Peajes inofensivos
Seg¨²n publicaban hace unos d¨ªas diversos medios de comunicaci¨®n, en los pr¨®ximos a?os deber¨¢ ponerse en marcha, en algunas de nuestras principales carreteras, un nuevo sistema de peaje orientado a gravar a los veh¨ªculos pesados -de m¨¢s de 3,5 toneladas- con un canon por el uso de las v¨ªas por las que transitan. Se trata de aplicar una directiva europea, orientada a fomentar un modelo de transporte sostenible, que tiene como principal fundamento la idea, tan querida entre los bur¨®cratas de Bruselas, de que "el que contamina paga", lo que en el caso de las carreteras se concreta en "quien utiliza, paga".
Esta filosof¨ªa, y este modo de proceder, responden a una creencia, bastante extendida en la econom¨ªa m¨¢s ortodoxa, seg¨²n la cual el mercado siempre es capaz, por s¨ª mismo, de solucionar los problemas medioambientales -y otros generados por las actividades humanas- mediante el env¨ªo de se?ales a trav¨¦s de los precios. Para ello es preciso que el usuario, o consumidor, note que la utilizaci¨®n de un determinado recurso se encarece, al imputarse tambi¨¦n el coste del deterioro -externalidad- causado en el medio mediante su internalizaci¨®n -tasa, canon, o peaje, que repercute en el precio-. Se trata de demostrar, a trav¨¦s del mercado, que algunos recursos no son gratuitos, que la contaminaci¨®n tiene un coste o que las carreteras no caen del cielo.
Sin embargo, esta forma de razonar -y de actuar- presenta algunos problemas, habi¨¦ndose demostrado muy poco ¨²til como terapia para tratar determinados asuntos. Como se ha se?alado en no pocas ocasiones, es bastante m¨¢s eficaz legislar sobre la forma en que se pueden o no llevar a cabo algunas actividades, prohibiendo incluso aquellas pr¨¢cticas nocivas para la sociedad, que intentar persuadir a sus promotores mediante tasas o a trav¨¦s de multas. Porque algunos agentes econ¨®micos prefieren pagar, y seguir contaminando, que modificar sus sistemas de producci¨®n. Ahora bien, cuando se trata de un asunto como el que aqu¨ª nos ocupa -el del transporte de mercanc¨ªas por carretera-, la cosa raya en lo grotesco. Pretender que, en ausencia de otras alternativas, vaya a disminuir el tr¨¢fico de camiones por el simple hecho de encarecer el tr¨¢nsito por algunas v¨ªas, es simplemente absurdo. Puede llegar a aceptarse que, en determinadas condiciones, una empresa puede decantarse por determinada tecnolog¨ªa o determinada fuente de energ¨ªa menos contaminante como consecuencia de la carest¨ªa de aqu¨¦llas que ven¨ªa utilizando. Pero pensar que los camiones van a desaparecer de nuestras carreteras por el simple encarecimiento del uso de ¨¦stas constituye, cuanto menos, una ingenuidad, pues no parece l¨®gico pensar que las empresas de transporte vayan a ser las que se inviertan en redes ferroviarias u otras alternativas.
En Euskadi, casi el 80% del transporte de mercanc¨ªas se realiza por carretera, lo que contrasta con otros pa¨ªses en los que gran parte del mismo se realiza por ferrocarril. Por otro lado, la tasa de camiones por cada mil habitantes es, en el Pa¨ªs Vasco, un 30% superior a la media europea. Estas cifras, absolutamente escandalosas, no van a corregirse f¨¢cilmente mediante la instauraci¨®n de nuevos peajes. Como mucho, ¨¦stos podr¨¢n contribuir a incrementar la base de los que tributan, haciendo que los veh¨ªculos pesados que pasan por Euskadi aporten tambi¨¦n su cuota para el mantenimiento de nuestro sistema viario. Sin embargo, la soluci¨®n al grav¨ªsimo problema que constituyen los elevados tr¨¢ficos de mercanc¨ªas por carretera reside, en los fundamental, en el dise?o de otras alternativas para dicho transporte, comenzando por un replanteamiento de nuestro mapa ferroviario, que considere el conjunto de temas que afectan a nuestro territorio, en lugar de empe?arse en una alternativa r¨ªgida, de enorme impacto ecol¨®gico y limitado efecto social.
Mientras tanto, los nuevos peajes ser¨¢n inofensivos, y los camiones seguir¨¢n invadiendo nuestras carreteras. Al tiempo.
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