Llegan los huertos de medicamentos
F¨¢rmacos y vacunas se producen ya por ingenier¨ªa gen¨¦tica en cultivos vegetales
Uno de los personajes de una conocida pel¨ªcula sobre el futuro de la humanidad dec¨ªa: "He visto campos inmensos donde se cultivaban humanos". Parece que todav¨ªa estamos lejos de semejante escena, pero no tanto de comentar desde la ventanilla del coche: "Mira, un campo de vacunas contra el c¨®lera", o de un f¨¢rmaco contra el sida, o de un cultivo de hemoglobina.
Desde hace algo m¨¢s de una d¨¦cada, las zanahorias, el arroz o el ma¨ªz ya no son lo que parecen. El anaranjado tejido del tub¨¦rculo y los granos de los cereales se han convertido, por obra y gracia de la ingenier¨ªa gen¨¦tica, en aut¨¦nticas f¨¢bricas en las que se producen f¨¢rmacos de distinta naturaleza o vacunas destinadas a los humanos. Con este procedimiento, conocido como agricultura molecular, el debate est¨¢ servido. Unos dicen que es la forma m¨¢s barata, r¨¢pida y segura de producir medicamentos, y otros aseguran que no s¨®lo puede tener un impacto incalculable sobre el medio ambiente, sino que esos tratamientos podr¨ªan acabar en el delicioso panach¨¦ de verduras de miles de personas que no tienen ninguna necesidad de ellos.
Los defensores del sistema aseguran que ofrece resultados r¨¢pidos y seguros. Los detractores resaltan los peligros para el medio ambiente
La Universidad de Lleida 'dise?a' gen¨¦ticamente plantas que producen un anticuerpo contra el sida y despu¨¦s viajan a Alemania para su cultivo
La metodolog¨ªa se desarrollaba casi exclusivamente en Estados Unidos. Pero en los ¨²ltimos a?os, la actividad en ese pa¨ªs est¨¢ disminuyendo mientras que estas particulares f¨¢bricas de medicamentos proliferan en Europa y en zonas en v¨ªas de desarrollo, fundamentalmente en Suram¨¦rica. En Espa?a, la Universidad de Lleida se encarga de dise?ar gen¨¦ticamente plantas que producen un anticuerpo contra el sida, y que, seg¨²n explica Paul Christou, un investigador que dirige el trabajo en la instituci¨®n catalana, despu¨¦s viajan a Alemania para ser cultivadas. Adem¨¢s, en los ¨²ltimos a?os se han creado tres empresas dedicadas a la agricultura molecular, dos en Madrid y una en Barcelona. Una de las instaladas en la capital, Agrenvec, mantiene actividad desde hace algunos a?os, mientras las otras dos comienzan su andadura.
La raz¨®n para emplear esta tecnolog¨ªa surge de la sofisticaci¨®n de la terap¨¦utica. Los f¨¢rmacos ya no son peque?as mol¨¦culas que se pueden sintetizar qu¨ªmicamente en el laboratorio, sino productos muy voluminosos que requieren instalaciones de coste muy elevado. Los defensores de la agricultura molecular aseguran que las f¨¢bricas verdes son mucho m¨¢s baratas e incluso m¨¢s seguras. "Nuestro sistema abaratar¨¢ los costes de producci¨®n entre cien y mil veces", afirma Antonio Molina, director ejecutivo de Agrenvec.
Sin embargo, parece que el panorama todav¨ªa no est¨¢ tan claro. "La idoneidad de las plantas como productoras de prote¨ªnas todav¨ªa no est¨¢ determinada completamente", escrib¨ªa el a?o pasado Aziz Elbehri, un analista financiero del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Despu¨¦s de dise?adas en el laboratorio, las f¨¢bricas verdes pasan a cultivo. Y aqu¨ª comienzan los problemas, por el riesgo de contaminaci¨®n y de transferencia del material gen¨¦tico a otros organismos. Los conflictos parecen evitarse cuando las plantas crecen confinadas en invernaderos controlados.
Molina subraya que la tecnolog¨ªa que ellos han desarrollado y patentado no produce plantas transg¨¦nicas y, por tanto, no hay riesgo de transferencia. Sin embargo, en la inmensa mayor¨ªa de los casos, el objetivo es ocupar importantes extensiones de terreno con vegetales transg¨¦nicos para poder cosechar grandes cantidades de f¨¢rmacos. Para la Uni¨®n de Cient¨ªficos Involucrados (EE UU), la ventaja econ¨®mica de este sistema "depender¨¢ de las medidas necesarias para proteger los cultivos de contaminaci¨®n".
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