Lo inaceptable
Un profesor de filosof¨ªa publica un art¨ªculo en Le Figaro y, poco despu¨¦s, lo amenazan de muerte. De entrada, no quiero hablar del tema del art¨ªculo porque antes hay que denunciar a los autores de estas amenazas. Vivimos en un Estado de derecho en el que la libertad de expresi¨®n es fundamental y ¨¦sta tiene unos l¨ªmites definidos por unas leyes a las que podemos recurrir. Cualquier muestra de debilidad en la defensa de este principio no har¨¢ m¨¢s que incitar a los violentos a incrementar la presi¨®n y a tratar de ejercerla con eficacia.
Algunos de nosotros conocemos los efectos de las amenazas por la publicaci¨®n de un art¨ªculo. Recordemos la guerra de Argelia, ahora que se habla tanto de ella. La familia y los amigos pod¨ªan recibir amenazas. Pon¨ªan bombas en las casas. Ten¨ªamos que cambiar de direcci¨®n e incluso, a veces, en mi caso, de cl¨ªnica porque tem¨ªamos que la OAS viniera a buscarnos. ?Acaso no se trata de las mismas circunstancias? La situaci¨®n actual del profesor amenazado es id¨¦ntica a la m¨ªa cuando era periodista.
Ahora, y s¨®lo ahora, podemos decir que el art¨ªculo del profesor de filosof¨ªa Robert Redeker (publicado el pasado septiembre en Le Figaro) trata sobre el Islam y que en el t¨ªtulo se pregunta "lo que debe hacer el mundo libre ante las intimidaciones de los islamistas". ?Qu¨¦ debemos hacer? Sencillamente no dejarse intimidar. Recordar que esta intransigencia afecta, por supuesto, a cualquier religi¨®n. Decir que, en el pa¨ªs de Voltaire, hemos conquistado con gran esfuerzo el derecho a blasfemar. Recordar que en Holanda asesinaron a una cineasta por haber "ofendido al Islam". Mostrar nuestra repulsa hacia las reacciones de los iran¨ªes cuando se publicaron las vi?etas danesas. Alegrarse de que el Papa Benedicto XVI no tuviera que pedir disculpas, aunque acertara al expresar su tristeza ante las reacciones que provoc¨®.
As¨ª que no s¨®lo es recomendable hallar los medios m¨¢s eficaces para luchar contra la violencia islamista sino que adem¨¢s es indispensable. Podemos y debemos preguntarnos si la mejor manera de frenar el islamismo es insultando al Islam. Podemos y debemos preguntarnos si es conveniente difamar al profeta Mahoma cuando queremos que los musulmanes den preferencia a aquellos mandatos del Cor¨¢n que son m¨¢s pac¨ªficos y m¨¢s acordes con nuestros valores.
Dir¨¢n que esto se hace diariamente con el cristianismo o el juda¨ªsmo. Cr¨ªtico obstinado de los fundamentos de la religi¨®n jud¨ªa, me considero autorizado a exigir lo mismo para el Islam. Aunque defienda un principio, tambi¨¦n persigo un objetivo. Quiero conciliar la ¨¦tica de la convicci¨®n con la de la responsabilidad. Y no veo qu¨¦ se puede esperar de la provocaci¨®n intencionada, del ataque frontal y de la desconfianza absoluta que se expresan en el art¨ªculo de Robert Redeker.
?Qu¨¦ debemos hacer, una vez m¨¢s, para defendernos de las "intimidaciones de los islamistas"? Pues bien, de entrada, no olvidar que esta pregunta se la hacen millones de musulmanes en todo el mundo, sobre todo desde la revoluci¨®n isl¨¢mica de Jomeini. No nos cansaremos nunca de repetir que los musulmanes son las primeras v¨ªctimas del islamismo fan¨¢tico. Poblaciones afables y pac¨ªficas, hospitalarias y atentas, se ven obligadas a padecer los estragos de una violencia devastadora que, adem¨¢s, no duda en profanar lo m¨¢s sagrado que poseen. Si aceptamos este hecho, habr¨¢ que admitir que estos millones de musulmanes son aliados naturales de nuestras concepciones de la cr¨ªtica y de la libertad.
Tambi¨¦n habr¨¢ que admitir que hay que hacer todo lo posible para ayudar en su lucha a estos aliados naturales. Podemos conseguirlo, por ejemplo, recordando la vida de un profeta, Mahoma, que pasa de una espiritualidad m¨ªstica a una estrategia guerrera. Maxime Rodinson, citado inoportunamente en el art¨ªculo de Le Figaro, lo convierte en una mezcla de Jes¨²s y de Carlomagno: "Mahoma era un hombre complejo y a la vez contradictorio. Amaba el placer pero se entregaba a la vida asc¨¦tica. Fue con frecuencia compasivo, aunque a veces cruel. Era un creyente devorado por el amor, aunque temeroso de su dios, y un pol¨ªtico dispuesto a comprometerse. (...) Fue sosegado y nervioso, valiente y cobarde, lleno de doblez y sincero, conciliador y muy vengativo, orgulloso y modesto, casto y voluptuoso (...) pero hab¨ªa en ¨¦l una fuerza que lo convertir¨ªa, ayudado por las circunstancias, en uno de los pocos hombres que han cambiado el mundo".
Todos los musulmanes son muy conscientes de los problemas que entra?a valorar los preceptos del Islam. Las reacciones que despierta el amplio margen de libertad de Occidente en sus comentarios sobre el Islam son insignificantes si las comparamos con lo que ocurre entre musulmanes en el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n. Y en modo alguno son las piscinas mixtas ni los rostros de las mujeres liberadas del velo lo que influye cuando los musulmanes ofenden el car¨¢cter sagrado del primer d¨ªa del Ramad¨¢n con atentados suicidas que provocan en Irak la muerte de 35 musulmanes chi¨ªes al tiempo que dos mezquitas son profanadas. En los enfrentamientos entre musulmanes, durante la guerra de Ir¨¢n e Irak, durante la guerra civil de Argelia, en Afganist¨¢n y en Pakist¨¢n ha habido centenares de miles de muertos sin que se haya levantado ninguna voz para llamar a la paz. Decirles a los musulmanes sus verdades implica subrayar que parecen m¨¢s sensibles a las agresiones que proceden de los occidentales que a las atrocidades que se infligen a ellos mismos.
Hablo aqu¨ª de "los musulmanes", pero me equivoco. En realidad son innumerables, diferentes, contradictorios y est¨¢n divididos. Por cierto, hay que decir que han sido los intelectuales musulmanes quienes nos han incitado con m¨¢s ah¨ªnco a no ceder ante los sectarios y los fan¨¢ticos. Lamentan que no les demos la palabra y que, con frecuencia, sean los m¨¢s fan¨¢ticos quienes se expresen en la pantalla del televisor bajo la m¨¢scara de la apertura y de la conciliaci¨®n. Los intelectuales a los que me refiero sencillamente creen que no les facilitan la tarea cuando, por una parte, se dan muestras de debilidad retirando una opera de Mozart como ha ocurrido en Berl¨ªn y que, por otra, se incurre en la irresponsabilidad de no imponer un intercambio de ideas que desplace al odio en una ¨¦poca en la que hay que "convivir con el Islam". No dejemos que Tariq Ramadan d¨¦ lecciones a Robert Redeker, compa?ero con el que, una vez m¨¢s, nos solidarizamos.
Jean Daniel es director del Nouvel Observateur. Traducci¨®n de Mart¨ª Sampons.
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