Idomeneo
La ?pera de Berl¨ªn retira de su programa Idomeneo, de Mozart, por temor a que la puesta en escena ofenda la sensibilidad del Islam y de ello se deriven actos violentos. Por lo visto, hubo amenazas, y aunque as¨ª no fuera, siempre pesa la amenaza urbi et orbe que preside de oficio la cuesti¨®n. Artistas e intelectuales han reprobado esta forma de censura y muchos pol¨ªticos alemanes se han manifestado contra lo que juzgan un atentado a la libertad. Difieren los encargados de seguridad, que no son mel¨®manos y no ven raz¨®n para hacer horas extras y asumir graves responsabilidades por una bobada.
La historia de Idomeneo est¨¢ en la Eneida. En peligro de naufragio de regreso a Creta, procedente de la guerra de Troya, Idomeneo promete sacrificar a Neptuno la primera criatura que vea al pisar tierra. Esta criatura resulta ser su hijo. Mozart compuso por encargo una ¨®pera bastante floja sobre este asunto, tr¨¢gico seg¨²n los c¨¢nones, pero carente de inter¨¦s desde el punto de vista ¨¦tico. Salt¨¢ndose el libreto a la torera, en la versi¨®n de Berl¨ªn que hoy nos ocupa, Idomeneo opta por lo m¨¢s sensato: en vez de matar a su hijo, le corta la cabeza a Neptuno y, metido en faena, a Jesucristo, a Buda y a Mahoma. La idea es buena y se podr¨ªa mejorar incluyendo entre las cabezas cortadas la de quien la tuvo.
Con excepciones, entre las que se cuenta el Liceo de Barcelona, el repertorio oper¨ªstico de los grandes coliseos es aburrido, previsible y polvoriento. Dependiente de subvenciones oficiales por su elevado costo, la ¨®pera se ha vuelto un espect¨¢culo destinado a un p¨²blico mayoritariamente pudiente y conformista que s¨®lo quiere o¨ªr lo que conoce por voces afamadas y que no est¨¢ dispuesto a tolerar una m¨²sica m¨¢s osada que la de Puccinni, aunque s¨ª a escandalizarse con la exhibici¨®n de destripamientos justificados por una supuesta interpretaci¨®n politizada de unos melodramas que nunca fueron m¨¢s que meros soportes de las partituras. Convertir Idomeneo en un manifiesto contra la opresi¨®n inherente a todas las religiones es una simpleza reduccionista y reaccionaria, apta para ofender a fan¨¢ticos igual de simples, reduccionistas y reaccionarios. El terrorismo es un asunto muy serio, y la soluci¨®n no pasa por pastelear el libreto.
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