El sue?o del Pr¨ªncipe
La Fundaci¨®n Pr¨ªncipe de Asturias naci¨® pobre en una Espa?a reci¨¦n salida de la dictadura. Hoy es un referente ¨¦tico e intelectual en todo el mundo. ?sta es la historia del pu?ado de hombres que la hicieron posible y de c¨®mo don Felipe la considera ¨ªntimamente unida a su destino
Alonso no gan¨® el Premio Pr¨ªncipe de Asturias el a?o pasado por ser mejor piloto que Schumacher; gan¨® porque su voluntad de triunfo es un ejemplo para la juventud. La selecci¨®n de baloncesto no ha ganado este a?o por haber conquistado el Mundial; ha ganado por su ejemplo de superaci¨®n, esp¨ªritu de equipo y compromiso con los valores del deporte.
As¨ª piensa el Pr¨ªncipe.
Cargada de principios. Universal. Independiente. Un referente para la sociedad. ?se es el esp¨ªritu de la Fundaci¨®n Pr¨ªncipe de Asturias. Y tambi¨¦n el secreto de su ¨¦xito. Esfuerzo, prudencia y calma. Como el Pr¨ªncipe act¨²a. Gota a gota, le gusta decir. Para explicar una labor de 25 a?os recurre a un s¨ªmil televisivo: "Comenzamos en blanco y negro en La 2; pasamos a La Primera en horario de tarde, y ya estamos en prime time?". No exagera. En 1981, la organizaci¨®n de los premios a punto estuvo de no llenar el teatro Campoamor de Oviedo. Hoy, el acto de entrega cuenta con una audiencia de 1.000 millones de espectadores enganchados "a la ceremonia cultural m¨¢s importante del mundo", seg¨²n definici¨®n del soci¨®logo Anthony Giddens. En Espa?a, un 95% de los encuestados valora positivamente los premios; el 80% va m¨¢s lejos: piensa que mejoran la imagen de nuestro pa¨ªs en el mundo.
Una estructura muy peque?a que hace grandes cosas. Y en la que Felipe de Borb¨®n no es un convidado de piedra. Ha sido desde su mayor¨ªa de edad el motor de esa min¨²scula instituci¨®n asturiana que naci¨® sin sede, dinero ni plantilla en una Espa?a reci¨¦n salida de la dictadura. Con cabezoner¨ªa y los deberes hechos. Con el objetivo de conseguir los premios m¨¢s respetados del planeta. Un referente ¨¦tico. Y una marca de prestigio para nuestro pa¨ªs. Lo confirman los que trabajaron y trabajan a su lado. "El Pr¨ªncipe es la autoridad moral". ?l lo dej¨® claro en un discurso de 1989: "Considero a la fundaci¨®n como algo profundamente unido a mi destino, en una Espa?a impulsada por la seducci¨®n del futuro y sus brillantes posibilidades". Ten¨ªa 21 a?os. Era una declaraci¨®n de principios.
Olvidada en un rinc¨®n de la fundaci¨®n, en un piso impersonal del centro de Oviedo, hay una desva¨ªda foto de don Felipe de comienzos de los ochenta: un adolescente inocente, lampi?o y con los dientes torcidos. La cruza una dedicatoria con letra infantil que el tiempo ha ido borrando. Ese viejo retrato es una buena met¨¢fora de la evoluci¨®n de la fundaci¨®n. Su trayectoria -del cero al infinito- enlaza con la biograf¨ªa de aquel ni?o rubio que un d¨ªa ser¨¢ rey. Se han hecho mayores juntos. En 25 a?os, los premios han conseguido reunir en Asturias a dos centenares de hombres y mujeres que representan lo m¨¢s noble de la humanidad. Y en ese mismo espacio de tiempo, el Pr¨ªncipe se ha hecho un hombre; ha comprendido el valor que tienen los galardones para la sociedad y los ha alimentado con los valores en los que cree: libertad, pluralismo, tolerancia y solidaridad. Hoy, gracias a los premios, el Pr¨ªncipe es m¨¢s conocido y respetado en el mundo. Y parece una persona en la que uno puede confiar.
