De mal en peor
La conducta del candidato izquierdista en las elecciones presidenciales mexicanas, Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, ha pasado del esperpento a la amenaza real para las instituciones pol¨ªticas de M¨¦xico, un pa¨ªs de gran peso pol¨ªtico y econ¨®mico en todo el continente americano. L¨®pez Obrador, del PRD, perdi¨® las elecciones por un margen muy peque?o de los votos (el 0,58%) frente al candidato del conservador Partido de Acci¨®n Nacional (PAN), a pesar de lo cual inici¨® un peligroso camino de deslegitimaci¨®n de la democracia cuando mand¨® al diablo las instituciones y decidi¨® rechazar el resultado electoral en nombre de un supuesto fraude. Ahora acaba de dar un paso que empeora la situaci¨®n, al proclamarse presidente de M¨¦xico ante cientos de miles de partidarios en la plaza del Z¨®calo. Los temores, bastante fundados si se atiende a la escasa finura democr¨¢tica del personaje, apuntan a que el siguiente disparate sea el nombramiento de una especie de Gobierno paralelo que consagre la divisi¨®n del pa¨ªs.
Aunque exc¨¦ntrico hasta ahora en M¨¦xico, el comportamiento de L¨®pez Obrador est¨¢ en l¨ªnea con las tentaciones bien recientes de cambios constitucionales y reformas legales en algunos pa¨ªses latinoamericanos, como Venezuela o Bolivia, orientados a perpetuar o ampliar las presidencias actuales sin pasar por las urnas. Son la excrecencia de actitudes caudillistas o de simple desprecio a las reglas m¨¢s elementales que deben respetar todos los partidos democr¨¢ticos: el ganador, por el margen que sea, gobierna si se lo permiten sus leyes parlamentarias y el perdedor saluda, da la enhorabuena y se dedica a vigilar estrechamente al Gobierno elegido. Ser¨ªa in¨²til, probablemente, recordar a L¨®pez Obrador la conducta en casos similares de otros pol¨ªticos de m¨¢s fuste y tradici¨®n democr¨¢tica, como la de Al Gore en Estados Unidos, que renunci¨® a prolongar una controversia sobre un supuesto fraude electoral para no dividir al pa¨ªs y mantener la estabilidad.
Si los comportamientos elegantes no le conmueven, puede reflexionar sobre el deterioro de la imagen de M¨¦xico en el exterior, pol¨ªtica y tambi¨¦n econ¨®mica. Lo que importa es que las instituciones mexicanas dispongan de resortes para acabar con este intento rid¨ªculo de subvertir la democracia, y que los pa¨ªses del entorno que ahora jalean sus pretensiones -y que coinciden con quienes sugieren reformas constitucionales retr¨®gradas- reconozcan p¨²blicamente y sin reservas al verdadero ganador, Calder¨®n.
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