Ellas consiguieron votar
Una exposici¨®n revive la batalla que libraron las mujeres en la Rep¨²blica para que se aprobase su derecho al sufragio
Cost¨® arrancarlo. Despu¨¦s de varios d¨ªas de feroces discusiones en el Congreso, el 1 de octubre de 1931 las Cortes Constituyentes aprobaron el sufragio femenino. "?Viva la Rep¨²blica de las mujeres!", grit¨® un diputado despechado. "?Viva la Rep¨²blica, que tambi¨¦n es de las mujeres!", le replic¨® una se?ora. Setenta y cinco a?os despu¨¦s, el Instituto de la Mujer presenta una exposici¨®n en los jardines de la estaci¨®n de Atocha que recuerda este logro y recoge las m¨¢s importantes asociaciones de mujeres de la ¨¦poca. La estrella es Clara Campoamor, bajo el trasfondo y el recuerdo de las sufragistas norteamericanas e inglesas. Diversas organizaciones feministas tambi¨¦n desgranar¨¢n otros actos sobre la figura de Campoamor y el logro hist¨®rico del sufragio femenino.
Otro diputado apostill¨® que la mujer era todo pasi¨®n y emoci¨®n, sin esp¨ªritu cr¨ªtico
S¨®lo hab¨ªa 40 votos por medio: 161 votos a favor y 121 en contra. Ni se restring¨ªa ese derecho como quer¨ªan algunos ni se aplazaba hasta que las espa?olas, muchas de ellas ancladas en la sumisi¨®n al marido y la obediencia al confesor, sintieran suya la Rep¨²blica y estuvieran preparadas, como hab¨ªa pedido la diputada radical-socialista Victoria Kent. La hoy abogada Mar¨ªa Telo, entonces una estudiante de 16 a?os que iba a cursar Derecho al a?o siguiente en la Universidad de Salamanca, recuerda aquel primer hito en la historia de las mujeres: "El debate acapar¨® la atenci¨®n nacional. Lo segu¨ª por las estupendas cr¨®nicas de Josefina Carabias. El voto fue lo primero que consigui¨® la mujer. Segu¨ªa siendo una eterna menor respecto al marido y no ten¨ªa personalidad jur¨ªdica, pero al menos pod¨ªa votar", se?ala Telo. Sabe bien de lo que habla: las incipientes esperanzas de cambio para la mujer quedaron ahogadas por la Guerra Civil y la dictadura. Habr¨ªa que esperar a 1975 para que la espa?ola obtuviera plena capacidad jur¨ªdica.
El padre de Mar¨ªa Telo, notario, quer¨ªa que la ni?a hiciera tambi¨¦n notar¨ªas, as¨ª que en su casa agradecieron que la Rep¨²blica permitiera a la mujer opositar a este cuerpo del Estado. Antes, en tiempos de Miguel Primo de Rivera, las escasas estudiantes de Derecho, las pioneras, ten¨ªan cerrada esta salida. Pero poco le dur¨® a Mar¨ªa Telo la llamada familiar a perpetuar la notar¨ªa. Al acabar Derecho, vino el golpe militar del 36, la Guerra Civil, y la dictadura impuesta por los vencedores. Las oposiciones a notar¨ªas y otras salidas profesionales volv¨ªan a estar vedadas a la mujer. Mar¨ªa Telo se olvid¨® de las oposiciones y abri¨® despacho de abogada. Si ten¨ªa clientes pod¨ªa ejercer, le dijeron y, qu¨¦ curioso, los tuvo. A la falangista Mercedes Formica le hab¨ªa ocurrido lo mismo: hab¨ªa ganado la guerra, pero no pod¨ªa entrar en la carrera diplom¨¢tica. Formica y Telo fueron de las primeras abogadas que abrieron bufete en el Madrid de la posguerra. Con los a?os, Formica ayud¨® a eliminar algunos de los m¨¢s chirriantes privilegios masculinos, con la reforma de 1958, llamada en su honor reformica.
Por entonces Mar¨ªa Telo hab¨ªa conocido ya personalmente a Clara Campoamor en un congreso de la Federaci¨®n Internacional de Juristas, celebrado en Bruselas en 1958. Se gener¨® una gran complicidad y, a trav¨¦s de la Asociaci¨®n de Mujeres Juristas, Telo prosigui¨® las reivindicaciones feministas pendientes en el campo del Derecho.
"Si Campoamor no hubiera empleado todos sus recursos de oratoria y su convicci¨®n, el voto podr¨ªa no haber salido, a pesar del compromiso republicano", reconoce Mar¨ªa Telo. Ya era una paradoja que la mujer pudiera ser elegida y no pudiera elegir. El Gobierno republicano hab¨ªa autorizado el 8 de mayo de 1931 que las mujeres (y los sacerdotes) pudieran presentarse en las candidaturas, pero el voto se postergaba a una futura discusi¨®n en las Cortes. Campoamor se present¨® por el partido Radical y Victoria Kent por el radical-socialista. Fueron elegidas. Meses despu¨¦s, Margarita Nelken recib¨ªa el acta de diputada socialista por Badajoz y se incorporaba al Congreso.
Clara Campoamor era la ¨²nica mujer en la Comisi¨®n Constitucional y se qued¨® de piedra cuando el art¨ªculo que deb¨ªa consagrar la igualdad entre hombres y mujeres terminaba as¨ª: "Se reconoce, en principio, la igualdad de derechos de los dos sexos". ?En principio? Campoamor ten¨ªa 43 a?os, hab¨ªa estudiado Derecho en la treintena, era una mujer hecha a s¨ª misma, y muy tenaz. "Le preocupaba que ese matiz, copiado de la Constituci¨®n de Weimar, fuera un obst¨¢culo para el sufragio femenino", rememora Telo. En principio, no fue as¨ª: todos los partidos apoyaron el voto en la Comisi¨®n, pero dieron un vuelco en la discusi¨®n en la C¨¢mara. Jos¨¦ ?lvarez Buylla, compa?ero de partido de Campoamor, abri¨® la caja de los truenos al asegurar que darle el voto equival¨ªa a poner "en sus manos un arma pol¨ªtica que acabar¨ªa con la Rep¨²blica".
Otro diputado apostill¨® que la mujer era toda pasi¨®n y emoci¨®n, sin esp¨ªritu cr¨ªtico. Hubo enmiendas peregrinas, como la de elevar la edad electoral de la mujer a los 45 a?os o aplazar el ejercicio del voto femenino. Esta ¨²ltima postura la defendi¨® Kent, convencida de que no era oportuno dar en ese momento un derecho en el que sin embargo cre¨ªa. La votaci¨®n sali¨® y el 14 de octubre las damas del Lyceum Club celebraban el triunfo.
Campoamor muri¨® en 1972, tres a?os antes que Franco. Con la Constituci¨®n de 1978 y la ley del divorcio de 1981, se extinguieron los ¨²ltimos flecos discriminatorios.
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