Blair prepara el laborismo del futuro tras el fracaso de la guerra de Irak
Pronto ocurrir¨¢. Igual que el 1 de mayo de 1997 un empleado de Downing Street pas¨® las horas recolocando los retratos de los primeros ministros para hacer sitio a John Major, en pocos meses, un silencioso operario de la que ha sido residencia de los jefes de Gobierno brit¨¢nicos durante casi 300 a?os pasar¨¢ la noche descolgando retratos, tapando agujeros y abriendo otros nuevos para que Winston Churchill y Margaret Thatcher dejen sitio a un nuevo compa?ero en ese lugar que, como el presente, tambi¨¦n puede ser fr¨ªo o caliente: el pasado.
En ese instante, Anthony Charles Lynton Blair, de 53 a?os, ser¨¢ historia.
Puede que Blair haya perdido pelo y ganado alg¨²n kilo en la cintura en estos 10 a?os, pero en realidad ha ido trabajando su imagen f¨ªsica a un nivel mucho m¨¢s elaborado y controlable que un legado pol¨ªtico seguramente devorado por la guerra de Irak. Hace mucho que cambi¨® los zapatos desgastados que a¨²n calzaba en su primer mandato por un modelo Oxford de cord¨®n fino, a juego con los calcetines de lana y un traje impecablemente negro que, con la corbata de tono burdeos o azul, se ha convertido en uniforme. A veces se la afloja o se la quita, cuelga la chaqueta o se arremanga para acercarse m¨¢s al p¨²blico, pero lo cierto es que el traje negro con camisa blanca se ha hecho tan habitual como ese rostro ya siempre sospechosamente bronceado, esa sonrisa preparada, ese porte f¨ªsico dominado, el apret¨®n de manos siempre listo.
El primer ministro brit¨¢nico no quiere convertirse en asesor de su sucesor, Gordon Brown
El ¨²nico error que lamenta es haber llegado al 11-S sin haber valorado la amenaza islamist
La guerra contra el terrorismo -cree Downing Street- ser¨¢ la lucha de una generaci¨®n
En v¨ªsperas de su salida, Blair elabora la estrategia de su partido para la pr¨®xima d¨¦cada
Pero estos d¨ªas, desde los salones de Downing Street, lo que ¨¦l y su equipo est¨¢n preparando es un trabajo mucho m¨¢s tit¨¢nico e imprevisible que un traje, una sonrisa, y otro discurso m¨¢s. Sentados en el filo, preparan la imagen de un dirigente que puede caer del lado de los l¨ªderes de talla que transformaron su mundo, o del lado de los que fracasaron. Y lo hacen sabiendo que el fiel de la balanza se inclinar¨¢ pronto, que el siglo XXI no tiene tiempo para esperar el tranquilo juicio de la historia. ?Se sentar¨¢ Blair junto a Ronald Reagan, Winston Churchill o Helmut Kohl, hombres que cambiaron la historia, o ver¨¢ su puesto entre quienes intentaron una trascendencia que nunca obtuvieron? Nadie olvida a Bill Clinton, hoy m¨¢s recordado por el esc¨¢ndalo de faldas y puros con Monica Lewinsky que por su fallido proceso de paz en Oriente Pr¨®ximo. O a Gerhard Schr?der, que intent¨® modernizar la econom¨ªa alemana y que ha terminado como empleado -de lujo, pero empleado al fin y al cabo- del emporio petrolero ruso. ?Son 10 a?os suficientes para tener un lugar en ese reino de los cielos? ?O basta lo que se cre¨ªa una guerra fugaz para reventar esa ilusi¨®n?
En estos meses, Europa despide a un l¨ªder contestado, pero sin duda due?o de esta consideraci¨®n: un hombre para la historia. Su marca desbordar¨¢ sin duda la envergadura del peque?o retrato en blanco y negro que pronto expulsar¨¢ a John Major de lo alto de la escalera de Downing Street.
