La barca de Calder¨®n
Le propongo un plan, Calder¨®n. Se trata de llevar enga?ado a Fabio Capello hasta alguna de las suntuosas bodegas de la ribera del Duero con la excusa de una cata ben¨¦fica. All¨ª, harto de vino, quiz¨¢ fuera capaz de aceptar la siguiente alineaci¨®n: Casillas; Cicinho, Cannavaro, Ramos, Roberto Carlos; Diarra, Guti; Reyes, Van Nistelrooy, Ronaldo y Robinho. La operaci¨®n consiste en conseguir que se trague entero ese fabuloso equipo titular, aunque luego, jaleado por los amigotes que lo envuelven en aroma de habano y jam¨®n de bellota, ponga las comas donde quiera.
Har¨¢ falta mucha mano izquierda. Nuestro hombre tiene un ego que no cabe por la puerta grande de las Ventas, as¨ª que durante el guateque habr¨¢ que aguantar su mirada de cabo furriel y engatusarlo con ciertas concesiones: colgarle alg¨²n medall¨®n de merluza, a?adir algunos caballos al motor de sus coches, sacarle copia en el museo de cera por si decide suplantar al mu?eco o re¨ªrle sin pudor los bufidos y los estornudos.
Tambi¨¦n es probable que la simple menci¨®n de un equipo tan exuberante, con su arquero volador, sus laterales explosivos, sus centrales de batalla, sus cerebros complementarios, sus carrileros de v¨¦rtigo y sus dos goleadores de manual, le violente las hormonas. Para ¨¦l, las dos horas que los espectadores encomiendan a sus futbolistas favoritos, es decir, a los m¨¢s h¨¢biles, son tiempo perdido. En otras palabras, no trabaja para que sucedan cosas, sino precisamente para evitar que ocurran: quiere que los defensas no demoren el despeje, que los medios no pierdan la posici¨®n y que los delanteros no tiren alguno de esos recortes con los que se construye el gol del a?o. En su cabeza todo est¨¢ prohibido salvo el olor a casquer¨ªa.
Sin embargo ya no hay duda de que esta ley tan marcial empobrece el espect¨¢culo y conduce a los espectadores locales a un berrinche compulsivo de consecuencias incalculables. Conclusi¨®n: antes de que decidan lanzarlo por la ventana con sus seis millones de euros anuales en el bolsillo, conviene que hagamos algo por ¨¦l.
Descartada la hip¨®tesis de que Luciano Moggi, su jefe en la Juve, le eche otra mano, o la de que Frank Rijkaard le d¨¦ un cursillo de f¨²tbol moderno, s¨®lo queda la soluci¨®n de la bodega. All¨ª, entre copa y copa, Jos¨¦ Merc¨¦ puede cantarle aquello de "Han quitado el derecho que ten¨ªa / el vino a pasar sobre mis penas". En mitad de un jip¨ªo le deslizamos la alineaci¨®n so?ada, le explicamos el aut¨¦ntico significado de la expresi¨®n renacentista de Juanito "Noventa minuti in Bernab¨¦u son molto longo" y quiz¨¢ logremos hacerlo entrenador del Madrid.
No se preocupe por el coste del convite. Robinho, Reyes y la hinchada brindar¨ªan a su salud y se har¨ªan cargo de la cuenta.
Avanti, Calder¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.