Un proyecto, dos talantes
Los votantes escoger¨¢n entre los caracteres del 'volc¨¢n' Lula y del austero Alckmin ante la similitud de sus programas pol¨ªticos
Aparentemente, Luiz In¨¢cio Lula da Silva y Geraldo Alckmin no pueden ser pol¨ªticamente m¨¢s diferentes. Sin embargo, en la sustancia no lo son tanto. Les diferencia m¨¢s bien el talante y la historia de cada uno: hijo del movimiento sindical y de la izquierda el primero, sin estudios, sin experiencia en cargos de gesti¨®n hasta llegar a la presidencia de la Rep¨²blica; y pol¨ªtico tradicional de centro el segundo, con estudios universitarios (es m¨¦dico anestesista), que ha pasado por todos los cargos p¨²blicos, desde alcalde a gobernador, as¨ª como diputado federal y estatal.
Lula es hombre pasional, de masas, con un formidable carisma personal, un mito. Alckmin, al rev¨¦s, es un pol¨ªtico fr¨ªo, un perfecto gerente de la pol¨ªtica, racional. Lula tiene su vista pol¨ªtica puesta en el tercermundismo, en las experiencias de cu?o popular y Alckmin en las de Europa y Estados Unidos.
Lula ha sabido salir indemne del mayor esc¨¢ndalo de corrupci¨®n de Brasil
Si las cartas de los lectores de los peri¨®dicos tienen alg¨²n valor, al igual que los an¨¢lisis de los columnistas pol¨ªticos, lo m¨¢s criticado de los candidatos a las elecciones presidenciales que concluyen hoy ha sido que no han presentado un "proyecto de naci¨®n". Y menos un proyecto que les distinga.
Lula, con gran habilidad, compar¨® sus cuatro a?os de Gobierno con los de su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, del Partido Socialdem¨®crata (PSDB) de Alckmin. Y a pesar de haber seguido a la letra la pol¨ªtica macroecon¨®mica de rigor fiscal de Cardoso, ha intentado demostrar que lo ha hecho mejor, porque adem¨¢s ha primado el gasto social. Alckmin, cuyo proyecto es el mismo en materia econ¨®mica, se ha quedado sin programa original, y se ha limitado a decir que lo har¨ªa mejor y con menos corrupci¨®n y despilfarro.
El presidente, tras desarrollar una pol¨ªtica de centro-derecha, disgustando a la izquierda m¨¢s radical de su Partido de los Trabajadores, decidi¨® hacer una campa?a dirigida a la izquierda, hu¨¦rfana tras el descalabro del PT, que de partido tradicional depositario de los valores ¨¦ticos se convirti¨® en el partido de la corrupci¨®n. Lula consigui¨® as¨ª recuperar una parte de la clase media progresista que lo hab¨ªa abandonado, pero que no quer¨ªa votar al "burgu¨¦s Alckmin".
Alckmin se vio acorralado a la derecha, a pesar de que dej¨® como gobernador de S?o Paulo fama de haber realizado no s¨®lo grandes proyectos de infraestructuras, sino proyectos sociales para los m¨¢s pobres, tanto en educaci¨®n como en la lucha contra el hambre. Sali¨® con un 70% de aprobaci¨®n en el mayor Estado del pa¨ªs.
Lula sabe hablar el lenguaje del hombre de la calle, tocar la fibra de los brasile?os, present¨¢ndose como "padre de los pobres" en un pa¨ªs en el que el 80% de los electores lo son realmente y apenas han cursado la escuela elemental. Alckmin tiene el lenguaje de la clase media y de la empresa, que es minoritario. Lula -en cuyo Gobierno quienes m¨¢s se enriquecieron fueron los banqueros y el mundo de la Bolsa, mientras el pa¨ªs tuvo el menor crecimiento (2,5%) de toda Am¨¦rica Latina- tuvo la inteligencia de convertirse en el palad¨ªn de los movimientos populares. Convenci¨® a los pobres de que nadie como ¨¦l, "por cuyas venas corre la sangre del pueblo", va a velar por sus intereses. Para defenderse de las acusaciones de corrupci¨®n de su Gobierno, se present¨® como quien m¨¢s la ha combatido, cortando en su propia carne al prescindir de varios ministros y de toda la c¨²pula de su partido.
Alckmin no supo aportar un proyecto diferente del de Lula. Se limit¨® a exhibir, a escala regional, los logros en su gesti¨®n como gobernador de S?o Paulo, que fueron muchos, pero que no se diferenciaban, en la sustancia, de los realizados a escala nacional por Lula.
Los electores se han encontrado con dos proyectos pol¨ªticos bien parecidos, y teniendo que escoger m¨¢s bien entre dos talantes: el volc¨¢n de Lula, hombre de m¨ªtines, capaz de un gran pragmatismo pol¨ªtico que sabe en cada momento lo que quiere la masa; y el talante tambi¨¦n pragm¨¢tico de Alckmin, pero sin el calor y la pasi¨®n de su adversario. A Lula no le importa decir que "nadie en 500 a?os de historia ha hecho tanto por este pa¨ªs", y al d¨ªa siguiente confesar "sus muchos errores" con la promesa de corregirlos, algo de lo que Alckmin ser¨ªa incapaz por cultura y por car¨¢cter.
Alckmin, un gran pol¨ªtico, h¨¢bil conocedor del aparato del Estado, austero y controlador del gasto, se ha enfrentado con la fuerza popular de Lula, tan h¨¢bil pol¨ªticamente que ha sabido salir indemne del mayor esc¨¢ndalo de corrupci¨®n de la historia de Brasil. Como ha afirmado Cardoso, "Lula es un mito, y los mitos no se discuten ni se derrumban tan f¨¢cilmente". Lula es capaz de resurgir de las cenizas tras cada nueva prueba. Su pragmatismo puede llevarle a formar, si gana las elecciones, un Gobierno m¨¢s virado a la izquierda tras cuatro a?os en el centro. Lula es imprevisible, porque, por extra?o que pueda parecer, siempre ha sido un pol¨ªtico sin ideolog¨ªa.
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