Sharapova reina en Nueva York
La tenista rusa gana el Open de Estados Unidos ante la belga Henin y es acusada de recibir instrucciones de su t¨¦cnico durante la final
Y cuando la belga Justin Henin envi¨® la ¨²ltima bola del partido a la red, Maria Sharapova se arrodill¨® y agach¨® el cuerpo hacia la tierra. Estuvo as¨ª unos segundos hasta que fue a saludar a su rival, hizo despu¨¦s un par de gestos con los brazos en ¨¢ngulo recto movi¨¦ndolos hacia delante y hacia atr¨¢s y empez¨® a dar saltitos ante el clamor del p¨²blico. La jugadora rusa, tercera del circuito femenino, logr¨® ayer su primer Open de Estados Unidos en un partido impecable al derrotar a Henin por un doble 6-4 en una hora y quince minutos. El premio por la victoria en el torneo estadounidense son 1,7 millones de d¨®lares -1,3 millones de euros-, una suma irrisoria comparada con los 15,7 millones de euros que, seg¨²n la revista Forbes, cobra la rusa al a?o por sus contratos publicitarios con marcas de perfume, c¨¢maras fotogr¨¢ficas, ropa deportiva o lo que se tercie.
Pero este Grand Slam, el segundo de su carrera tras vencer en Wimbledon en 2004, se lo ha ganado a pulso porque Sharapova (Nyagan, Siberia, 1987), la deportista con m¨¢s ingresos del planeta, ha sido la mejor sobre la pista azul. Primero venci¨® a la n¨²mero uno, la francesa Amelie Mauresmo, en semifinales, y en la final no dio opci¨®n a Henin, la n¨²mero dos, campeona este a?o en Par¨ªs y finalista de las otras tres finales del Grand Slam.
Henin deb¨ªa maldecir su suerte -se retir¨® en Australia, ante Mauresmo, por un dolor de est¨®mago y perdi¨® ante la misma rival en Londres- cuando, con la mirada perdida, sin quitarse la gorra, sigui¨® con la vista c¨®mo Sharapova iba corriendo por las gradas de Arthur Ashe en busca de su entrenador y de Yuri, su padre, que la cubri¨® de besos. Su padre luc¨ªa una camiseta con el t¨ªtulo de la canci¨®n de la pel¨ªcula West Side Story, I feel pretty, (Me siento bonita) la misma que se escucha en el nuevo anuncio de NIKE en el que Sharapova abandona un hotel de lujo causando admiraci¨®n hasta que llega a una pista, coge una raqueta y se lee: "Me siento bonita cuando grito", en alusi¨®n a los chillidos que emite cuando juega, de los que se han quejado varias de sus rivales.
"?Te quiero pap¨¢!", dijo la campeona ya en la ceremonia de entrega de la copa -salt¨® con ella y se le cay¨® la tapa al suelo- mientras desde las pantallas gigantes se sorprendi¨® a Yuri hablando por el m¨®vil. Una sucesi¨®n galopante de im¨¢genes debieron sobrevenir a la cabeza de este hombre, amante del tenis y ex obrero de la construcci¨®n, que un buen d¨ªa de 1996 acept¨® que Kafelnikov, el mejor tenista ruso en los a?os 90, le regalara una raqueta a su hija y, sobretodo, el consejo de Martina Navratilova: que se llevara a la ni?a a la escuela de tenis de Nick Bolletieri. Con 700 d¨®lares en el bolsillo, Yuri abraz¨® la aventura y dio en el clavo porque su hija, adem¨¢s de tener un gran talento, era una belleza. Maria se convirti¨® en profesional a los 14 a?os; gan¨® a los 16 su primer t¨ªtulo en Tokio; Wimbledon con 17; y el domingo se convirti¨® en reina de Nueva York con 19.
Vestida con un traje negro de cocktail con lentejuelas -inspirado en su admirada Audry Hepburn-, la rusa, que mide 1,88, desarbol¨® a Henin con su potente saque y su derecha, y solo permiti¨® que le hiciera un break en el segundo juego del partido. Luego aprovech¨® la primera ocasi¨®n para romperle el servicio a su rival y ganar el primer set con 6-4. Y en el segundo, Henin se lo puso a¨²n m¨¢s f¨¢cil: hizo dos dobles faltas consecutivas con 3-3 en el marcador y Sharapova se fue directa hacia el t¨ªtulo. Pese a su alegr¨ªa -"Este es un momento indescriptible", dijo-, y a la fiesta posterior en Nueva York, su ciudad preferida, Sharapova no lo pas¨® bien ante la prensa. Las pantallas son a veces traidoras y quiz¨¢ tarde en comerse otro pl¨¢tano. En un momento del partido se vio c¨®mo Michael Joyce, su entrenador, le dijo que se comiera esa pieza de fruta -¨¦l ten¨ªa esa fruta sobre su muslo- y alz¨® cuatro dedos de su mano. Ella acat¨®: cambi¨® la botella que estaba bebiendo y se comi¨® la banana. De fuerte car¨¢cter, Sharapova se revolvi¨® cuando un informador la acus¨® de romper las reglas del juego, que proh¨ªben a los tenistas recibir instrucciones de sus preparadores durante los partidos: "He ganado un Grand Slam y ?todo se reduce a una banana?", dijo cuando se le cuestionaba su triunfo. "Hay multimillonarios que pueden comprar todas las raquetas y pagar a los mejores entrenadores. Pero los t¨ªtulos", recalc¨®, "se ganan jugando".
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