"Estamos en la 'zona cero' de la ¨¦tica"
Martin Scorsese (Nueva York, 1942) es ya un patriarca del cine. El autor de Taxi driver, The last waltz, Goodfellas y Gangs of New York acaba de estrenar en Estados Unidos su ¨²ltima pel¨ªcula, The departed (Infiltrados en la versi¨®n espa?ola), con espectacular ¨¦xito de p¨²blico. Se trata de una obra espl¨¦ndida que llegar¨¢ a Espa?a el pr¨®ximo 27 de octubre. En esta entrevista, realizada en un hotel romano, Scorsese habla de las consecuencias del 11 de septiembre, de la enfermedad moral que, seg¨²n ¨¦l, se adue?a del mundo y de los fantasmas cinematogr¨¢ficos que le acompa?an durante los rodajes.
Pregunta. Vuelve usted a una historia de mafiosos. Pero esta vez no son italianos, sino irlandeses.
"Mi catolicismo, por el barrio neoyorquino en que nac¨ª, es m¨¢s irland¨¦s que italiano. Y no hay nadie m¨¢s fatalista que un cat¨®lico irland¨¦s"
"Admiro a los optimistas. Me parece admirable cualquiera que hoy sea optimista sobre la tendencia de las civilizaciones mundiales"
Respuesta. El guionista, William Monahan, sac¨® el argumento de una pel¨ªcula hecha en Hong Kong llamada Infernal Affaires. Y lo traslad¨® a los ambientes americano-irlandeses de Boston. Yo, la verdad, no ten¨ªa ning¨²n inter¨¦s en hacer un remake ni en trabajar con actores de acento irland¨¦s. Pero cuando le¨ª el gui¨®n me obsesion¨¦ con ¨¦l.
P. Y no tuvo la tentaci¨®n de italianizarlo.
R. No. Despu¨¦s de leerlo, no.
P. ?Qu¨¦ le gust¨® de la historia? ?La ambiguedad?
R. Me gust¨® el juego psicol¨®gico de los personajes, enfrentados a un ciclo en el que se suceden hasta el infinito confianza y traici¨®n, confianza y traici¨®n. Ese mecanismo perverso de la confianza continuamente defraudada crea un mundo de absoluta ambig¨¹edad moral, una especie de zona cero de la ¨¦tica que estamos y de alguna forma, refleja el ¨¢nimo desesperanzado de Estados Unidos, y creo que de gran parte del planeta. Refleja las consecuencias del 11 de septiembre de 2001. El personaje m¨¢s moral de la pel¨ªcula es Billy (el polic¨ªa infiltrado en la mafia, interpretado por Leonardo DiCaprio), un tipo sometido a una terrible presi¨®n porque se sumerge en un ambiente amoral. Hoy en d¨ªa, las fronteras entre el bien y el mal est¨¢n desapareciendo, ?no le parece? Poco a poco, un sentimiento de ira fue adue?¨¢ndose de m¨ª y de todo el equipo, empezando por los actores.
P. ?Ira? ?Por qu¨¦?
R. Ira contra el mundo en que vivimos.
P. Eso, supongo, afect¨® al rodaje.
R. Yo me re¨²no diariamente con los actores, antes de cada escena, y quiz¨¢ puedo influir en su estado de ¨¢nimo. Y cambio cosas continuamente. Termin¨¦ la pel¨ªcula hace tres semanas, justo antes del estreno en Estados Unidos. Ya se vend¨ªan entradas cuando a?ad¨ª la ¨²ltima escena.
P. Dice que el 11 de septiembre y lo ocurrido despu¨¦s, supongo que en referencia al miedo y al recorte de libertades, le genera ira y desesperaci¨®n.
R. S¨ª. Pero eso ni se me pas¨® por la cabeza cuando planificaba el rodaje. Fueron sentimientos surgidos despu¨¦s, durante el trabajo con los actores.
P. A mediados de los 40, las cosas estaban peor: Auschwitz, Hiroshima... Es dif¨ªcil para el ser humano caer m¨¢s bajo.
R. Yo era muy joven entonces.
P. S¨ª, pero conoce muy bien el cine de la ¨¦poca. Durante unos a?os, despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, el cine fue optimista.
