Miedo
Es un tema del que no se habla o se habla poco, pero es un s¨ªntoma que existe y que padecen, en mayor o menor grado, todos los enfermos. Los tratados de medicina suelen ignorarlo. Dif¨ªcilmente se lee que una enfermedad produce miedo. En cambio, s¨ª se lee que puede producir dolor, limitaci¨®n de la movilidad o delirio, entre otros s¨ªntomas y signos con los que la medicina se siente m¨¢s c¨®moda y ¨²til. No hay una lecci¨®n m¨¦dica que se titule Prevenci¨®n, diagn¨®stico y tratamiento del miedo. Sin embargo, el miedo, hermano del sufrimiento, es un s¨ªntoma muy frecuente.
No s¨®lo lo padecen los enfermos, sino tambi¨¦n sus familiares. Seg¨²n la enfermedad, el miedo se puede manifestar de diferentes formas: miedo a empeorar, miedo al dolor o miedo a la muerte, entre otros miedos. Lo sorprendente o no del miedo es que, siendo un s¨ªntoma presente en todos los enfermos, nunca se pregunta por ¨¦l. Posiblemente sea debido a que el miedo es un s¨ªntoma que afecta a los enfermos y no a la enfermedad. Y de enfermedades, afortunadamente cada vez sabemos m¨¢s, aunque quiz¨¢ de enfermos empecemos a saber menos. Tambi¨¦n existe el miedo al miedo, pero ¨¦se es otro tema.
Hay pacientes en quimioterapia que ven su enfermedad en la cara que ponen los dem¨¢s
Siendo el miedo un s¨ªntoma presente en los enfermos, nunca se pregunta por ¨¦l
El miedo existe aunque el enfermo intente controlarlo. Cuando uno se olvida de ¨¦l, los dem¨¢s te lo recuerdan. Hay pacientes en quimioterapia que contemplan su enfermedad viendo las caras con las que les miran los dem¨¢s. La mirada del otro se convierte en el espejo donde te miras. Es la mirada del miedo. Tambi¨¦n se nota en las ausencias deliberadas. Se conoce como el s¨ªndrome de la fatalidad. La contemplaci¨®n de la desgracia ajena te recuerda que nadie est¨¢ libre de enfermar y, eso, incomoda.
Una vez que empieza la enfermedad nunca se acaba o, mejor dicho, s¨®lo se acaba con la muerte. El principal riesgo para morir es estar vivo. El miedo se asocia a la soledad y a la incertidumbre, como bien describe el premio Nobel de literatura y prisionero del campo de concentraci¨®n de Auschwitz, Imre Kert¨¦sz, en su libro Yo, otro al narrar el miedo que sufri¨® en lo que llama el "Laboratorio del TAC". "Todas las situaciones modernas riman con Auschwitz", escribi¨® Kert¨¦sz y determinadas pruebas diagn¨®sticas y tratamientos son situaciones modernas. Dentro de una resonancia magn¨¦tica la cabeza va muy deprisa o no va. Y de las biograf¨ªas de los prisioneros en los campos de concentraci¨®n nos llegan los primeros tratamientos para paliar el miedo. Viktor Frankl, psiquiatra y prisionero nazi, habla de la "logoterapia", o el encontrar sentido a la vida, como una estrategia de supervivencia que permite la convivencia pac¨ªfica con el miedo y el desasosiego. El miedo no se erradica, se aprende a convivir con ¨¦l. A todo ello se ha referido tambi¨¦n el profesor Ram¨®n Bay¨¦s en sus art¨ªculos en EL PA?S cuando habla de la necesidad de tener esperanza y de los efectos positivos que ¨¦sta tiene sobre la salud. Tambi¨¦n habla de los efectos perniciosos de la espera, uno de los principales factores productores de miedo.
Dif¨ªcilmente se podr¨¢ considerar que nuestra sociedad progresa si no es capaz de paliar el miedo y el sufrimiento de los enfermos y sus familiares. Quiz¨¢ ser¨ªa exagerado crear "unidades de tratamiento del miedo" como ya tenemos "unidades de tratamiento del dolor", en nuestros centros de salud, pero el miedo se tendr¨ªa que considerar como lo que es: un problema de salud.
Tambi¨¦n ser¨ªa de agradecer que la sociedad reflexionara sobre el papel da?ino del miedo y la necesidad de ofrecer compasi¨®n y esperanza para aliviarlo. Es esa compasi¨®n que el premio Nobel de Literatura J. M. Coetzee define en Elizabeth Costello como "el hecho de compartir el ser ajeno". Esa capacidad compasiva que, con el paso de los a?os, uno tiene la impresi¨®n de que se ha ido perdiendo en nuestra sociedad. A ello contribuye el hecho de que la medicina y los seres humanos se sientan m¨¢s c¨®modos en lo que en Elizabeth Costello se defin¨ªa como "la huida hacia el futuro", es decir, hacia esa posici¨®n c¨®moda y distante que busca soluciones cient¨ªficas para las enfermedades ignorando a los enfermos. Es la comodidad de la distancia. Esta actitud queda reflejada en el comentario atribuible a un profesor de la Universidad de Harvard de que "los estudiantes eligen estudiar medicina en una clara vocaci¨®n por atender a los enfermos y acaban la carrera con un firme prop¨®sito de tratar enfermedades".
Dime qu¨¦ y c¨®mo ense?amos y evaluamos a nuestros profesionales y te explicar¨¦ qu¨¦ obtenemos a cambio. Si adem¨¢s de interesarnos por una medicina efectiva, nos preocupamos por una medicina basada en la afectividad, quiz¨¢ entendamos que m¨¢s importante que curar es cuidar y confortar. Y la sociedad no puede ser indiferente al miedo. Esperanza, compasi¨®n, acompa?amiento y empat¨ªa son formas cl¨¢sicas de ejercer la medicina y de practicar las relaciones humanas que deber¨ªan ense?arse, aprenderse y evaluarse. Tarde o temprano, todos padecemos ese miedo que, como gas indoloro, te invade todo el cuerpo y, es en esos instantes, cuando uno mira con cierta perplejidad hasta que desaparecen en el recuerdo los tiempos en los que padec¨ªa la "soberbia del sano". Seamos todos pacientes por un d¨ªa y quiz¨¢ este art¨ªculo se entienda mejor.
Albert J. Jovell es presidente del Foro Espa?ol de Pacientes y dirige la Biblioteca Josep Laporte.
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