1 Obsesi¨®n por el mensaje
Son los ¨²ltimos meses de Tony Blair en el poder y es tiempo de fijar una imagen de futuro. ?l y su equipo est¨¢n obsesionados con una prensa agresiva a la que consideran culpable de la mala percepci¨®n que a¨²n tienen los servicios p¨²blicos, por ejemplo, a pesar de la inversi¨®n creciente que ha dominado sus mandatos. Culpable de unos sondeos que hoy dan al Partido Laborista un escaso 29% de los votos. O culpable de la "incomprensi¨®n" ante cuestiones tan arriesgadas como la guerra de Irak. Y quieren actuar.
"Necesitamos nuevas formas de comunicar y llegar al p¨²blico. Tenemos que usar la tecnolog¨ªa, las webs, organizar encuentros reducidos con grupos y dar a los ciudadanos un papel asesor m¨¢s activo en cuestiones como la salud o la educaci¨®n", ha dicho Blair a su entorno. "Si libras la batalla por un titular, si quieres comunicar una idea en 20 segundos de imagen y sonido, pierdes. Y eso ya no nos vale".
Por eso, el equipo del primer ministro intenta poner en marcha una f¨¢brica de ideas a largo plazo que alimente sus ¨²ltimos meses de mandato y siente las bases del futuro Gobierno del hoy ministro del Tesoro, Gordon Brown, que en primavera le sustituir¨¢ en Downing Street.
"No es un primer ministro que vaya a desacelerarse", asegura un hombre de su entorno. "Tony Blair est¨¢ muy ocupado y emplear¨¢ sus ¨²ltimos meses aqu¨ª dentro para forjar los cimientos de la pol¨ªtica laborista ?de los pr¨®ximos 10 a?os!".
El l¨ªder brit¨¢nico ha encargado la creaci¨®n de seis grupos de trabajo que rendir¨¢n cuentas a principios de 2007 en seis ¨¢reas prioritarias: dinamismo econ¨®mico, medioambiente y energ¨ªa, servicios p¨²blicos, seguridad, el papel del Estado, y Reino Unido y el mundo.
?No echan algo de menos?
2 El fracaso de Irak
Si hay algo que Tony Blair no esperaba hacer cuando lleg¨® a Downing Street, en 1997, era la guerra. As¨ª lo cuentan fuentes de su entorno. Eran a?os de tranquilidad tras el derrumbe del comunismo y la mayor causa a la vista era la extensi¨®n de la democracia y los derechos humanos en el mundo. Hoy, ¨¦l mismo recuerda que vino Kosovo, Sierra Leona, Afganist¨¢n e Irak. Y esta pol¨ªtica, la pol¨ªtica de la guerra, es la que considera m¨¢s dif¨ªcil de comunicar. Pero para ¨¦l ya no es una cuesti¨®n de convencer, es una cuesti¨®n de liderazgo. "Ahora no hay pol¨ªtica exterior, se ha abolido. Porque la pol¨ªtica exterior ya es interior", ha confesado a sus fieles. Por eso los fracasos inmediatos, cree, van en el sueldo. Y la guerra que libramos contra Al Qaeda "es una lucha de una generaci¨®n". Por lo dem¨¢s, ni un paso atr¨¢s.
El ¨²nico error que hoy lamenta Tony Blair es haberse asomado al peor atentado de la historia, el 11 de septiembre de 2001, sin una valoraci¨®n precisa ni conocimiento de esos enemigos que pon¨ªan en peligro nuestro mundo: aquellos talibanes y terroristas capaces de planear el mayor ataque a EE UU sin que los servicios de espionaje ni las canciller¨ªas se hubieran enterado. Es el ¨²nico momento en que reconoce fracaso. Ahora, conf¨ªan fuentes de Downing Street, "estamos en una guerra que no se puede librar s¨®lo por medios militares, es la guerra de las ideas".
