Telemadrid agoniza
Telemadrid, la televisi¨®n de la Comunidad madrile?a, ha dejado de ser un medio p¨²blico, se ha convertido en un aparato al servicio de unos intereses privados que no respetan los derechos de los madrile?os, se burlan del pluralismo pol¨ªtico, y ni siquiera representan los intereses de un partido mayoritario, sino de una de sus fracciones m¨¢s severas. Telemadrid es hoy una televisi¨®n degradada, obediente a las consignas partidistas y que infringe los dos principios b¨¢sicos que inspiran te¨®ricamente su programaci¨®n de informativos: garantizar el derecho a la informaci¨®n de los ciudadanos y preservar la libertad de expresi¨®n.
Todos los que han trabajado en un medio de comunicaci¨®n p¨²blico saben que para poder realizar con decencia su tarea informativa tienen que echar mano de mecanismos objetivos que lo preserven de mediatizaciones, as¨ª como de una buena dosis de capacidad de resistencia a las presiones pol¨ªticas, econ¨®micas o ideol¨®gicas de distintos sectores de poder. Los mecanismos de defensa frente a esas presiones de quienes desarrollan el trabajo informativo siguen siendo deficientes en Espa?a, no s¨®lo en Telemadrid, sino tambi¨¦n en otras televisiones p¨²blicas. Los partidos pol¨ªticos incluyen siempre en sus programas electorales unas recetas que luego son incapaces de aplicar. Las normas para la designaci¨®n y la remoci¨®n de los directores generales deben ser revisadas, de suerte que preserven su independencia de actuaci¨®n como m¨¢ximos responsables del medio.
?Independencia para qu¨¦? Por supuesto para una sola cosa, para poder cumplir con la funci¨®n de servicio p¨²blico, y para no caer en la tentaci¨®n de atender a intereses corporativos, es decir, para no ceder a las presiones externas ni a las internas, porque las televisiones o las radios no son de los periodistas. Los controles a su gesti¨®n han de estar en mano de los consejos de administraci¨®n y de las comisiones parlamentarias.
En el caso de las televisiones auton¨®micas, no s¨®lo en Madrid, la acci¨®n de cualquier director general se desarrolla en precario si ¨¦ste pretende cumplir con su funci¨®n te¨®rica. Y es por el contrario muy confortable si se pliega a las ¨®rdenes y presiones de la mayor¨ªa pol¨ªtica que lo ha designado.
Durante muchos a?os en Madrid se ha dado una circunstancia afortunada: la de la coincidencia entre gobernantes respetuosos con la independencia de los directivos de la televisi¨®n y directores que, con mayor o menor fortuna, con aciertos y con errores, crearon una tradici¨®n de respeto a los procesos informativos y a los criterios de objetividad, equilibrio y calidad en la informaci¨®n. Sin miedo a exagerar, se puede decir, y habr¨¢ muy pocas voces que contradigan el aserto, que los informativos de los medios p¨²blicos madrile?os (Onda Madrid y Telemadrid) estuvieron durante muchos a?os a la cabeza de la informaci¨®n veraz y equilibrada. Los trabajadores de estos medios podr¨¢n certificarlo y el conjunto de los ciudadanos as¨ª lo percib¨ªan. Y ello, con administraciones pol¨ªticas de signo distinto, primero con el PSOE y m¨¢s tarde con el PP.
Hoy, sin necesidad de entrar en una casu¨ªstica que est¨¢ en la mente de todos, los trabajadores de los Servicios Informativos de Telemadrid se sienten humillados y protestan a diario, hasta el punto de no firmar las informaciones para no tener que prestar su aval personal a la manipulaci¨®n constante que se realiza sobre su trabajo. Lo hacen sufriendo de forma sistem¨¢tica amenazas, presiones, cambios de puesto, y menosprecios diarios, seg¨²n denuncian los propios trabajadores y sus representaciones sindicales.
Pero los ciudadanos de Madrid son los que llevan la peor parte: reciben una informaci¨®n sesgada, manipulada, al servicio de un engendro de car¨¢cter pol¨ªtico-medi¨¢tico sobre el 11-M, con lo que Telemadrid que, con todos sus defectos, tuvo un car¨¢cter ejemplar, se ha convertido en un vertedero de opiniones sesgadas que se presentan torpemente como informaciones. Pero la operaci¨®n es m¨¢s ambiciosa: una vez consolidada en Telemadrid se intent¨® ampliarla mediante la domesticaci¨®n de algunos medios privados que no se resignan a entrar en su ¨®rbita, como es el caso del diario Abc.
Es urgente que los partidos que presumen de sensibilidad democr¨¢tica se comprometan a poner de una vez en pie lo que s¨®lo reclaman cuando est¨¢n en la oposici¨®n: un sistema de garant¨ªas para que los medios p¨²blicos puedan cumplir su funci¨®n, que no es otra que el servicio a los ciudadanos. Un servicio tan fundamental en una sociedad democr¨¢tica como lo son la Educaci¨®n o la Sanidad.
Quienes hemos tenido el privilegio de desarrollar nuestro trabajo en Telemadrid cuando gobernaban hombres con sensibilidad democr¨¢tica, como Joaqu¨ªn Leguina y Alberto Ruiz-Gallard¨®n, que entend¨ªan la necesidad de que existieran esos medios p¨²blicos y coincid¨ªan en que era importante proteger su independencia, podemos valorar hasta qu¨¦ punto prestaron un gran servicio a los madrile?os.
Pero pensamos que un servicio p¨²blico no puede depender s¨®lo de la sensibilidad de los gobernantes, sino que debe estar amparado por la ley para poder cumplir su funci¨®n. Hoy hablamos de Telemadrid, pero podr¨ªamos buscar muchos otros ejemplos de uso indebido de medios de comunicaci¨®n p¨²blicos. Controlarlos suele ser algo m¨¢s que una tentaci¨®n para quienes llegan al poder. Pero la grandeza democr¨¢tica est¨¢ en que quienes lo ejercen por designio popular lleguen a ser capaces de impulsar unas leyes que a ellos mismos les limiten a la hora de intentar manipular en su beneficio.
Con la experiencia de la responsabilidad que ambos hemos tenido en el Ente P¨²blico Radio Televisi¨®n Madrid en etapas pol¨ªticas distintas, y con Gobiernos socialista y popular, hacemos un llamamiento para que se ponga fin a una situaci¨®n que est¨¢ conduciendo a la cadena auton¨®mica a su agon¨ªa.
Francisco Gim¨¦nez-Alem¨¢n y Jorge Mart¨ªnez Reverte son ex directores generales de Telemadrid.
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