El congreso de te¨®logos lamenta la beligerancia de los obispos en bio¨¦tica
En el extremo opuesto, denuncian las bio¨¦ticas de laicidad aconfesional, a veces antirreligiosas
Unamuno se quejaba del odio teol¨®gico y del odio antiteol¨®gico. El primero convert¨ªa fan¨¢ticamente la fe en ideolog¨ªa. El segundo hac¨ªa de la ciencia una religi¨®n. Esa situaci¨®n a¨²n persiste, seg¨²n el jesuita Juan Masi¨¢, uno de los grandes bio¨¦ticos espa?oles. Ayer fue el encargado de clausurar el congreso de la Asociaci¨®n de Te¨®logos Juan XXIII, que ha convocado a un millar de personas en Madrid para debatir sobre Cristianismo y bio¨¦tica. Los te¨®logos condenan por igual "la confesionalidad beligerante de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica y las bio¨¦ticas de laicidad aconfesional, a veces antirreligiosa".
Por calificar como "mitad c¨®mico, mitad anacr¨®nico" el debate eclesi¨¢stico sobre, por ejemplo, el uso del preservativo, Juan Masi¨¢ fue expulsado hace seis meses de la C¨¢tedra de Bio¨¦tica de la Pontificia de Comillas, de la que era director, y jubilado precipitadamente como profesor de la citada universidad. La jerarqu¨ªa tambi¨¦n exigi¨® la censura de su libro Tertulias de bio¨¦tica. Manejar la vida, cuidar a las personas. En cambio, Masi¨¢ sigue siendo asesor muy cualificado de la Conferencia Episcopal de Jap¨®n, consecuencia de haber ense?ado bio¨¦tica durante dos d¨¦cadas en la Universidad Sofia de Tokio.
Juan Masi¨¢ (Murcia, 1941) defini¨® ayer cu¨¢l es el estado de los debates bio¨¦ticos en el seno de la Iglesia romana y fuera de ella. Dijo: "En la estela de la Academia Vaticana de la Vida y la enc¨ªclica Evangelium vitae (1995), han proliferado centros y congresos de bio¨¦tica, de confesionalidad beligerante, que hacen un flaco favor a la vida que desean proteger. En el extremo opuesto, hay bio¨¦ticas de laicidad aconfesional, a veces antirreligiosa. Y hay tambi¨¦n posturas de compromiso, terceras v¨ªas de consenso: huyen de conflictos, fomentan acuerdos superficiales y escabullen los problemas, obteniendo a cambio cotas de poder en administraciones p¨²blicas o eclesi¨¢sticas".
Masi¨¢ sostiene que estas tres adjetivaciones (confesional, laica, consensuada) no ayudan a la bio¨¦tica, y se apunta a "una cuarta alternativa de b¨²squeda ¨¦tica, sin m¨¢s y sin adjetivos, preocupada del cuidado de la vida".
En la "cuarta v¨ªa"
En lo que Masi¨¢ llama "cuarta v¨ªa" se sit¨²an algunos centros de bio¨¦tica, como el Instituto Borja (Barcelona), la C¨¢tedra de Bio¨¦tica de Comillas (Madrid) o la C¨¢tedra Andaluza de Bio¨¦tica (Granada), que a¨²nan ciencia, pensamiento y conciencia, sin dejarse clasificar como "confesionales", "anticonfesionales" o "consensuadores". Esta ausencia de clasificaci¨®n "no impide consultar referentes religiosos en la b¨²squeda de valores", a?adi¨® Masi¨¢ poniendo como ejemplos a los grandes bio¨¦ticos espa?oles: Javier Gafo, Diego Gracia, Marciano Vidal, Francesc Abel o Eduardo G¨®mez Azpitarte.
Situ¨¢ndose en este bloque, Masi¨¢ reflexion¨® sobre la participaci¨®n creyente en la bio¨¦tica, consciente de que en Espa?a se dificulta el debate por los extremismos y la falta de alternativas. "Necesitar¨ªamos ver los problemas desde puntos de vista diferentes, y confrontarlos y relacionarlos, a costa de la cr¨ªtica de dos inquisiciones, la religiosa y la cient¨ªfica", dijo.