En sus ¨²ltimos meses de mandato, Tony Blair quiere intentar evitar que Estados Unidos vuelva a replegarse "en su concha tras las elecciones" e intentar¨¢ resucitar la cuesti¨®n palestina como llave para abrir las soluciones a todos los conflictos de Oriente Pr¨®ximo. "No se pueden ver los problemas de Irak o Ir¨¢n como aislados, sino dentro de un conjunto que es Oriente Pr¨®ximo. Y sin solucionar Palestina", reconocen fuentes de Downing Street, "no se solucionar¨¢ esto". El Reino Unido espera poder entregar en pocos meses el control de las dos provincias que a¨²n controla en Irak a las fuerzas de seguridad iraqu¨ªes y desea que los propios iraqu¨ªes apliquen una propuesta federal que permita unas m¨ªnimas reglas de convivencia entre sun¨ªes, chi¨ªes y kurdos en Irak.
Pero todas esas batallas, desde Palestina a Irak, desde Afganist¨¢n a Al Qaeda o el velo de las mujeres musulmanas, pasan por una especie de "alianza de los moderados". "En nuestros barrios musulmanes o no musulmanes, en las calles de Egipto o en Pakist¨¢n, los moderados debemos unirnos para vencer a los radicales", repiten fuentes cercanas a Blair. "Se trata de apoyar a los moderados y proteger sus valores para hacer frente a la amenaza".
3 La justicia social
"Si Tony Blair no hubiera hecho la guerra de Irak, habr¨ªa sido uno de los grandes l¨ªderes de nuestro tiempo. Su gran conquista ha sido reconciliar el sistema de mercado con un modelo de justicia social", afirma el veterano analista Timothy Garton Ash. "Blair ha convertido Reino Unido en un pa¨ªs moderno y con una moral levantada. Pero si Irak sigue el rumbo que lleva y nuestro pa¨ªs se convierte en un gran objetivo para Al Qaeda, su reputaci¨®n quedar¨¢ da?ada".
Y ¨¦sa es, la conquista social, la gran bandera que Tony Blair y su equipo intentan izar a cada paso. En su primer mandato, el Gobierno se dedic¨® a demostrar que el nuevo laborismo pod¨ªa llevar las riendas de la econom¨ªa de forma eficiente. En el segundo y en el actual, la inversi¨®n p¨²blica en educaci¨®n y sanidad se ha multiplicado, la econom¨ªa se ha dinamizado y ha logrado crear -seg¨²n datos del Gobierno- dos millones y medio de empleos, 300.000 de ellos en educaci¨®n y 100.000 m¨¢s en sanidad. Hay m¨¢s de 150 hospitales y 1.000 centros escolares nuevos. "El tema de conversaci¨®n en 1997 era las listas de espera hospitalarias y el paro", dice una fuente del Gobierno. "Ahora la estabilidad ya se da por segura, es parte del paisaje, y por ello se habla de Irak, de seguridad". Volviendo la vista atr¨¢s, si hay algo que hoy habr¨ªa hecho de forma diferente, seg¨²n las fuentes del entorno de Blair, es precisamente iniciar antes la inversi¨®n social.
4 ?M¨¢s o menos europeos?
Tony Blair prometi¨® en 1997 llevar a los brit¨¢nicos al coraz¨®n de la Uni¨®n Europea, hacer un refer¨¦ndum sobre el euro en el segundo mandato y promover un debate para la modernizaci¨®n de Europa durante la presidencia brit¨¢nica, en 2005. Pero lo cierto es que el 11-S y la brecha abierta con la mayor parte del Viejo Continente por la guerra de Irak fueron desviando poco a poco la atenci¨®n y dejando viejos proyectos en el camino. El rechazo franc¨¦s y holand¨¦s de la Constituci¨®n europea en refer¨¦ndum, adem¨¢s, llev¨® a aparcar el ¨²ltimo compromiso de Blair: la celebraci¨®n de una dif¨ªcil consulta sobre ese texto constitucional. Hoy, el ¨²nico eco de Europa que est¨¢ en el debate brit¨¢nico es el que lleva a poner coto a los inmigrantes rumanos y b¨²lgaros tras la pr¨®xima ampliaci¨®n. "La gran iron¨ªa es que Blair empez¨® con la promesa de llevar al Reino Unido al coraz¨®n de Europa, y termina con una relaci¨®n a¨²n m¨¢s cercana a Estados Unidos que Margaret Thatcher", afirma Garton Ash. "Es la gran iron¨ªa de Blair".
