Una feria en la Tate Modern
El artista Carsten H?ller presenta 'Test Site', la instalaci¨®n de toboganes que se abre hoy en la sala de turbinas del museo londinense
El artista Carsten H?ller invita al p¨²blico a descender por cinco toboganes gigantes que ha instalado en la sala de turbinas del Museo Tate Modern, en Londres. Produce una sensaci¨®n especial subir por la rampa de acceso a la puerta y encontrarse con ese lugar de 152 metros de largo y 35 metros de altura. All¨ª cuelgan ahora los toboganes, que remiten a la idea de las entra?as del edificio. Es la s¨¦ptima obra de la serie Unilever, uno de los sellos de distinci¨®n del museo m¨¢s visitado del mundo -m¨¢s de cuatro millones de personas el pasado a?o- y lo m¨¢s cercano a la coronaci¨®n popular de un artista. Desde la primera instalaci¨®n, ha sido uno de los acontecimientos art¨ªsticos en Londres. Louise Bourgeois, el espa?ol Juan Mu?oz, Anish Kapoor, Bruce Nauman, Olafur Elliason y Rachel Whiteread han sido los predecesores de H?ller, con obras que no dejado indiferentes a nadie. H?ller sucede la brit¨¢nica Whitered, cuyo montaje de cajas blancas plastificadas no figura entre lo mejor de su obra. De las cajas se pasa a los largos toboganes tubulares que cuelgan desde los distintos niveles del museo. Toboganes reales, adem¨¢s. Los visitantes podr¨¢n descender a una velocidad de v¨¦rtigo por las entra?as ideadas por Holler.
"Es un parque de atracciones para el cuerpo y la mente", explic¨® su autor
Dentro de los toboganes, sube la adrenalina y la sensaci¨®n de peligro se mezcla con brotes de euforia al dejarse caer por las sinuosas formas tubulares. Titulada Test Site, la obra hoy al p¨²blico, es ciertamente un colosal experimento y una experiencia trepidante. Los toboganes confluyen a los pies de la antigua central el¨¦ctrica, bajo el puente de un entresuelo. Construidos en acero inoxidable y cubiertos de pl¨¢stico transparente, toman diferentes curvas al tiempo que bajan desde distintas alturas. El m¨¢s elevado parte de la planta quinta del museo, y en sus 55,5 metros de recorrido acusa un descenso de 26,5 metros. Hay que dejarse resbalar sobre una tela de saco, con los pies por delante y los brazos pegados al cuerpo. Son algunas de las reglas impuestas para prevenir accidentes graves.
La experiencia produce sentimientos enfrentados: p¨¢nico, claustrofobia, euforia, alegr¨ªa. Unos chillan, otros cierran los ojos y la mayor¨ªa sonr¨ªe al tocar suelo firme. Lo han acolchonado con aislantes de goma, pero alguno sali¨® ayer magullado de los revolcones de la ca¨ªda. "Es un parque de atracciones para el cuerpo y la mente", se?al¨® ayer H?ller al desvelar su propuesta escult¨®rica y divertido medio alternativo de transporte.
H?ller naci¨® en Bruselas en 1969, se cri¨® en Alemania y reside actualmente en Suecia. Explora las funciones y los efectos de los toboganes desde 1998, y ha construido desde entonces instalaciones para museos y espacios abiertos. En el medio privado destacan sus rampas para las oficinas de Miuccia Prada, en Mil¨¢n. Todas ellas y las dise?adas a medida de la sala de Turbinas constituyen, en la visi¨®n de su creador, una forma pr¨¢ctica y ecol¨®gica de transporte. Tambi¨¦n le interesa la interactividad de las estructuras desfilantes, adem¨¢s de su cualidad escult¨®rica.
H?ller acierta en su propuesta para el museo londinense. Los cinco toboganes parecen ya parte integrante de la estructura de la sala de Turbinas. Sigue la ruta inaugurada, en 2000, por Louise Bourgeois, con sus gigantes ara?as, y abonada dos a?os despu¨¦s por el fallecido escultor espa?ol Juan Mu?oz, con su magn¨ªfica instalaci¨®n Double Blind, a dos alturas y con sendos mundos ilusorios. The Weather Project, del dan¨¦s Olafur Eliasson, fue sin duda la instalaci¨®n m¨¢s popular de la serie Unilever, patrocinadores de los proyectos construidos espec¨ªficamente para la sala de Turbinas. Un gran sol ilumin¨® y calent¨® el esp¨ªritu de miles de visitantes, que tend¨ªan a tumbarse en el suelo para saborear la experiencia.
Cada artista se ha aproximado desde una perspectiva particular al gigantesco espacio vac¨ªo y, de hecho, Bruce Nauman as¨ª lo dej¨® en 2005: absolutamente vac¨ªo, pero lleno de sonido. Anish Kapoor, en cambio, extendi¨® su membrana roja de PVC, titulada Marsyas, por todo el recinto, mientras que Rachel Whiteread se refugi¨® en la parte trasera, donde recre¨® un paisaje invernal, o tal vez una ciudad del futuro, con 14.000 moldes de pl¨¢stico blanco de cajas de embalaje.
H?ller convierte ahora la sala de turbinas en una feria de atracciones para adultos y menores. Todos se unen al experimento, incluso los que no se atreven a deslizarse por los toboganes. Porque inevitablemente observar¨¢n el descenso, desde las distintas plantas del museo o desde el destino final de las cinco estructuras. "La experiencia de los parques de atracciones est¨¢ subvalorada. ?sta no es s¨®lo una experiencia recreativa, sino que engloba mucho m¨¢s", explic¨® ayer el creador de Test Site.
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