Tienda de campa?as
Sin contar ni al lehendakari ni a los consejeros, los altos cargos del Gobierno vasco gastaron en 2005 m¨¢s de un mill¨®n de euros en viajes. Sum¨¢ndolos a todos seguro que la cifra engorda bastante. La cuesti¨®n es determinar si esa gordura es de m¨²sculo o de grasa, es decir, si viene a cuento con la gesti¨®n o, por el contrario, convendr¨ªa aplicarle una dieta presupuestaria radical. Es dif¨ªcil pronunciarse en abstracto y a bulto, pero en algunos departamentos el viaje al exterior parece menos adaptado y justificable que en otros. Estoy pensando, por ejemplo, en las visitas de solidaridad o cooperaci¨®n. El dinero que cuesta desplazar a un mandatario para que compruebe in situ precarias condiciones de vida m¨¢s valdr¨ªa invertirlo desde aqu¨ª en su alivio o remedio. Hoy las comunicaciones permiten, sin moverse del puesto, un conocimiento suficiente de cualquier situaci¨®n, y la transferencia inmediata y segura de todo tipo de fondos y ayuda material. Yo creo que los viajes sociales donde son realmente pertinentes es dentro del pa¨ªs. As¨ª, apoyar¨ªa sin dudar que el Departamento de Asuntos Sociales incrementara su aportaci¨®n a las comunidades ind¨ªgenas, los campos de refugiados o las haimas saharauis con el ahorro de no movilizar a su titular, y enviara a ¨¦ste en visita a oficial, por ejemplo, a los c¨¢mpines de Euskadi donde la gente ya vive de manera permanente en el interior de caravanas o mobil-homes.
Pero la "tienda de campa?a" del t¨ªtulo de hoy no se refiere a esas viviendas precarias convertidas en fijas, sino al negociado de campa?as institucionales que entre nosotros se confunde cada vez m¨¢s con gesti¨®n p¨²blica. Campa?as mayormente autopromocionales o autopublicitarias que parecen destinadas a cumplir la finalidad anunciada en su lema, pero que en realidad tienen como objetivo hacer que parezca excepcional lo natural, graciosa concesi¨®n lo que es sagrada obligaci¨®n, que se vea como un m¨¢ximo lo que es el m¨ªnimo descriptivo del puesto o cargo. Ya que estoy preconizando el ahorro en viajes, no me mover¨¦ de departamento, y es que, adem¨¢s, la consejer¨ªa que dirige Javier Madrazo es un ejemplo perfecto de lo dicho. Ha protagonizado en estos a?os un rosario de campa?as no s¨®lo flagrantemente autob¨®mbicas, sino civilmente m¨¢s que cuestionables. No insistir¨¦ en el affaire v¨ªctimas del franquismo, que clama al cielo por s¨ª solo. No me cebar¨¦ en aquella campa?a de prevenci¨®n del sida que regalaba un preservativo pegado a un folleto con la recomendaci¨®n de arrojarlo al retrete una vez usado. No me extender¨¦ por verg¨¹enza ajeno-democr¨¢tica en la coletilla "fiel a su pol¨ªtica generosa y solidaria" con que ha acompa?ado elementales obligaciones de gesti¨®n. Me centrar¨¦ hoy en la campa?a del biber¨®n, supuestamente destinada a acabar con la venta de alcohol a menores. La estrategia consist¨ªa en pegar "en todo tipo de establecimientos de hosteler¨ªa" carteles con un biber¨®n de cerveza y el lema: "?Alcohol a menores? Ni una gota?"
Los menores beben alcohol en Euskadi no en biber¨®n, sino por un tubo, y enfrentarse a ello con una pegada de carteles (yo s¨®lo los he visto en las paradas de autob¨²s) parece una broma, uno de los gag pol¨ªtico-par¨®dicos de Vaya semanita. Despu¨¦s de no s¨¦ cu¨¢ntos a?os en el poder, despu¨¦s de que el problema ha alcanzado aqu¨ª unas hechuras escalofriantes, Javier Madrazo anuncia ahora "severas sanciones" contra los que venden alcohol a menores (que deben de ser, por cierto, unos cuantos, porque el 68% de nuestros cr¨ªos lo consumen habitualmente). Pero como tantas veces ese anuncio se ha quedado en titular, en lema de cartel publicitario. El consejero ha olvidado adjuntar el texto con el contenido detallado de su intervenci¨®n, precisar qu¨¦ medidas son ¨¦sas, c¨®mo se van a ejecutar, en colaboraci¨®n con qu¨¦ departamentos, qu¨¦ fondos y recursos personales y materiales se van destinar, en qu¨¦ plazo, qu¨¦ seguimiento y evaluaci¨®n se han previsto. ?sa es la sustancia que falta, como siempre, la habitual confusi¨®n entre gesti¨®n y tienda de campa?as, y el insulto a la inteligencia del ciudadano como si ¨¦ste fuera de biber¨®n o de baba.
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