?l nunca estar¨¢ dispuesto a admitirlo, y asegura que si renunci¨® al euro es porque los datos econ¨®micos no permit¨ªan una convergencia favorable para Reino Unido. Y que el problema de la Constituci¨®n es que avanza sobre normas, y no sobre los problemas concretos de los ciudadanos. "Yo creo en el avance en las cuestiones concretas, en una pol¨ªtica com¨²n de defensa fuerte, ya no se puede afrontar problemas como la defensa, el presupuesto, la ampliaci¨®n o la energ¨ªa en solitario. Sigo tan proeuropeo o m¨¢s que siempre", ha dicho a fuentes de su entorno. "Y hemos logrado una opini¨®n p¨²blica brit¨¢nica menos antieuropea de lo que se cree". Las encuestas avalan, es cierto, una mejora de la percepci¨®n europe¨ªsta: el 42% de los brit¨¢nicos cree hoy que ser parte de la UE es "algo bueno" y el 25% "algo malo", frente al 34% favorable y el 25% desfavorable en 2005. ?Ser¨¢ porque, precisamente, el aparcamiento del euro y de la Constituci¨®n europea ha hecho que ya no se hable de ello?
5 La herencia de una izquierda en pie
El legado indiscutible de Tony Blair, el que concita el consenso de todas las fuerzas, es haber hecho elegible al Partido Laborista. Y el resultado ser¨¢, como dijo en la ¨²ltima conferencia del partido, en septiembre, el cuarto mandato.
Blair no es s¨®lo el primer ministro m¨¢s joven que lleg¨® a Downing Street desde 1812, o el primero que tuvo all¨ª un beb¨¦ en 150 a?os. Tambi¨¦n pasar¨¢ a la historia por ser el primer laborista que logra tres mandatos consecutivos. Y eso se ha producido porque el laborismo brit¨¢nico -cree Blair- ha logrado superar su propio conservadurismo y adaptarse al siglo XXI. Si la izquierda produce sus propios intereses y se vuelve conservadora, ser¨¢ derrotada, ha dicho a sus aliados. Pero si lucha por los valores hist¨®ricos de forma moderna, ser¨¢ imbatible.
6 El futuro
Esta misma semana, Blair peleaba como un p¨²gil en la arena de los Comunes, tumbando una y otra vez al joven l¨ªder conservador David Cameron, que intenta dotar de nueva imagen moderna al partido opositor mientras los laboristas peinan canas. Es la ceremonia del question time, la hora de las preguntas semanales en el Parlamento, donde se forja lo que, al final, es sin duda lo que ha caracterizado al primer ministro: la capacidad de entusiasmar, de forjar ilusiones. Cameron, con el rostro enrojecido por la lucha, se sentaba humillado entre los suyos mientras los laboristas jaleaban a Blair. Y eso es precisamente algo que no cambiar¨¢. "Cuando est¨¢s en la oposici¨®n dices: voy a cambiar el question time, lo convertir¨¦ en algo m¨¢s serio y anal¨ªtico", confiesa ahora riendo. "Pero en un par de semanas se te olvida".
Ahora que s¨ª afronta su salida, Tony Blair calla sobre su futuro, pero hay algo que ha asegurado que no har¨¢: aconsejar a su sucesor. Eso, ha dicho, no hay quien lo soporte.
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