Un caf¨¦ para S¨®crates
Comenc¨¦ hace varias semanas en esta columna un ejercicio consistente en la elucidaci¨®n hist¨®rica y actual de los espacios p¨²blicos de la privacidad parisiense. Nos ocupamos primero de los caf¨¦s; de ellos pasamos a los pasajes, y ahora estamos en la presentaci¨®n de los salones, cuyo gran momento fue el siglo XIX. Los salones pierden protagonismo en el siglo XX en virtud de la prevalencia de lo popular y democr¨¢tico, que deslegitima la condici¨®n elitista del sal¨®n; y del primado de la autonom¨ªa y la informalidad dif¨ªcilmente compatibles con el talante regentador de las saloneras. Con lo que la funci¨®n y la actividad de los salones se desplaza a territorios sin casi condicionantes, como las librer¨ªas, los caf¨¦s, etc¨¦tera.
En 1992 un profesor de filosof¨ªa del Instituto de Estudios Pol¨ªticos de Par¨ªs, Marc Sautet, un militante de la popularizaci¨®n de la filosof¨ªa, empieza a reunirse los domingos por la ma?ana en el Caf¨¦ du Phare, en la plaza de la Bastilla de Par¨ªs, con un grupo de amigos para "hablar de filosof¨ªa". A esas reuniones las llaman caf¨¦s filos¨®ficos, y su emblema es el que titula este art¨ªculo. En una entrevista en la radio ese mismo a?o cuenta su experiencia, y el eco es extraordinario multiplic¨¢ndose los caf¨¦s filos¨®ficos en Par¨ªs y en toda Francia. Hoy desaparecido Sautet, la expansi¨®n prosigue y el n¨²mero de ellos en Francia supera ya los 150, con casi un centenar en Par¨ªs. La experiencia se ha extendido a otros pa¨ªses, sobre todo franc¨®fonos, como B¨¦lgica, Suiza y Canad¨¢, y en todas partes conserva su vocaci¨®n de educaci¨®n popular, de pedagog¨ªa participativa de aprendizaje mediante la discusi¨®n. Los caf¨¦s filos¨®ficos, resultado casi siempre de iniciativas individuales, buscan el respaldo de soportes institucionales, como universidades, asociaciones culturales, revistas, etc¨¦tera. En Canad¨¢, por ejemplo, la Universidad Concordia; en Bruselas, la asociaci¨®n La Filosof¨ªa en la Ciudad; en Par¨ªs, la asociaci¨®n Nueva Arcadia, la revista Agora, el grupo Philos, etc¨¦tera. Para informaci¨®n sobre todo relativa a los caf¨¦s filos¨®ficos por Internet, v¨¦ase http/www.philos.org y http//membres.lycos.fr.
Aunque la espontaneidad sea el rasgo dominante, han tenido que establecer ciertas reglas de funcionamiento. La m¨¢s importante, la elecci¨®n de un animador que encuadra los debates, dando la palabra a los intervinientes, impidiendo las interrupciones, pidiendo mayores explicaciones, rogando que se acorte una intervenci¨®n que se alarga demasiado; proponiendo conclusiones breves que deber¨¢n aprobar los intervinientes, etc¨¦tera. Lo que no puede hacer nunca el animador es manifestarse en favor de una u otra opci¨®n intelectual o ideol¨®gica. El soporte te¨®rico b¨¢sico de los caf¨¦s filos¨®ficos es la may¨¦utica socr¨¢tica, que frente a la tabula rasa aristot¨¦lica que funda la creaci¨®n filos¨®fica en la aportaci¨®n del saber formalizado y reconocido, conf¨ªa esa tarea al esp¨ªritu humano en su confrontaci¨®n con la palabra del otro, en la capacidad germinativa de una disposici¨®n interior movilizada por el di¨¢logo/debate. Estos caf¨¦s han sido objeto de fuerte contestaci¨®n por la academia filos¨®fica y publicaciones cultas tales como Le Monde de l'Education, Magazine Litt¨¦raire, etc¨¦tera, que los han acusado de populismo filos¨®fico y de banalizaci¨®n, cuando no falsificaci¨®n del saber de la filosof¨ªa. Esta objeci¨®n que no carece de fundamento ignora que el prop¨®sito de estos lugares no es entrar en el an¨¢lisis de los sistemas filos¨®ficos, sino por una parte someter a debate p¨²blico los grandes temas de nuestras sociedades contempor¨¢neas, y, por otra, impulsar la pr¨¢ctica de la ciudadan¨ªa mediante la aceptaci¨®n del otro y la escucha y el respeto de sus opiniones aunque disienta de ellas. Los caf¨¦s filos¨®ficos, que otros llaman caf¨¦s pol¨ªticos o ciudadanos, tienen que vivir con el ox¨ªmoron a cuestas que les hace existir: querer ser populares y rigurosos. Con todo, esta voluntad de introducir pensamiento y compromiso en las conversaciones de caf¨¦ es un proyecto valioso. En el que podr¨ªan tomar pie nuestras tertulias madrile?as -Caf¨¦ Gij¨®n, Alabardero, Caf¨¦ Comercial, etc¨¦tera- para reforzar su tradici¨®n de lugares de discusi¨®n y debate.
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