Fue en este punto en el que Masi¨¢ comparti¨® las quejas de Unamuno por el odio teol¨®gico y el antiteol¨®gico. Se trata de un creyente, un religioso que presta un servicio ministerial en la comunidad cristiana, y que se dedica a filosof¨ªa y teolog¨ªa. ?ste es su m¨¦todo: "Confronto a menudo la relaci¨®n entre creencias y ciencias, entre bio¨¦tica y religiones, cuya integraci¨®n resumir¨ªa en las tesis siguientes: Primero: las religiones pueden sumarse al movimiento de di¨¢logo interdisciplinar de la bio¨¦tica, b¨²squeda com¨²n de valores, pero sin arrogarse el derecho de intromisi¨®n para dictar normas de moralidad a la sociedad civil. Segundo: la bio¨¦tica puede sumarse al movimiento de di¨¢logo interreligioso para ayudarle a transformar, a la vista de nuevos datos, sus paradigmas y conclusiones, pero sin imponer interpretaciones de sentido sobre la vida y la muerte, el dolor, la salud y la enfermedad...".
?Es ut¨®pica esta complementariedad? Masi¨¢ opina que en la teolog¨ªa cat¨®lica reciente, dicha relaci¨®n ha funcionado bien algunas veces; otras, regular; otras, deficientemente. Cit¨® tres ejemplos: En el debate sobre trasplantes de ¨®rganos, la relaci¨®n funcion¨® bien; en el debate sobre limitaci¨®n del esfuerzo terap¨¦utico est¨¢ funcionando a medias; y en los debates sobre reproducci¨®n asistida, investigaci¨®n con c¨¦lulas madre o sobre cuestiones de sexualidad la integraci¨®n sigue siendo deficiente.
Florist¨¢n, Masi¨¢ y Marciano Vidal
La jerarqu¨ªa cat¨®lica se ha opuesto a las principales revoluciones cient¨ªficas, filos¨®ficas y sociales, y condena ahora la revoluci¨®n biogen¨¦tica, posicion¨¢ndose en lo que el te¨®logo Tamayo llama "el paradigma precient¨ªfico": no a la reproducci¨®n asistida, no a las investigaciones con c¨¦lulas madre con fines terap¨¦utico, no a la eutanasia o bien morir... Nada nuevo. Desde el destronamiento de la Teolog¨ªa como la emperatriz de las ciencias, las religiones no han dejado de recelar del progreso. Es comprensible: como los poetas, prefieren fascinarse con los misterios, m¨¢s que con las ciencias y sus certezas.
Casi cuatro siglos despu¨¦s de Galileo, que para librarse del fuego de la Inquisici¨®n hubiera aceptado que la Luna est¨¢ hecha de queso verde, la historia es una letan¨ªa de precedentes ilustres, algunos chamuscados en la hoguera, como Giordano Bruno. Quiz¨¢s por eso cada d¨ªa llaman menos la atenci¨®n los castigos a los te¨®logos. Un ejemplo, de ayer mismo: cuando el jueves pasado el jesuita Jos¨¦ Mar¨ªa Castillo anunci¨® ante el congreso de te¨®logos que la Conferencia Episcopal acababa de prohibirle sin contemplaciones su ¨²ltimo libro, nadie pareci¨® escandalizarse, como si tales censuras fueran con el oficio.
En cambio, pocos ponen en duda el atractivo de los te¨®logos execrados por Roma. Algunos se mueven, incluso, en loa de multitudes, para envidia y preocupaci¨®n de los prelados que les castigan. Es m¨¢s, cuanto m¨¢s hereje es un conferenciante -en opini¨®n siempre de los obispos-, m¨¢s audiencia concita, y a m¨¢s conferencias ser¨¢ invitado.
El congreso de te¨®logos de la Asociaci¨®n Juan XXIII es un ejemplo. ?Qui¨¦n podr¨ªa reunir hoy a mil personas en torno a un debate titulado Cristianismo y eutanasia? ?Hay alg¨²n anciano en Espa?a, salvo el jesuita Jos¨¦ Mar¨ªa Diez-Alegr¨ªa, de 95 a?os, al que se le acerquen una y otra vez admiradores en busca de aut¨®grafos o la firma en uno de sus libros? Los asistentes al congreso de te¨®logos, en su inmensa mayor¨ªa fieles cristianos practicantes, no son palurdos, como demuestran en interminables coloquios sobre alta teolog¨ªa, ni parecen comulgar con ruedas de molino, como suele decirse. Pero no han parado de mostrar cari?o y comprensi¨®n hacia los te¨®logos castigados por sus jerarqu¨ªas, ll¨¢mense el bio¨¦tico Juan Masi¨¢ y el moralista Marciano Vidal -estrellas de este congreso-, o el recientemente fallecido Casiano Florist¨¢n, fundador y primer presidente de la Asociaci¨®n Juan XXIII, al que Tamayo dedic¨® una hermosa semblanza, muy aplaudida.
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