Sin embargo, pocos creyeron, en aquel lejano 1979, en la idea de crear una fundaci¨®n en torno al heredero que le vinculara a Asturias. Y le abriera las puertas de la comunidad intelectual. La iniciativa fue de Graciano Garc¨ªa, un periodista y editor inquieto y diletante al que el Pr¨ªncipe define como un idealista. Graciano Garc¨ªa, hoy director de la fundaci¨®n, no formaba parte del establishment asturiano; hab¨ªa nacido en la cuenca minera y era considerado "demasiado progresista". El Pr¨ªncipe, el destinatario de la idea, s¨®lo ten¨ªa 11 a?os. Carec¨ªa de protagonismo institucional. Se limitaba a acompa?ar a los Reyes. Y observar. Con esa combinaci¨®n de timidez y prudencia que ha marcado su car¨¢cter. Pocos confiaban en la iniciativa. Pero estaba el Rey, que la acogi¨® con entusiasmo. Y Sabino Fern¨¢ndez Campo, secretario general de la Casa Real, que en cinco minutos la hizo suya, afin¨® y, sobre todo, canaliz¨® el sutil apoyo de la Corona. Lo explica Graciano Garc¨ªa: "El Rey nos recomend¨® discreci¨®n en cuanto a su respaldo. No quer¨ªa que pareciera una idea salida de la Casa, sino un proyecto nacido de la esperanza que viv¨ªa Espa?a aquellos d¨ªas; quer¨ªa que fu¨¦ramos los asturianos los que hici¨¦semos nuestro el proyecto. Se me encarg¨® que llevara a cabo las gestiones que condujesen a la constituci¨®n de la fundaci¨®n. Pero a t¨ªtulo personal. No fue f¨¢cil".
-?Exist¨ªa la posibilidad de que la fundaci¨®n se convirtiera en una corte paralela?
-Sabino no lo hubiese permitido. Y el Rey, menos. La fundaci¨®n deb¨ªa ser otra cosa. En la encrucijada, nuestro camino siempre fue el menos transitado.
Un par de a?os m¨¢s tarde, en septiembre de 1981, un d¨ªa, a la vuelta del colegio, le dijeron al Pr¨ªncipe que iba a asistir "a un acto muy simp¨¢tico en Asturias", y que ten¨ªa que leer un discurso. Su primer discurso. Cinco p¨¢rrafos que empoll¨® a conciencia. A¨²n se ve repitiendo el texto una y otra vez, en una habitaci¨®n del hotel Reconquista de Oviedo, frente al general Sabino. Lo hizo bien. Fueron minutos de nervios. Las im¨¢genes de la ¨¦poca muestran a un Rey m¨¢s tenso que su propio hijo. Fern¨¢ndez Campo, de 87 a?os, recuerda: "Escrib¨ª el discurso junto al Rey. Me supuso una emoci¨®n enorme que el Pr¨ªncipe dijera sus primeras palabras en mi tierra. La clave era promover la monarqu¨ªa. Y todo lo que se hiciera en ese sentido, y adem¨¢s a trav¨¦s del heredero, era positivo. La fundaci¨®n era una forma de darle a conocer en el mundo entero. Y que en Asturias le consideraran como algo propio. Y esas tradiciones son siempre muy convenientes?".
