Nuestro turismo es nuestra riqueza
Hace poco, en medio de una reuni¨®n de gente muy diversa, alguien pregunt¨® qui¨¦n de los presentes no ten¨ªa en su entorno familiar personas cuya ocupaci¨®n o profesi¨®n no estuviera relacionada de alg¨²n modo con el turismo. La respuesta fue contundente: nadie.
La mayor parte de la ciudadan¨ªa de Andaluc¨ªa est¨¢ relacionada, directa o indirectamente, con el fen¨®meno tur¨ªstico, lo cual, poni¨¦ndolo en pasiva, lleva a la conclusi¨®n de que sin ¨¦l los par¨¢metros en los que evoluciona el territorio ser¨ªan muy distintos y que, desde luego, nuestra tierra estar¨ªa menos desarrollada de lo que est¨¢ si a ella no llegaran cada a?o millones de visitantes.
Y sin embargo esa realidad a¨²n no es percibida n¨ªtidamente por la ciudadan¨ªa a tenor de lo que nos dicen las encuestas.
Si una de nuestras empresas industriales decide trasladarse a otro lugar fuera de nuestros l¨ªmites, la sociedad reacciona consecuentemente y por todos los medios trata de que ese hecho no se produzca; si una cat¨¢strofe natural provoca da?os en los cultivos, todo el mundo ver¨¢ l¨®gico que se concedan ayudas e, incluso, que se hagan llamadas al voluntariado para que acudan gentes a ayudar a la recuperaci¨®n de lo perdido.
No ocurre igual cuando baja el n¨²mero de personas que nos visitan, cuando vemos que quienes llegan gastan menos dinero, cuando las llegadas masivas tienen lugar solamente en determinadas ¨¦pocas del a?o, cuando se producen da?os importantes en el patrimonio monumental o natural o si no progresa adecuadamente la calidad de nuestros servicios destinados predominantemente a cuantos nos visitan.
Evidentemente esa endeblez en la respuesta obedece a que un alto porcentaje de andaluces todav¨ªa no ve el turismo como riqueza ni percibe nuestro patrimonio hist¨®rico, medioambiental, folcl¨®rico o humano como la fuente de la que puede manar una abundancia que no sea ¨²nicamente beneficio material inmediato sino capital para muy largo tiempo y diversificado en muchos campos.
Andaluc¨ªa es un territorio de Espa?a privilegiado clim¨¢ticamente, es una tierra muy vieja en la que la historia se pos¨® en muchas ocasiones y dej¨® magn¨ªficos restos, es una comunidad viva en la que sus gentes almacenan tradiciones perdidas en otras latitudes y aqu¨ª vivas y con expresiones magn¨ªficas y hasta sublimes y es, en fin, un enclave que se ha modernizado aceleradamente en el ¨²ltimo cuarto de siglo. Todos estos son valores nuestros y, especialmente el ¨²ltimo, conseguidos por nuestro esfuerzo y nuestro bien hacer.
Un bien hacer en el que hemos de seguir profundizando, al que hemos de ir a?adi¨¦ndole calidad. Toda esa riqueza que Andaluc¨ªa atesora a¨²n dista de llegar a su inversi¨®n ¨®ptima, a su puesta en valor completamente satisfactoria. La industria tur¨ªstica no tiene por qu¨¦ ser una estructura de potentes grupos econ¨®micos; es m¨¢s, la pr¨¢ctica viene demostrando lo contrario: que en este sector son mucho m¨¢s las empresas peque?as que las grandes, que es el esfuerzo local el que saca adelante la promoci¨®n de ciudades medias y comarcas y, en definitiva, que hay posibilidades y horizontes para todas
El D¨ªa Mundial del Turismo que, promovido por la Organizaci¨®n Mundial del Turismo, celebramos un a?o m¨¢s no puede ser por tanto para los andaluces, tanto de la costa como del interior, de las grandes ciudades y de los pueblos, una fecha m¨¢s entre las que, modernamente, pretenden poner de relieve determinados aspectos de la sociedad en la que vivimos; debe ser, de alguna manera, otro D¨ªa de Andaluc¨ªa, la jornada en la que todos reflexionemos sobre esta riqueza com¨²n que hemos de administrar bien y con imaginaci¨®n para que, como si se tratara de una cosecha, produzca buenos frutos y podamos dejar floreciente a quienes vengan despu¨¦s de nosotros.
Paulino Plata C¨¢novas es consejero de Turismo.
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