Giro en Gibraltar
Los acuerdos alcanzados ayer entre los Gobiernos de Madrid, Londres y Gibraltar son m¨¢s que razonables: son provechosos para todos y deben servir como medidas de confianza que permitan ir m¨¢s lejos en el futuro. De la buena gesti¨®n de su aplicaci¨®n depender¨¢ que se avance en la espinosa cuesti¨®n de la soberan¨ªa, que ha quedado al margen de estos dos a?os de dif¨ªciles negociaciones, aunque muy presente. La prueba es que la ¨²nica forma de lograr un acuerdo sobre el uso conjunto del aeropuerto en el istmo ha sido eliminando el uso de las tres banderas.
El aer¨®dromo gibraltare?o permitir¨¢ enlazar el Pe?¨®n con otros pa¨ªses, incluida Espa?a. La polic¨ªa espa?ola estar¨¢ presente, aunque no en las ¨¢reas controvertidas. Cualquier viajero procedente de pa¨ªses de fuera del espacio Schengen y que pretenda entrar a Espa?a a trav¨¦s de Gibraltar se tendr¨¢ que someter a un doble control de inmigraci¨®n. A la vez, se facilitar¨¢ el paso de la verja. La actualizaci¨®n de 6.000 pensiones de antiguos trabajadores espa?oles en la roca, que perdieron su empleo cuando Franco cerr¨® la frontera en 1969, no es sino un acto de justicia social que sufragar¨¢ la otra parte. Y de la multiplicaci¨®n de l¨ªneas telef¨®nicas deber¨ªan beneficiarse los habitantes de ambos lados y las empresas de telecomunicaci¨®n. Finalmente, la apertura de una sede del Instituto Cervantes en el Pe?¨®n tiene inter¨¦s a la vez pr¨¢ctico y simb¨®lico. Todo ello demuestra que el esquema del Foro Tripartito -en el que los gibraltare?os han participado junto a Madrid y Londres- estaba bien encaminado. Y que el nuevo enfoque introducido por el ministro Moratinos ha dado frutos concretos.
Ha hecho falta un esfuerzo imaginativo para desbloquear cuestiones que hab¨ªan alcanzado un grado absurdo de complejidad. Madrid y Londres deben ahora informar a Bruselas para levantar algunas restricciones que pesaban sobre el llamado r¨¦gimen europeo de cielos abiertos. Resultaba absurdo que este tipo de problemas frenara avances en la propia Uni¨®n Europea.
Pero sigue siendo un contrasentido que en el seno de la UE exista una colonia de un Estado miembro dentro de otro. Pese a todos estos acuerdos, eso es lo que Gibraltar es y representa. Probablemente, los l¨ªderes gibraltare?os pretenden que tras el refer¨¦ndum sobre su nueva Constituci¨®n, que en cierto modo contemplan como un ejercicio de autodeterminaci¨®n, el tema salga de la Comisi¨®n de Descolonizaci¨®n de la ONU. Guste o no a sus habitantes, el Tratado de Utrecht contin¨²a vigente. Obliga a que el Pe?¨®n siga siendo brit¨¢nico o vuelva a ser espa?ol. Sin perjudicar los principios, los acuerdos de ayer facilitar¨¢n la vida de todos los habitantes de la zona, incluido el Campo de Gibraltar. Pero el tema de fondo sigue pendiente, s¨®lo que ahora en un ambiente constructivo que permite imaginar un futuro m¨¢s integrado.
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