Colecciones
Hace una temporada, tampoco recuerdo exactamente cu¨¢ndo, le¨ªa una breve informaci¨®n (que no noticia) en las p¨¢ginas de sociedad de un peri¨®dico. Hablaba de una famosa actriz y de sus posesiones, que si un castillo por aqu¨ª, una mansi¨®n por all¨¢, un apartamento no se d¨®nde y una isla en el Pac¨ªfico. Hablo de memoria, o sea que seguramente no era as¨ª con exactitud, pero s¨ª algo parecido. El caso es que seg¨²n ella, aquello no eran ni residencias ni inversiones, aquello era su colecci¨®n privada, porque ella era seg¨²n dec¨ªa, coleccionista de paisajes.
A m¨ª no me importar¨ªa tampoco apuntarme a este tipo de coleccionismo, pero por desgracia la cuenta corriente no me da para tanto. Adem¨¢s, los paisajes no se poseen, sino que se disfrutan. Puedes poseer la tierra, puedes tener en propiedad el punto donde la panor¨¢mica es m¨¢s espectacular, bien, pero el paisaje en s¨ª es como nuestro deporte, un espect¨¢culo gratuito. Es como el respirar, de las pocas cosas que -a¨²n- no nos cuestan dinero.
La que s¨ª es en ese sentido coleccionista de paisajes es mi bicicleta. Si pudiese hablar y contar lo que ha visto en estas ¨²ltimas dos semanas y media -¨¢nimo que ya no falta nada- tendr¨ªamos material para un buen documental sobre la diversidad de la piel de toro. En cuanto a im¨¢genes, se entiende, porque ella no puede ir por ah¨ª par¨¢ndose como Labordeta a hablar con las gentes. Yo, que soy quien la gu¨ªo, a veces tambi¨¦n soy part¨ªcipe del disfrute. Pero otras bastante tengo con mirar hacia delante y seguir la rueda del que me precede, ignorando lo que hay alrededor.
Mi bicicleta comenz¨® con un breve paseo por M¨¢laga. Luego se dirigi¨® hacia el norte v¨ªa C¨®rdoba siguiendo a grandes rasgos la Ruta de la Plata hasta Le¨®n, con alg¨²n que otro ligero desv¨ªo buscando la belleza, como fue el caso del Valle del Jerte. Una vez en Le¨®n se incorpor¨® circunstancialmente al camino de Santiago pasando por lo que queda de la cuenca minera. Visit¨® Galicia, paisajes quemados. Recorri¨® Asturias de oeste a este atravesando valles y gargantas. Lleg¨® al Cant¨¢brico, qu¨¦ borrachera de verdor despu¨¦s de todo lo anterior. Volvi¨® a la meseta atravesando el ca?¨®n del Ebro. Luego lleg¨® la Alcarria, con tormenta incluida, qu¨¦ variaci¨®n de tonos. El mar de Castilla camino de Cuenca, toda una maravilla en s¨ª misma, como pudo apreciar con m¨¢s calma al d¨ªa siguiente. Volvi¨® al Mediterr¨¢neo en Valencia. Apreci¨® despu¨¦s el tremendo contraste de la des¨¦rtica Almer¨ªa y su cercana y desconocida -y dur¨ªsima- Sierra de los Filabres. Y ayer, por no ir m¨¢s lejos, dej¨® atr¨¢s el mar de pl¨¢stico para adentrarse en las Alpujarras por un in¨¦dito puerto que le dio las mejores vistas sobre Tr¨¦velez y Capileira. Y termin¨® el d¨ªa apreciando la grandeza de Sierra Nevada.
No esta mal la colecci¨®n, ?verdad? Pues a¨²n le falta hasta Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.