El alma de la ciencia
Considera el autor que la falta de una buena educaci¨®n cient¨ªfica est¨¢ en la base del d¨¦ficit de investigaci¨®n en nuestro pa¨ªs.
El principal objetivo actual de la pol¨ªtica econ¨®mica es conseguir un aumento sostenido de la productividad. Lo ha dicho el ministro de Econom¨ªa Pedro Solbes y lo dijo en su d¨ªa Rodrigo Rato. Se trata de ser capaces de producir m¨¢s trabajando menos, para luego poder irnos a casa a descansar. La productividad es, de hecho, el factor clave para poder conseguir un crecimiento per capita en el largo plazo y para sostener los actuales niveles de renta, y preocupa que estemos a¨²n tan lejos de alcanzar en la materia a los siempre aplicados vecinos de la UE. La receta para converger es clara: tenemos que usar m¨¢s y mejor las tecnolog¨ªas, siendo necesario el dedicar mayores esfuerzos a las labores de investigaci¨®n, al desarrollo y a la innovaci¨®n; a lo conocido como I+D+i.
Hay que utilizar nuevos indicadores cient¨ªficos. Por ejemplo: ?cu¨¢l fue la venta de microscopios y telescopios el ¨²ltimo a?o?
Pero detr¨¢s de este inusual consenso pol¨ªtico se esconde un aspecto olvidado, un valor intangible dif¨ªcilmente creable, un activo raro que cuando aparece deber¨ªamos esforzarnos en proteger; me estoy refiriendo a la llama que sirve para prender el esp¨ªritu cient¨ªfico. ?Se han preguntado ustedes de d¨®nde viene esa curiosidad que algunos ni?os deciden mantener de mayores?, ?qu¨¦ fascinaci¨®n loca les hace algunos preguntarse por el funcionamiento de las cosas?, ?cu¨¢l es el origen de esa man¨ªa por pensar que impulsa a muchos j¨®venes a dedicar sus vidas a la ciencia y al arte? Lo desconocemos, es como la energ¨ªa: no sabemos de d¨®nde viene ni a donde va; simplemente, sabemos que est¨¢. Es aqu¨ª, en este misterioso fondo, donde residen, agazapadas -como si eso de la productividad no fuera con ellas-, algunas de las claves para una pol¨ªtica econ¨®mica y cient¨ªfica de calidad.
Seg¨²n el Manual de Frascati, la investigaci¨®n (I) es "aquella actividad que tiene por fin el incremento del conocimiento, sin perseguir, en principio, la aplicaci¨®n del resultado"; el desarrollo (D), en cambio, es aquel "trabajo derivado de la investigaci¨®n y dirigido a crear nuevos productos"; y la innovaci¨®n (i) es "la introducci¨®n de nuevos productos en el mercado".
Mi tesis es que nuestro pa¨ªs no anda tan escaso de personas orientadas al mercado (D+i) como de cient¨ªficos absortos en su propia ciencia (I). El inter¨¦s por el conocimiento en nuestro pa¨ªs es bajo, reconozc¨¢moslo, incluso entre los titulados universitarios. Es tambi¨¦n llamativa la escasa presencia de instituciones cient¨ªficas desinteresadas o de sociedades acad¨¦micas que, sin un objetivo claro, realizan sus actividades por puro placer ocioso.
El sonoro suspenso obtenido en la encuesta PISA, que ha comparado las destrezas escolares entre alumnos de la OCDE, es s¨®lo el preludio de lo que se nos avecina. Tenemos que ser conscientes de que la educaci¨®n cient¨ªfica de los j¨®venes es al menos tan importante -m¨¢s, incluso-, que la propia investigaci¨®n, y que no se puede improvisar. Nos podr¨ªa pasar si no como al eminente cient¨ªfico Blaise Pascal cuando dijo: "Lo ¨²ltimo que supe es por d¨®nde empezar".
Es urgente potenciar la locura cient¨ªfica en nuestra sociedad. ?Recuerdan el famoso patinazo de Lord William Kelvin cuando dijo solemnemente: "Las m¨¢quinas voladoras m¨¢s pesadas que el aire son imposibles"? Necesitamos m¨¢s inventores de artilugios destartalados, m¨¢s alquimistas locos que sue?en con convertir los males humanos en oro, estamos faltos de m¨²sicos penitentes que viven peor que Carpanta; de matem¨¢ticos chalados que sacan de sus chisteras teoremas imposibles, y de te¨®ricos infatigables que levantan sobre la nada autenticas quimeras intelectuales. Esta enajenaci¨®n sana es el caldo de cultivo, la sopa primigenia, en donde surgen los descubrimientos y las ideas novedosas.
Es necesario que utilicemos unos nuevos indicadores cient¨ªficos. Por ejemplo: ?cu¨¢l fue la venta de microscopios y telescopios en este ¨²ltimo a?o?, ?cu¨¢ndo fue la ¨²ltima vez que jug¨® usted con el Quimicefa o con el Escatr¨®n?, ?sabe usted que hay dentro de un exprimidor?, ?sabe su hijo porqu¨¦ no se cae un australiano?, y ?cu¨¢ndo vio, pero realmente, un documental del canal Natura sin desplomarse dormido?
Propongo como asignatura obligatoria el descacharrar televisores y recolectar conchitas en la playa. En las empresas, todas las semanas se construir¨¢ un avi¨®n de papel gigantesco al que se subir¨¢ el jefe. Los vagos estudiar¨¢n con ah¨ªnco f¨ªsica cu¨¢ntica para poder estar en la oficina y en la playa al mismo tiempo mediante el conocido efecto t¨²nel, y en los hospitales aplicar¨¢n sus conocimientos de biolog¨ªa celular para conseguir, por mitosis, multiplicarse para as¨ª dividir la lista de espera.
Los adolescentes m¨¢s avispados explicar¨¢n a sus madres c¨®mo por un principio entr¨®pico su cuarto tiende a un desorden natural y nada puede hacerse, y muchos angustiados se agolpar¨¢n en las consultas de los psiquiatras al enterarse que el principio de evoluci¨®n dirige inexorablemente el universo hacia una muerte t¨¦rmica.
Einstein sol¨ªa decir que el "cient¨ªfico encuentra su recompensa en el placer de la comprensi¨®n, y no en las posibilidades de aplicaci¨®n que cualquier descubrimiento pueda conllevar". Mi padre, de manera m¨¢s modesta, dice que con la tripa llena no se puede descubrir nada. Incuso hubo un notable fisi¨®logo lleg¨® a negarse a comer hasta comprender del todo el proceso de la digesti¨®n.
Tampoco hay que pasarse. Ser¨ªa suficiente con que promovi¨¦semos el esp¨ªritu creador entre los m¨¢s j¨®venes, que lo dej¨¢ramos fluir libremente y que procur¨¢semos para los buenos cient¨ªficos unas condiciones de vida normales y un poco m¨¢s estables. El camino m¨¢s f¨¢cil es a veces el m¨¢s complicado.
Mikel Gonz¨¢lez Ruiz de Eguino es ingeniero.
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