El 3 de octubre de 1981 comenz¨® todo. Los primeros Premios Pr¨ªncipe de Asturias de la historia. Unidos al esp¨ªritu constitucional que se viv¨ªa en Espa?a. Tiempos de ilusi¨®n por la libertad recuperada. Tiempos que parecen remotos. Ocho meses antes, Tejero hab¨ªa asaltado el Congreso. El Rey par¨® el golpe. El poeta Jos¨¦ Hierro, primer premio Pr¨ªncipe de Asturias de las letras, dej¨® las cosas claras esa tarde en sus palabras de agradecimiento: "Se?or, si el presente no empezase el 24 de febrero, sino que se llamase tarde del 23 de febrero, no estar¨ªamos aqu¨ª (?). Vuestra Majestad no pregunta cu¨¢ntas divisiones puede movilizar un hombre de la cultura. Sabe que un libro o un cuadro creados libremente, importan. Por eso recibe cada a?o a escritores y artistas. No necesita convertirlos en escritores o pintores de c¨¢mara; al respetarlos y admirarlos ha conquistado su respeto y admiraci¨®n". Era el espaldarazo. El v¨ªnculo entre la Corona y la cultura (y la libertad) comenzaba a ser tangible. El Pr¨ªncipe reconoce que no comprendi¨® el mensaje de Jos¨¦ Hierro hasta a?os m¨¢s tarde. Todav¨ªa hoy repasa algunos viejos discursos de los premiados. Y se emociona.
En contra de lo que pueda pensarse, aquel a?o del estreno no es el que don Felipe recuerda con pavor, sino el segundo: el de la confirmaci¨®n de la alternativa. Cuenta con gracia que la entrega inaugural de los premios fue como lanzarse desde un trampol¨ªn por primera vez: como no sabes lo que es, no te lo piensas mucho?, y te tiras. En la segunda edici¨®n, en 1982, se encontr¨® en Asturias un trampol¨ªn mucho m¨¢s alto. No estaba c¨®modo, no conoc¨ªa a nadie y ten¨ªa una ortodoncia que le imped¨ªa vocalizar bien. A mitad de discurso, en sus propias palabras, se le form¨® una sopa de letras delante de los ojos. Se atasc¨®. Pasaron segundos que le parecieron minutos. Retom¨® el texto y sali¨® airoso. Hubo una ovaci¨®n en el teatro Campoamor. Durante una temporada, a¨²n tuvo pesadillas infantiles en las que se enfrentaba sin palabras a un inmenso auditorio.
Un cuarto de siglo m¨¢s tarde, los dos anteriores jefes de la Casa de Su Majestad el Rey, Sabino Fern¨¢ndez Campo y Fernando Almansa, coinciden en que el discurso de don Felipe en Oviedo "es el m¨¢s personal y de mayor trasfondo pol¨ªtico de los que pronuncia". El vizconde del Castillo de Almansa va un poco m¨¢s all¨¢: "Todo lo que est¨¢ unido a la fundaci¨®n supone un aut¨¦ntico ensayo pol¨ªtico para el Pr¨ªncipe. Una herramienta pol¨ªtica e institucional que cada vez se ha hecho mejor y m¨¢s grande. Ya no es s¨®lo el discurso, tambi¨¦n la presidencia del patronato, donde ha conocido a gente muy importante de este pa¨ªs".
-Qu¨¦ tipo de control ejerce la Casa del Rey sobre la fundaci¨®n?
-Desde los tiempos de Sabino, y aunque no est¨¢ escrito, la Casa es la autoridad ¨²ltima. Se le consulta todo. Adem¨¢s, el Pr¨ªncipe est¨¢ encima de todo. Y el jefe de la Casa le asiste y asesora en todas sus funciones. Yo estuve a su lado en todos los premios como jefe de la Casa. Y es cierto, los discursos del Pr¨ªncipe en la fundaci¨®n son los de m¨¢s calado pol¨ªtico. Siempre se consultan con el Rey. Pero no se pasan al Gobierno, porque el Pr¨ªncipe no tiene estatuto ni funci¨®n pol¨ªtica. Es el heredero.
-La fundaci¨®n se ha hecho m¨¢s grande de lo previsto?
