Realidad artificial
En sus noticias de ayer, Helena Resano (La Sexta) nos mostr¨® el ma?ana: las puertas se abrir¨¢n solas cuando nos acerquemos a ellas, y no har¨¢ falta llevar encima tarjetas de cr¨¦dito, pues los cajeros autom¨¢ticos proporcionar¨¢n el dinero ense?¨¢ndoles un dedo; el cuerpo convertido en llave maestra. Luego otro tipo de m¨¢quinas m¨¢s rebuscadas se pondr¨¢n a leer nuestras pasiones y anhelos, como han descifrado el de la sonrisa m¨¢s enigm¨¢tica de la historia del arte. En El intermedio (La Sexta), ahora acortado pero diario, se propon¨ªa una comparaci¨®n entre Mona Lisa y Marib¨¢rbola, la enana pintada por Vel¨¢zquez en la parte derecha de Las Meninas; si la Gioconda sonr¨ªe pl¨¢cida por sus embarazos, la adusta rigidez del rostro de Marib¨¢rbola ser¨ªa, seg¨²n el Gran Wyoming, indicio de que la pobre "no pillaba desde la Edad Media".
En Carta blanca (La 2), el escritor Ray Loriga se presentaba a s¨ª mismo antes de dar paso a sus invitados, y entre otros datos, uno c¨®mico: no le gusta ver al Papa en papam¨®vil, por la sencilla raz¨®n de que si Jesucristo hubiera tenido guardaespaldas hoy no habr¨ªa cristianismo. Loriga mont¨® un escenario bell¨ªsimo, salpicado de televisores (un gui?o, tal vez, al artista Nam June Paik) y dos sillas de firma que tuvieron tanto protagonismo como quienes se sentaron en ellas. La que ocupaba Ray era de Ron Arad, y la de enfrente de los Eames; preciosas ambas. Con Agust¨ªn D¨ªaz Yanes (que dedica a Loriga su pel¨ªcula Alatriste) se habl¨® de guiones y admiraciones mutuas, mostrando estos dos excelentes creadores una modestia ins¨®lita. Despu¨¦s cant¨® Christina Rosenvinge en ingl¨¦s y en castellano, y -desde la silla Eames- dijo algo que sus inteligentes palabras desment¨ªan. "Yo no pienso". Me gust¨® su m¨²sica, siendo yo m¨¢s bien de los que crecieron junto a Bob Dylan, uno de los gloriosos antiguos en la clasificaci¨®n del ¨²ltimo sentado de la noche, Enrique Vila-Matas, que tendi¨® un vertiginoso puente de genios verdaderos entre Dylan y Marguerite Duras. L¨¢stima que, tras ese espacio elocuente y elevado, Eva Hache (Cuatro) nos bajara a la seca realidad: gracias al Tribunal Constitucional, el Estatut cabalga de nuevo.
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