Melancol¨ªa
Aunque puede parecer m¨¢s previsible, sobre todo porque ha sustituido a los extremos por centrocampistas, justamente el cambio que se le demanda al Bar?a cada vez que pierde un partido con tres delanteros, el Chelsea acab¨® con la imbatibilidad del campe¨®n de Europa despu¨¦s de un ejercicio futbol¨ªstico impecable. Acostumbrado a resolver los encuentros m¨¢s complicados sin mayor dificultad, el Barcelona no encontr¨® en Stamford Bridge la manera de responder a la calidad f¨ªsica y t¨¢ctica del equipo de Mourinho, circunstancia que abund¨® en un debate delicado. El aficionado se pregunta si los azulgrana no pudieron porque no est¨¢n en su mejor momento o el Chelsea ha mejorado suficientemente como para disputar y ganar la corona continental a partir de su ¨¦xito del mi¨¦rcoles. Quiz¨¢ la respuesta, por diplom¨¢tica que parezca, est¨¢ en un punto medio. La situaci¨®n invita a contemplar el torneo no s¨®lo desde el punto de vista del Bar?a, sino a partir de una ¨®ptica mucho m¨¢s amplia.
El Bar?a no s¨®lo se ha vencido ante el Chelsea, sino que tampoco pudo con el Werder Bremen, ni con el Valencia, ni mucho menos con el Sevilla en la Supercopa, por m¨¢s que cayera derrotado en el Camp Nou en la Liga despu¨¦s de un partido en el que el ¨¢rbitro pit¨® tan a favor de los azulgrana como en contra suya ante el Valencia. Aumentan, por tanto, los equipos grandes que saben jugarle al Bar?a en la misma medida que ¨¦ste ha dejado de imponerse con la facilidad que acostumbraba. El Chelsea prepar¨® el partido a conciencia, mientras que los azulgrana se dejaron llevar por las circunstancias del juego y se mostraron incapaces de revertir la situaci¨®n con el marcador en contra. Quiso y no pudo el Bar?a, superado por vez primera sin remisi¨®n en un partido de alto rango, irreconocible como equipo campe¨®n.
Han perdido los azulgrana alguno de los signos de identidad que le llevaron al ¨¦xito, como su car¨¢cter serenamente ambicioso y dulcemente agresivo. Antes resolv¨ªan los encuentros despu¨¦s de acortar y ensanchar el campo contrario a partir de una excelente presi¨®n, una mejor triangulaci¨®n y una tremenda pegada. Ahora, en cambio, alargan y estrechan la cancha al punto que pierden su encanto. Y, por un efecto de contaminaci¨®n, el equipo se ha aflojado y destensado hasta parecer m¨¢s vulnerable y provocar un serio debate sobre las funciones de futbolistas clave como el medio centro, convertido demasiadas veces en un puesto insustancial.
Los futbolistas del Bar?a son v¨ªctimas de la resaca del Mundial, expresada igualmente en rivales como Shevchenko, y acusan especialmente la gira de pretemporada. Los jugadores que dan nervio al equipo, como Puyol o Deco, son hoy los m¨¢s desgastados y Ronaldinho no marca las diferencias. La presi¨®n sobre el brasile?o ha aumentado por la ausencia de Eto'o, un jugador que al igual que Drogba en el Chelsea resolv¨ªa los encuentros por su buen momento de forma, y que simbolizaba las virtudes del conjunto azulgrana: defend¨ªa como un zaguero, se ofrec¨ªa como un medio, tiraba desmarques como un delantero y met¨ªa el gol decisivo en la mayor¨ªa de jornadas, como corresponde al ariete. La ausencia del camerun¨¦s, tan voraz como veloz, ha limitado las opciones ofensivas a Messi y Ronaldinho y, mientras que el 10 no es la soluci¨®n, la tarea del equipo se complica en la misma medida que facilita la del rival.
Los equipos art¨ªsticos y musicales como el azulgrana son as¨ª de delicados. Que suenen mejor o peor es cuesti¨®n a veces de una tecla. Ahora no acaba de afinar porque ha perdido intensidad sin Eto'o y duende por la melancol¨ªa de Ronaldinho. Le queda, sin embargo, el sentido del juego y la cultura de club expresada en sus centrocampistas. A diferencia de los equipos embargados por las dudas, el Bar?a es presa de una certeza: su propio ideario futbol¨ªstico. La plantilla se ha ganado el cr¨¦dito suficiente para merecer la comprensi¨®n de la hinchada. No se trata por tanto de renegar de los futbolistas ni augurar malos presagios, sino que al equipo le toca espabilar y corregirse a partir de un solfeo conocido y al club le conviene dejar de mirarse al ombligo. Hay que ponerse a jugar a f¨²tbol cuanto antes mejor.
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