-Si, tiene un impacto que no se esperaba. Una gran trascendencia. Y una enorme visibilidad en los medios de comunicaci¨®n. Lo que implica una mayor responsabilidad. Pero a m¨ª, en los nueve a?os que fui jefe de la Casa, nunca me dio un problema.
Esa idea de la trascendencia del discurso del Pr¨ªncipe es compartida por Pl¨¢cido Arango, presidente de la fundaci¨®n entre 1987 y 1996: "Tiene carga pol¨ªtica. El Pr¨ªncipe escucha mucho y luego procura meter mensajes de plena actualidad. Y ha sido as¨ª desde que era muy joven. El Pr¨ªncipe siempre tuvo claro lo que iba a ser y deb¨ªa ser la fundaci¨®n. Y en ese sentido, el de los premios es un discurso en el que cree". El interesado lo recalca: "Es el m¨¢s m¨ªo".
En ese sentido, es un buen ejercicio hist¨®rico recorrer las 24 intervenciones (en 1984 no acudi¨® porque estaba cursando el ¨²ltimo a?o de Bachillerato en Canad¨¢) de don Felipe en Oviedo. No s¨®lo supone un repaso a su biograf¨ªa (su primer viaje oficial, la jura de la Constituci¨®n, su carrera militar y estudios universitarios, el compromiso con su generaci¨®n, la admiraci¨®n por el Rey, el amor por do?a Leticia?); tambi¨¦n permite obtener valiosas pistas sobre la forma de pensar de alguien a quien no siempre es f¨¢cil conocer ni interpretar.
A trav¨¦s de las palabras que lanza en Oviedo se comprende su pasi¨®n por Iberoam¨¦rica, la construcci¨®n europea y la b¨²squeda de la paz en Oriente Pr¨®ximo; la necesidad de un di¨¢logo intercultural; la conexi¨®n con los valores del deporte; la adhesi¨®n al esp¨ªritu constitucional; la creencia en la unidad de Espa?a; la preocupaci¨®n por la globalizaci¨®n y las desigualdades; por el papel de la ciencia en el bienestar de la humanidad; el inter¨¦s por la informaci¨®n; su reivindicaci¨®n del papel de la mujer, y, sobre todo, la esperanza en una sociedad mejor. ?se es su sue?o. ("Nuestras vidas cobran su sentido m¨¢s profundo cuando nos esforzamos en hacer realidad nuestros sue?os"). Presente, por ejemplo, en las ¨²ltimas l¨ªneas de su discurso de 2002: "Si en cualquier lugar del mundo, si desde alg¨²n pueblo perdido en las monta?as de un remoto pa¨ªs, un solo ni?o, una sola ni?a ve esta ceremonia y siente el deseo de llegar a ser alg¨²n d¨ªa tan generoso, tan brillante, tan sabio como los que nos honran al recibir nuestros galardones, nuestro esfuerzo y nuestra dedicaci¨®n se habr¨¢n llenado de significado".
Para ¨¦l, los 24 discursos han sido importantes, pedazos de su vida; pero, de tener que elegir, se quedar¨ªa con el de 2004, el primero que asisti¨® por la puerta grande junto a la princesa de Asturias. El a?o anterior, novios en secreto, Leticia y Felipe se cruzaban por los pasillos de Oviedo ignor¨¢ndose. A¨²n no hab¨ªan anunciado su compromiso. No quer¨ªan filtraciones. Al a?o siguiente fue distinto. El Pr¨ªncipe reconoce que la ceremonia de 2004 ha marcado su vida.
