El terrorismo es una forma de teatro
Irak fue el regalo de Bush a Bin Laden
El 11 de septiembre de 2001 es una de esas fechas que se?alan una transformaci¨®n en la pol¨ªtica mundial. Al igual que la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, el 9 de noviembre de 1989, signific¨® el final de la guerra fr¨ªa, el ataque de Al Qaeda contra Estados Unidos inaugur¨® una nueva ¨¦poca. Ese d¨ªa, un grupo no gubernamental asesin¨® a m¨¢s estadounidenses que el Gobierno de Jap¨®n con su ataque por sorpresa en otra fecha transformadora: el 7 de diciembre de 1941. Aunque el movimiento terrorista de la yihad hab¨ªa estado creciendo durante una d¨¦cada, el 11-S supuso el punto de inflexi¨®n. Transcurridos cinco a?os de esta nueva era, ?c¨®mo deber¨ªamos definirla?
Algunos creen que el 11-S fue el preludio de un "choque de civilizaciones" entre el islam y Occidente. De hecho, eso es probablemente lo que Osama Bin Laden se propon¨ªa. El terrorismo es una forma de teatro. Los extremistas asesinan a gente inocente para dramatizar su mensaje de modo que conmocione y horrorice al p¨²blico al que va dirigido. Tambi¨¦n recurren a lo que Clark McCauley y otros han denominado pol¨ªtica jujitsu, en la que un combatiente m¨¢s peque?o utiliza la fuerza de un rival mayor para derrotar al otro. En este sentido, Bin Laden esperaba hacer caer a Estados Unidos en una guerra sangrienta en Afganist¨¢n, similar a la intervenci¨®n sovi¨¦tica de dos d¨¦cadas antes, que hab¨ªa creado un terreno de reclutamiento muy f¨¦rtil para los yihadistas. Pero los estadounidenses emplearon una fuerza moderada para derrocar al Gobierno talib¨¢n, evitaron unas bajas civiles desproporcionadas y pudieron crear un marco pol¨ªtico ind¨ªgena.
Tras el 11-S, en todo el mundo hab¨ªa mucha simpat¨ªa y comprensi¨®n hacia la respuesta militar de EE UU contra los talibanes
En noviembre de 2003, la cifra oficial de insurrectos terroristas en Irak era de 5.000. Este a?o ascend¨ªan a 20.000
Un colosal error
Aunque lejos de ser perfecta, la primera ronda del combate fue para EE UU. Al Qaeda perdi¨® los santuarios desde los que planificaba sus ataques, muchos de sus l¨ªderes murieron o fueron capturados, y sus comunicaciones centrales se vieron gravemente afectadas. M¨¢s tarde, la Administraci¨®n de George W. Bush sucumbi¨® al orgullo desmedido y cometi¨® el colosal error de invadir Irak sin un apoyo internacional generalizado. Irak proporcion¨® los s¨ªmbolos, las bajas civiles y el terreno de reclutamiento que los extremistas yihadistas hab¨ªan buscado en Afganist¨¢n. Irak fue el regalo de George Bush a Osama Bin Laden. Al Qaeda perdi¨® su capacidad organizativa central, pero se convirti¨® en un s¨ªmbolo y un foco alrededor del cual pod¨ªan congregarse imitadores afines. Con la ayuda de Internet, sus s¨ªmbolos y materiales de entrenamiento eran f¨¢ciles de conseguir en todo el mundo. El hecho de si Al Qaeda desempe?¨® un papel directo en los atentados de Madrid y Londres o la reciente trama para hacer estallar aviones sobre el Atl¨¢ntico no es tan importante como el modo en que se ha transformado en una poderosa "marca". La segunda ronda la ganaron los extremistas.
