Una opci¨®n parlamentaria
La moci¨®n de censura parlamentaria es una opci¨®n consecuente con la actual situaci¨®n pol¨ªtica. La advertencia de que Ignasi Pla no tendr¨ªa valor para presentarla confunde los t¨¦rminos del debate. La exigencia de que fuera presentada de manera inmediata olvida que no corresponde al censurado tal decisi¨®n. La amenaza con la dimisi¨®n ajena, vuelve a confundir los t¨¦rminos entre gobierno y oposici¨®n. Entre la gesti¨®n de gobernar y la responsabilidad de censurar. La cuesti¨®n del n¨²mero de votos necesarios para ganarla no debe sustraer a los administrados el debate parlamentario sobre la calidad de los servicios p¨²blicos, la deuda generada a cada valenciano por el endeudamiento de la Comunidad, o la censura por la gesti¨®n realizada, aun cuando se iniciara en ¨¦poca del portavoz Zaplana, por empresas financiadas con dinero p¨²blico, como Terra M¨ªtica o el Ivex.
"La presentaci¨®n de la moci¨®n de censura no va unida al sentido pr¨¢ctico de la oportunidad personal sino m¨¢s bien al ejercicio consecuente de la responsabilidad p¨²blica"
El recurso constante al victimismo se agota en s¨ª mismo con el transcurso del tiempo, pues ofrece pocas garant¨ªas, escasa credibilidad y nula rentabilidad. A nadie debe satisfacer administrar la debilidad sino gestionar la fortaleza. Si lejos de nuestro ¨¢mbito territorial no nos hacen caso, habr¨¢ que empezar por cuestionar si dentro del mismo nos creemos nuestras propias peticiones o si, en su caso, no sabemos defender nuestros verdaderos intereses. La reclamaci¨®n, que todav¨ªa se escucha, por el retraso en la ejecuci¨®n de las obras del tren de alta velocidad AVE, cuando apenas se hab¨ªa puesto la primera traviesa, es un ejemplo m¨¢s de inconsecuencia verbal. El recurso al transvase del agua, cuando la propia ley limita su posibilidad, no hace sino manifestar, una vez m¨¢s, impotencia. Repudiar la inmigraci¨®n, con la excusa de la inseguridad, cuando la poblaci¨®n inmigrante alimenta nuestro crecimiento econ¨®mico, y alivia nuestra responsabilidad social, no deja de ser contradictorio.
Por otro lado, alertar, ante el solo anuncio de la moci¨®n, de los efectos nocivos de un gobierno de coalici¨®n, cuando ello es pr¨¢ctica democr¨¢tica habitual, resulta risible cuando no manipulado, que todo puede ser. En cualquier caso, la moci¨®n s¨®lo cabe entenderla como lo que es, una opci¨®n parlamentaria. Un ejercicio de responsabilidad, una voz clara frente a la conformidad, una alternativa de cambio democr¨¢tico frente a la continuidad, una nueva posibilidad que alienta a la participaci¨®n.
Sean cuales fueren las posiciones de unos y otros, y por consiguiente las dificultades para atraer hacia concepciones propias a quienes las tienen por ajenas, sea por intereses econ¨®micos o por convicciones ideol¨®gicas, la verdad es que el debate pol¨ªtico estriba, cada vez m¨¢s, y principalmente en pa¨ªses de democracia avanzada, en desarrollar un mensaje prudente y cauteloso, que nos permita avanzar en la extensi¨®n de nuestras ideas sin tener que avergonzarnos por abdicar de los principios democr¨¢ticos fundamentales.
De manera que el empuje hacia una igualdad mayor, como ya se?alaba Alexis de Tocqueville hace m¨¢s de dos siglos, sea una de estas ideas. Hoy todav¨ªa las principales desigualdades lo son en raz¨®n de la clase social a la que se pertenece, de la raza y del sexo. Por ejemplo, a las confrontaciones b¨¦licas, que nos conmocionan a casi todos, acuden normalmente los m¨¢s pobres, que adem¨¢s suelen ser de color, mientras que la opresi¨®n la sufren en mayor medida las mujeres.
Desde la izquierda se da m¨¢s importancia a reducir los factores de desigualdad, mientras que desde la derecha se tiene el convencimiento moral de que la desigualdad es un dato, que incluso para alguno no cabe desear que desaparezca. Edgar Morin, luchador infatigable por la justicia social, llegaba a manifestar recientemente, a sus 85 a?os, que se sent¨ªa de izquierda porque se sent¨ªa solidario con los que sufren, mientras que desde la derecha en ocasiones se culpa a quienes sufren de su propia incapacidad.
Por razones an¨¢logas a las expresadas, otro respetable pensador ya entrado en a?os, Norberto Bobbio, profesor de la Universidad de Tur¨ªn, realiz¨® hace alg¨²n tiempo una interesante recopilaci¨®n de las diferentes posiciones y convicciones entre izquierda y derecha, afirmando que ¨¦l mismo se reconoc¨ªa como de izquierda y moderado, para a?adir seguidamente que para la extrema derecha su principal enemigo son los moderados, pues ¨¦stos son por naturaleza democr¨¢ticos.
En Valencia el modelo ha hecho fortuna e Ignasi Pla escribe con l¨ªneas de moderaci¨®n desde la izquierda, con pulso firme y en su propia lengua, "tot est¨¤ per fer i tot ¨¦s possible". Desde su pa¨ªs y con sus propias convicciones. Contando con la realidad de sus conciudadanos y midiendo por tanto los tonos de su discurso. Aceptando el compromiso con sus votantes confiados en la asunci¨®n de las responsabilidades pol¨ªticas en el caso del accidente del metro y sin abdicar de los principios fundamentales de su ideolog¨ªa. Desde esta convicci¨®n, la presentaci¨®n de la moci¨®n no va unida al sentido pr¨¢ctico de la oportunidad personal sino m¨¢s bien al ejercicio consecuente de la responsabilidad p¨²blica.
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