Lo mismo piensa la Princesa, que un d¨ªa se defini¨® como asturiana, ovetense, mon¨¢rquica y principista. Do?a Letizia tem¨ªa el momento de enfrentarse a los premios. Un acto que conoce desde ni?a y siempre la emocion¨®. Hasta el extremo de salt¨¢rsele las l¨¢grimas ante los gemidos de las gaitas asturianas mientras transmit¨ªa por televisi¨®n la edici¨®n de 2002. Sab¨ªa que en Oviedo pod¨ªa derrumbarse. Llor¨® mucho en las v¨ªsperas del 22 de octubre de 2004. Y esa tarde, en el teatro Campoamor, aguant¨® con la cabeza baja y los pu?os crispados, un nudo en el est¨®mago y la garganta reseca, el emotivo discurso del Pr¨ªncipe. Si empezaba a llorar, ya no podr¨ªa parar. Don Felipe estuvo tentado de detener su discurso, pero prefiri¨® seguir adelante. Concluy¨® con estas palabras, en las que comparaba la fundaci¨®n con un ¨¢rbol, "que a partir de ahora contar¨¢ tambi¨¦n con el cuidado y la ayuda entregada de mi esposa, Leticia, la princesa de Asturias". Despu¨¦s vendr¨ªan muchas l¨¢grimas. Pero en privado.
El reverso de la imagen descompuesta de la Princesa lo ofrec¨ªa esa tarde el aspecto de felicidad del Pr¨ªncipe. Despu¨¦s de 18 a?os presidiendo en solitario la entrega, desde que el Rey le cedi¨® todo el protagonismo, ten¨ªa, por fin, a su lado alguien con quien compartir su labor. Una persona a la que considera con criterio. Cuyas ideas siempre tiene en cuenta. Y que es asturiana.
Es una de esas entra?ables instant¨¢neas ya unidas a la historia de los premios; como la de Isaac Rabin avanzando a pie por las calles de Oviedo, Woody Allen y Arthur Miller soldados del brazo, G¨¹nter Grass y el astronauta John Glenn at¨®nitos ante la minifalda de la tenista Steffi Graf, las amargas l¨¢grimas del l¨ªder sefard¨ª Salom¨®n Ga¨®n en su retorno a Sefarad, el discurso emitido por sintetizador de Stephen Hawking, la brillantez del ¨²ltimo Adolfo Su¨¢rez, el carisma de Nelson Mandela o el abrazo entre los irreconciliables luchadores contra el sida, Luc Montagnier y Robert Gallo.
Sin embargo, detr¨¢s de los focos hay tambi¨¦n una historia de trabajo, dedicaci¨®n y entusiasmo unida a unos pocos nombres. Los que creyeron desde el primer d¨ªa en aquel sue?o.
El 24 de septiembre de 1980 quedaba constituida la Fundaci¨®n Pr¨ªncipe de Asturias. Ten¨ªa su sede social en una vieja sucursal bancaria de la calle P¨¦rez de la Sala, en Oviedo. Y cuatro empleados. En la primera reuni¨®n del patronato, la inspiraci¨®n real, se materializ¨® en el nombramiento de Pedro Masaveu como presidente. Ten¨ªa, posiblemente, la mayor fortuna de Espa?a. Era culto, refinado y asturiano; coleccionista de arte y amante de la m¨²sica cl¨¢sica. Y no buscaba protagonismo.
Pl¨¢cido Arango, fundador del Grupo Vips, patrono de la fundaci¨®n desde el primer d¨ªa y presidente entre 1987 y 1996, a?ade al retrato de Masaveu: "Era un perfeccionista; cuidaba hasta el ¨²ltimo detalle. Graciano [al que nombraron director] y ¨¦l hac¨ªan una buena pareja. Uno gestionaba y el otro promov¨ªa. La tercera pata era Sabino. Sin Graciano no existir¨ªa la fundaci¨®n, pero sin el apoyo del Rey y el trabajo de Sabino y Masaveu no habr¨ªa salido adelante".