R. Cierto. Yo admiro a los optimistas. Me parece admirable cualquiera que hoy sea optimista sobre la tendencia de las diversas civilizaciones mundiales. Pero hay que reconocer que tenemos problemas graves, profundos. Una extra?a enfermedad est¨¢ erosionando nuestra ¨¦tica y nuestras almas. ?sa es la base real de la pel¨ªcula, la fuente de inspiraci¨®n. Vuelvo a los motivos por los que la historia deb¨ªa desarrollarse en un ambiente irland¨¦s: por el fatalismo. Mi catolicismo, por el barrio neoyorquino en que nac¨ª, es m¨¢s irland¨¦s que italiano. Y no hay nadie m¨¢s fatalista que un cat¨®lico irland¨¦s. Hab¨ªa una frase fant¨¢stica en el gui¨®n que al final no conseguimos encajar. El jefe mafioso, Jack Nicholson, est¨¢ hablando con un viejo obrero del barrio que nunca quiso integrarse en la mafia, y le respeta por eso. Nicholson le dice: "Ah, como me gusta el esp¨ªritu irland¨¦s: despertarse cada ma?ana y smell the coffin (un juego de palabras entre coffee, caf¨¦, y coffin, ata¨²d). Es buena, ?no? Sin quererlo, nos sali¨® una pel¨ªcula fatalista y desesperanzada. Ahora vuelvo al optimismo cinematogr¨¢fico posterior a 1945: lo que hab¨ªa ocurrido durante la guerra era absolutamente terrible, devastador, inimaginable. Ahora es distinto. Es una cadena de incidentes, un drama que se desarrolla poco a poco. Sabemos que estamos entrando en una ¨¦poca de vor¨¢gine, pero a¨²n no sabemos c¨®mo ser¨¢ ni qu¨¦ ocurrir¨¢. Hay suspense.
P. Usted es un archivo viviente del cine.
R. Creo que s¨¦ bastante, s¨ª.
P. Y esa erudici¨®n, ?no le bloquea un poco al trabajar?
R. S¨ª. Tengo que andar con cuidado. Las referencias y las similitudes con pel¨ªculas anteriores son inevitables, pero me inquietan. En ciertos momentos del rodaje de Infiltrados, pusiera como pusiera la c¨¢mara, surg¨ªa Carol Reed.
P. Como cuando la psiquiatra camina hacia su ex novio y pasa de largo.
R. Exacto. Film¨¦ ese plano desde mil ¨¢ngulos diferentes. Y al final me dije que no deb¨ªa avergonzarme de rendir un homenaje a El tercer hombre, una de las mejores pel¨ªculas de todos los tiempos. Ya no necesito ver de vez en cuando El tercer hombre porque vive dentro de m¨ª, forma parte de mi metabolismo. No s¨¦ si se habr¨¢ fijado en la m¨²sica de Infiltrados, pero es toda de guitarra. Como la banda sonora de Anton Karas para El tercer hombre. Y los temas musicales son tangos, todos. ?Qu¨¦ tiene que ver el tango con los irlandeses? Nada. La cuesti¨®n es que el tango sugiere peligro y quienes lo bailan tejen como una telara?a en torno a ellos. El tango era perfecto para Infiltrados.
P. ?Tuvo El tercer hombre en mente ya desde la planificaci¨®n de la pel¨ªcula?
R. No, apareci¨® m¨¢s tarde. Cuando empiezo a pensar en una pel¨ªcula suelo reflexionar sobre el trabajo de un determinado autor. Es algo muy vago, como si el autor en cuesti¨®n estuviera en mi habitaci¨®n, callado, mientras pienso. En el caso de Infiltrados, la presencia era la de Jean-Pierre Melville, un cineasta que me gusta much¨ªsimo. Tan sutil, tan elegante...
P. Usted ya forma parte del Olimpo de los Orson Welles y los Jean-Pierre Melville. ?Trabaja con la misma pasi¨®n de hace 30 a?os?
R. Por favor, no me compare con ellos... En cuanto a la pasi¨®n, es distinta. Por razones f¨ªsicas, para empezar. Necesito elementos que me estimulen. Trabajar con los actores me ayuda. Y busco tambi¨¦n otros elementos. Nunca hab¨ªa rodado, por ejemplo, una pel¨ªcula con una intriga tan cerrada, tan inmodificable, como la de Infiltrados. Suelo filmar historias m¨¢s abiertas y con mayores posibilidades de improvisaci¨®n. En este rodaje, adem¨¢s, hubo complicaciones de agenda por parte de los actores y tardamos mucho en terminar, 99 d¨ªas, demasiado. La obligaci¨®n de someterme a una cierta disciplina estil¨ªstica, al estilo de un Alfred Hitchcock, supuso un est¨ªmulo. Y la rabia de que le hablaba, claro. La rabia nos llev¨® hasta el final.Confiesa que siente ira por el mundo en que vivimos y que ese sentimiento ha sido el motor que le ha llevado hasta el final de su ¨²ltima pel¨ªcula, Infiltrados, con Jack Nicholson y Leonardo DiCaprio en el reparto, todo un ¨¦xito de cr¨ªtica y taquilla en Estados Unidos. El estreno en Espa?a del nuevo t¨ªtulo de Martin Scorsese, un
thriller sobre la mafia irlandesa, ser¨¢ el 27 de octubre, pero ¨¦l la comenta previamente en Roma, donde ha acudido a la Fiesta del Cine.
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