El resultado de futuras rondas en la lucha contra el terrorismo yihadista depender¨¢ de nuestra capacidad para evitar la trampa de la pol¨ªtica jujitsu. Ello exigir¨¢ un mayor uso del poder blando de atracci¨®n en lugar de depender tanto del poder militar duro, como ha hecho la Administraci¨®n de George W. Bush. Y es que la lucha no es un choque entre el islam y Occidente, sino una guerra civil en el seno del islam entre una minor¨ªa de terroristas y una corriente dominante mayor de creyentes no violentos. No se puede derrotar al extremismo yihadista a menos que la mayor¨ªa venza. Debe utilizarse la fuerza militar, el espionaje y la cooperaci¨®n policial contra los terroristas fan¨¢ticos afiliados a Al Qaeda o inspirados por ella, pero el poder blando es esencial para atraer a la corriente dominante y eliminar el apoyo a los extremistas.
El secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, dijo en una ocasi¨®n que el grado de ¨¦xito de esta guerra depender¨¢ de si el n¨²mero de terroristas que estamos matando y disuadiendo es mayor que el n¨²mero de terroristas que est¨¢n siendo reclutados. Seg¨²n este baremo, lo estamos haciendo mal. En noviembre de 2003, la cifra oficial de insurrectos terroristas en Irak era de 5.000. Este a?o se ha dicho que ascend¨ªan a 20.000. Como afirmaba el general de brigada Robert Caslen, subdirector del Pent¨¢gono para la guerra contra el terrorismo, "no los estamos matando m¨¢s r¨¢pido de lo que est¨¢n siendo creados". Tambi¨¦n estamos fracasando en la aplicaci¨®n del poder blando. Seg¨²n Caslen, "los miembros del Pent¨¢gono vamos a la zaga de nuestros adversarios en el uso de la comunicaci¨®n, ya sea para reclutar o para entrenar".
El modo en que utilizamos el poder militar tambi¨¦n afecta a la proporci¨®n de Rumsfeld. En el periodo posterior al 11-S, en todo el mundo hab¨ªa mucha simpat¨ªa y comprensi¨®n hacia la respuesta militar de Estados Unidos contra los talibanes. La invasi¨®n estadounidense de Irak, un pa¨ªs que no estaba vinculado con los atentados del 11-S, desperdici¨® esa buena voluntad, y el atractivo de EE UU en pa¨ªses musulmanes como Indonesia se desplom¨®, con una aprobaci¨®n que pas¨® del 75% en 2000 a menos de la mitad en la actualidad. De hecho, el ocupar una naci¨®n dividida es complicado, y est¨¢ abocado a que ocurran episodios como los de Abu Ghraib y Haditha, que minaron el atractivo de Estados Unidos no s¨®lo en Irak, sino en todo el mundo.
El poder duro y el poder blando
La capacidad para combinar poder duro y blando es un poder inteligente. Cuando la Uni¨®n Sovi¨¦tica invadi¨® Hungr¨ªa y Checoslovaquia durante la guerra fr¨ªa, socav¨® el poder blando del que hab¨ªa gozado Europa despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial. Cuando Israel lanz¨® una prolongada campa?a de bombardeos contra L¨ªbano el mes pasado, provoc¨® tantas bajas civiles que las primeras cr¨ªticas a Hezbol¨¢ en Egipto, Jordania y Arabia Saud¨ª se volvieron insostenibles en la pol¨ªtica ¨¢rabe. Cuando los excesos terroristas acabaron con la vida de civiles musulmanes inocentes, como hizo la yihad isl¨¢mica egipcia en 1993 o Abu Musab al Zarqawi en Amm¨¢n en 2005, debilitaron su propio poder blando y perdieron apoyo.
La lecci¨®n m¨¢s importante cinco a?os despu¨¦s del 11-S es que el no combinar eficazmente poder duro y blando en la lucha contra el terrorismo yihadista nos har¨¢ caer en la trampa tendida por quienes desean un choque de civilizaciones. Los musulmanes, incluidos los islamistas, tienen diversos puntos de vista, as¨ª que debemos ser precavidos con las estrategias que ayuden a nuestros enemigos al unir fuerzas dispares bajo una misma bandera. Tenemos una causa justa y muchos posibles aliados, pero el no combinar poder duro y blando en una estrategia inteligente podr¨ªa ser nefasto.
Joseph S. Nye es catedr¨¢tico de Harvard y autor de Soft power: the means to success in world politics .
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