La fundaci¨®n naci¨® pobre. "En el hogar humilde est¨¢ la aut¨¦ntica libertad, y nosotros aspir¨¢bamos a la independencia. No busc¨¢bamos una gran empresa que pagara todo; no quer¨ªamos ser la fundaci¨®n de tal o cual compa?¨ªa, que decidiese u orientase c¨®mo ten¨ªa que ser nuestra actuaci¨®n. Nuestra credibilidad viene de nuestra independencia. Nunca nos hemos plegado a una presi¨®n. Y ha habido muchas", explica Graciano Garc¨ªa. Y no miente. Pasar unas horas a su lado supone compartir un pu?ado de llamadas de poderosos que preguntan: ?c¨®mo va lo nuestro? Y Graciano escap¨¢ndose por la tangente. "Desde el primer momento, Arango dijo: 'Aqu¨ª no hay recomendaciones que valgan'. Y hoy nuestro gran patrimonio es la independencia".
Eso, en lo moral; porque, en lo econ¨®mico, naci¨® con s¨®lo 11 millones de pesetas. En los siete primeros a?os, Masaveu pag¨® de su chequera los gastos de la fundaci¨®n. En 1987 solicit¨® abandonar la presidencia por motivos de salud. Sufr¨ªa una enfermedad degenerativa. Muri¨® seis a?os m¨¢s tarde, cuando la fundaci¨®n a la que dedic¨® dinero e ilusi¨®n era ya una realidad.
En 1987, la inspiraci¨®n real, interpretada por Sabino Fern¨¢ndez Campo, convirti¨® a Pl¨¢cido Arango en nuevo presidente de la fundaci¨®n. Como su predecesor, Arango ten¨ªa una importante fortuna, era coleccionista de arte y amante de la cultura; con ra¨ªces asturianas y enormemente discreto (en nueve a?os de presidencia s¨®lo conceder¨ªa dos entrevistas). Y con dos valores a?adidos: era un hombre de mundo (patrono del Metropolitan Museum neoyorquino y amigo de Octavio Paz y Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez) y con un gran olfato empresarial. Le iba a tocar la delicada misi¨®n de conseguir que la fundaci¨®n reuniera un patrimonio que permitiera su autofinanciaci¨®n.
Ese dise?o no era nuevo. La Fundaci¨®n Nobel ha vivido, desde su creaci¨®n en 1901, de las rentas del legado de Alfred Nobel, que dej¨® dispuesto en su testamento: "Mi capital ser¨¢ invertido por mis albaceas en valores seguros, y sus rentas constituir¨¢n un fondo que ser¨¢ distribuido en forma de premios para aquellos que han hecho el beneficio m¨¢s grande para la humanidad". "La Pr¨ªncipe de Asturias no ten¨ªa ese patrimonio inicial y Masaveu no tuvo tiempo de reunirlo", recuerda Pl¨¢cido Arango. "Esa tarea me toc¨® a m¨ª. La fundaci¨®n ya hab¨ªa despegado; estaba bien vista por el Rey y por la sociedad, y los empresarios, que sab¨ªan ese inter¨¦s del Rey y la importancia que la fundaci¨®n pod¨ªa tener para el Pr¨ªncipe, hicieron una aportaci¨®n de buen grado. Yo me limit¨¦ a llevar el recado, y el recado y el recadero fueron bien recibidos. No quisimos que fueran m¨¢s de 50 las empresas consultadas. De la lista original, se abstuvieron ocho; las dem¨¢s siguen. Los benefactores se incorporaron al patronato no ejecutivo. Adem¨¢s de otras personas, como el presidente de la Real Academia y Octavio Paz". Graciano Garc¨ªa define al patronato que sali¨® de aquella ampliaci¨®n, y que hoy est¨¢ en torno a 80 miembros, "la ¨¦lite cultural y empresarial de Espa?a".
