", indica una fuente. Adem¨¢s, la organizaci¨®n tiene fuertes ra¨ªces en ese pa¨ªs, donde Bin Laden la cre¨® en 1988.
Bin Laden conoce bien Pakist¨¢n, es popular entre la poblaci¨®n past¨²n de las provincias de Baluchist¨¢n y de la frontera noroccidental. Ni siquiera los 27 millones de d¨®lares que EE UU ofrece por el hombre que encabeza su lista de los m¨¢s buscados (25 millones del Gobierno y otros 2 millones de la Asociaci¨®n de Pilotos) han servido de acicate para que alguien le traicione. Adem¨¢s, las tropas desplegadas por Estados Unidos en Afganist¨¢n bajo el paraguas de la Operaci¨®n Libertad Duradera no pueden cruzar la frontera.
El a?o pasado, el director de la CIA, Porter Goss, reconoci¨® a la revista estadounidense Time lo que ya era un secreto a voces. Preguntado sobre si ten¨ªa una idea aproximada de d¨®nde se encontraba Bin Laden, Goss respondi¨®: "Tengo una excelente idea de d¨®nde se encuentra. ?Cu¨¢l es la siguiente pregunta?". El responsable norteamericano no mencion¨® en ning¨²n momento la palabra Pakist¨¢n, pero este nombre estaba en el ambiente y hac¨ªa pocos d¨ªas que Zalmay Khalilzad, entonces embajador de EE UU en Kabul, hab¨ªa acusado a aquel pa¨ªs por en¨¦sima vez.
Blanco y en botella
Si est¨¢ tan claro, ?por qu¨¦ no se act¨²a contra ¨¦l? El propio Goss lo explicaba en la citada entrevista. "Cuando se aborda el dif¨ªcil asunto de los santuarios en Estados soberanos, se topa con el problema de nuestro sentido del deber internacional, el juego limpio", declaraba el director de la CIA. "Tenemos que encontrar una forma de trabajar en un mundo convencional con medios no convencionales que resulten aceptables para la comunidad internacional". Blanco y en botella.
Pakist¨¢n es, al menos sobre el papel, un aliado de Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo y ha desplegado a 80.000 soldados en las regiones fronterizas para dar captura a la c¨²pula de Al Qaeda. Al mismo tiempo, su presidente, el general Pervez Musharraf, que lleg¨® al poder en un golpe de Estado en 1999, carece de la legitimidad necesaria para llevar esos prop¨®sitos hasta el final, lo que en parte explica los modestos resultados de su campa?a, que no obstante ha costado varias decenas de bajas paquistan¨ªes.
Musharraf, que el a?o pr¨®ximo espera revalidar su mandato, no quiere alienar al ¨²nico grupo de la sociedad paquistan¨ª en el que encuentra apoyos. Actuar contra las comunidades tribales que protegen a Bin Laden le enfrentar¨ªa a amplios sectores del Ej¨¦rcito y de sus servicios de seguridad, que impulsaron la creaci¨®n del movimiento talib¨¢n. Sabe tambi¨¦n que el terrorista resulta m¨¢s popular en su pa¨ªs que cualquiera de los pol¨ªticos locales, incluido ¨¦l mismo. S¨®lo hay que darse un paseo por las calles de Peshawar, Rawalpindi e incluso Lahore para percibir la admiraci¨®n del paquistan¨ª de a pie por el hombre que ha sido capaz de plantar cara a la gran superpotencia.
Son esas simpat¨ªas las que hacen imposible que Musharraf pueda permitir una actuaci¨®n similar a la que las fuerzas estadounidenses llevan a cabo en el vecino Afganist¨¢n. Pondr¨ªa en peligro su r¨¦gimen y, con ¨¦l, la estabilidad de un pa¨ªs que tiene armas nucleares. Washington ha entendido los l¨ªmites del juego y hace tiempo que parece contentarse con que los paquistan¨ªes mantengan al terrorista arrinconado, aunque les moleste su peri¨®dica reaparici¨®n en las pantallas de Al Yazira.
Presencia inaceptable
Una an¨¦cdota da idea de la sensibilidad popular al respecto. El pasado mayo, un norteamericano lleg¨® a Chitral con dos furgonetas llenas de muebles para instalarse en una casa que la Embajada de EE UU hab¨ªa alquilado el oto?o anterior. La conservadora ciudad se llen¨® de rumores sobre su probable pertenencia a la CIA o el FBI. De inmediato, uno de los representantes locales en el Parlamento nacional, Abdul Akbar Chitrali, advirti¨® al extranjero, y a un amigo paquistan¨ª que le acompa?aba, de que deb¨ªan irse o se producir¨ªa un levantamiento popular.
"No podemos consentir que EE UU haga esto en nuestra zona", declar¨® el diputado a la agencia iran¨ª de noticias, Irna. "Creo que Osama est¨¢ muerto y los americanos le mantienen vivo por sus propias razones", se?al¨®. El visitante indeseado, que The New York Times identific¨® como Paul Aurdic, del consulado norteamericano en Peshawar, abandon¨® la ciudad la v¨ªspera de la anunciada manifestaci¨®n.
El ¨²ltimo avistamiento del elusivo terrorista le sit¨²a alej¨¢ndose del valle de Chitral, cerca de Darkot, una peque?a localidad de la Cachemira controlada por Pakist¨¢n muy pr¨®xima a la frontera con el corredor de Wakhan, el dedo de tierra afgana que se acerca hasta China. La informaci¨®n, aparecida en el Hindustan Times, se basaba en un informe del Gobierno indio, enfrentado al paquistan¨ª por Cachemira. Apenas un mes antes, el diario ¨¢rabe Al Hayat cont¨® que Islamabad hab¨ªa evacuado a los extranjeros de una zona contigua tras tener noticias de la posible presencia del fugitivo.
Decir que Bin Laden se esconde en la zona monta?osa fronteriza entre Afganist¨¢n y Pakist¨¢n es ya un lugar com¨²n. Escondido est¨¢. Pero eso no le ha impedido seguir divulgando mensajes de audio y v¨ªdeo despu¨¦s de cada atentado espectacular. Con o sin relaciones org¨¢nicas, su violenta ideolog¨ªa pol¨ªtica, que algunos analistas ya han bautizado como binladismo, sigue inspirando a los yihadistas en todo el mundo. Se ha convertido en un s¨ªmbolo.
Aunque tiene numerosas acusaciones pendientes en Estados Unidos, Bin Laden no est¨¢ procesado por los atentados del 11-S. Y, cinco a?os despu¨¦s de que se le responsabilizara de ellos, su capacidad para eludir la operaci¨®n de caza y captura internacional lanzada contra ¨¦l sigue despertando tanta admiraci¨®n como incredulidad. Con el invierno a las puertas del Hindu Kush, las recientes palabras de Bush asegurando que su detenci¨®n "es cuesti¨®n de tiempo" quedar¨¢n pendientes como poco hasta la pr¨®xima primavera.
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