Delicadeza y rimas para una noche redonda
Las rimas del sevillano Tote King y las deliciosas melod¨ªas del sueco Peter von Pohel marcaron la primera noche de BAM en dos de sus escenarios m¨¢s distantes: el F¨®rum y la recoleta plaza de Joan Coromines. En la explanada del primer recinto, una multitud llen¨® el espacio sum¨¢ndose a la fiesta de la palabra rimada, mientras que en el segundo, la ¨ªntima y sutil elegancia de Von Pohel, un perfecto desconocido en Espa?a, subyug¨® a un p¨²blico que llen¨® el espacio ya con la ¨²ltima actuaci¨®n de la noche, la de los ingleses The Hidden Cameras. La variedad racial de la Rambla del Raval fue otro de los puntos destacados en un panorama de eclecticismo musical que siempre ha caracterizado al BAM.
Porque en la Rambla de Raval convivieron a lo largo de la noche turistas guiris alojados en alguno de los nuevos hoteles de las inmediaciones con esos otros extranjeros a los que en lugar de guiris se les llama inmigrantes cuando no de otras maneras. Junto a ellos, la t¨ªpica colonia de hippies que parecen haber encontrado una excusa para el sedentarismo en esa rambla que, reproduciendo la variedad de colores y vestimentas del p¨²blico, escuch¨® la vital mezcla de ritmos tradicionales y occidentales del marroqu¨ª Barry y el estupendo concierto de Desert Rebel, un grupo franco-tuareg cuya sonoridad se acercaba a la del hipn¨®tico blues africano de Ali Farka Toure. Los inevitables perros en tales concentraciones humanas y los aromas de kebab acompa?aron a la cantinela de los lateros, por lo general paquistan¨ªes que venden cervezas que se ignora c¨®mo mantienen frescas.
Por el contrario, el ambiente de la plaza de Joan Coromines era blanco, menudeaban las gafas de pasta y las ropas adquiridas en tiendas enrolladas, pongamos que de Gr¨¤cia, y las cervezas se compraban en el bar del CCCB. No hab¨ªa perros, cosa que se agradeci¨® especialmente en el concierto de Peter von Pohel, cuya aguda voz podr¨ªa haber provocado alg¨²n ladrido. Este artista sueco deslumbr¨® con un concierto de medida intimidad fundamentado en canciones estupendamente arregladas que defendi¨® con un cuarteto que se bast¨® para evocar delicadeza. L¨¢stima que la gratuidad promueva en algunos un volumen de conversaci¨®n y una desatenci¨®n al escenario francamente irrespetuosos, pero Von Pohel acab¨® por imponer su singular voz y su quebradiza sensibilidad. Fue un concierto precioso que en algunos momentos evoc¨® al mejor Kevin Ayers. Previamente los locales Mendetz evidenciaron con su m¨²sica que la globalizaci¨®n generada por Internet y los canales tem¨¢ticos por cable facilita que el post-punk bailable anglosaj¨®n tan de moda tenga ¨¦mulos en Barcelona.
Y para desplazarse desde el centro hasta el F¨®rum, nada m¨¢s recomendable que un agradable paseo en bicicleta por el litoral, comprobando c¨®mo la humedad se hac¨ªa bruma y obligaba a titilar las luces mientras las olas perd¨ªan su cabeza en unas playas mordidas por las recientes tempestades. Un fascinante espect¨¢culo no incluido en el programa de la Merc¨¨, pero que m¨¢s de un ciudadano disfrutaba ajeno al traj¨ªn que se intu¨ªa en el F¨®rum, donde en lugar de a kebab ol¨ªa a chistorra. En ese contexto arom¨¢tico tan racial, el hip-hop impuso su palabra y, con el recinto del auditorio al aire libre repleto (7.000 u 8.000 personas), Tote King descarg¨® las frases de Un tipo cualquiera, su ¨²ltimo disco. El p¨²blico se sab¨ªa todas y cada una de las letras, con especial ¨¦nfasis en canciones como Ni de ellos ni de ellas. Poco despu¨¦s, Sa?an Supa Crew, franceses y tambi¨¦n recitadores, retuvieron a un p¨²blico que, acabado el concierto, quiso entrar en la carpa Movistar, demasiado peque?a para ofrecer electr¨®nica gratis sin generar problemas de acceso. Los porteros de este recinto debieron de ser los ¨²nicos que no disfrutaron con la primera noche de fiestas.
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