Cuando, en 1996, Pl¨¢cido Arango abandon¨®, por decisi¨®n propia, la presidencia, en el momento en que el Pr¨ªncipe concluy¨® sus estudios de posgrado en Georgetown, el patrimonio de la fundaci¨®n hab¨ªa pasado de 11 a 2.500 millones de pesetas. Hab¨ªa conseguido m¨²sculo financiero. Y en su patronato figuraba lo m¨¢s selecto del Ibex 35: las dos grandes multinacionales espa?olas, los dos grandes bancos, las dos grandes cajas de ahorro, las tres grandes constructoras. Adem¨¢s estaba inmersa en la internacionalizaci¨®n de sus premios y hab¨ªa puesto en marcha iniciativas como los coros y la Escuela Internacional de M¨²sica.
El perfil del sucesor en la presidencia respond¨ªa a los nuevos tiempos. El nuevo presidente no era un culto mecenas, sino un gestor de altura. Jos¨¦ Ram¨®n ?lvarez Rendueles, en cuyo nombramiento tuvo mucho que ver la inspiraci¨®n del Pr¨ªncipe, pose¨ªa un curr¨ªculo impresionante: catedr¨¢tico de Hacienda P¨²blica, ex secretario de Estado de Econom¨ªa, ex gobernador del Banco de Espa?a, ex presidente del Banco Zaragozano, vicepresidente mundial de Arcelor y presidente de Aceralia. Respetado, dialogante, asturiano y hombre de centro, era el nombre exacto que hubiese podido salir de una empresa de cazatalentos.
?lvarez Rendueles, que opina que en estos 10 ¨²ltimos a?os la fundaci¨®n ha aumentado en prestigio y cotizaci¨®n -"gracias al equipo y, sobre todo, al nivel de los jurados"-, considera que su misi¨®n en estos momentos es "poner ¨¦nfasis en la direcci¨®n internacional, especialmente hacia Asia y Estados Unidos, y mejorar el patrimonio de la fundaci¨®n, que est¨¢ en 20 millones de euros, pero a¨²n es insuficiente para autofinanciarnos. En el Nobel, las rentas de la aportaci¨®n inicial cubren el presupuesto anual; no tienen que basarse en las expectativas de lo que vayan a dar los patronos cada a?o, como en nuestro caso. Para conseguir imagen, visibilidad, internacionalizaci¨®n necesitar¨ªamos un patrimonio de 100 millones de euros. Piense que damos a cada premiado 50.000 euros, frente al mill¨®n que otorga la Fundaci¨®n Nobel. El problema es que en Espa?a el mecenazgo no tiene ventajas fiscales".
Los Premios Pr¨ªncipe de Asturias se han convertido en una gran marca espa?ola de prestigio internacional. El presidente asturiano, Vicente ?lvarez Areces, reconoce que la fundaci¨®n "ha abierto nuestra imagen al resto del planeta. En estos momentos, nuestros primeros apoyos en el mundo son los premiados. Y estamos aprovechando ese reconocimiento, esa imagen y la utilidad de esos contactos para que se nos abran puertas en el exterior".
La fundaci¨®n cuenta con la mejor agenda del pa¨ªs. M¨¢s de 200 premiados que son un referente intelectual y ¨¦tico para la humanidad y que se sienten intensamente unidos a los premios. Para algunas de las personas involucradas, ¨¦se es el futuro de la Fundaci¨®n Pr¨ªncipe de Asturias: aprovechar esa red de contactos como una herramienta del Estado. Aunque sin renunciar a su papel de premiar cada a?o "al cuadro de honor de la humanidad", en definici¨®n de Graciano Garc¨ªa.
Por eso, cuando el pr¨®ximo viernes Bill y Melinda Gates, Pedro Almod¨®var, Juan Ignacio Cirac, Paul Auster, Mary Robinson, la selecci¨®n espa?ola de baloncesto y los representantes de National Geographic Society y Unicef recojan sus respectivos Premios Pr¨ªncipe de Asturias, quiz¨¢ el mejor mensaje que puedan recibir sobre el esp¨ªritu que mueve a la fundaci¨®n sean estas palabras que pronunci¨® don Felipe en 1990: "La vida es un regalo grandioso y una oportunidad ¨²nica para hacer el bien".
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