Pablo Gargallo, el escultor del aire
La Pedrera dedica una gran retrospectiva al artista del 'Gran profeta'
Nadie puede asegurar que, tal como parece, detr¨¢s de su escultura m¨¢s famosa, Gran profeta (1933), se esconda un mensaje o una premonici¨®n de las guerras que se avecinaban. Pablo Gargallo (Maella, Zaragoza, 1881- Reus, 1934) muri¨® al a?o siguiente de acabarla sin poder verla fundida en bronce y tampoco escribi¨®, que se sepa, sobre el significado de esta pieza fundamental en la escultura del siglo XX, en la que aun¨® su maestr¨ªa a la hora de esculpir el vac¨ªo con el clasicismo que marc¨® su formaci¨®n. En la exposici¨®n retrospectiva de su trabajo que hasta el 28 de enero puede verse en La Pedrera, que alberga la sala de exposiciones de la Fundaci¨®n Caixa Catalunya en Barcelona, el profeta iracundo se presenta junto a tres dibujos de 1904 que dan cuenta de que el inter¨¦s del artista por el tema no era circunstancial, fruto de la historia, sino formal, y ven¨ªa de muy lejos.
Es algo que le va pasando a Gargallo a lo largo de toda su trayectoria. Los temas se repiten -mujeres pein¨¢ndose o recostadas, arlequines, bailarinas, picadores, cabezas de mujer-, pero la manera en que los afronta da cuenta de su extraordinaria aventura art¨ªstica, que le llev¨® de sus inicios modernistas a la m¨¢xima experimentaci¨®n formal, especialmente con el metal, tanto en las obras en las que compon¨ªa las figuras mediante la adicci¨®n de finas chapas de cobre, hierro, lat¨®n o, m¨¢s tarde, plomo, como con los bronces. De ascendencia campesina, la familia de Gargallo se traslad¨® a Barcelona en 1888, el a?o de la Exposici¨®n Universal que signific¨® el triunfo del modernismo. Su padre lleg¨® a ser el jefe de bomberos del Liceo y el joven Pablo y sus hermanos consiguieron algun dinero actuando como figurantes en el teatro. Pero su facilidad por el dibujo marc¨® su camino y entr¨® como aprendiz sin sueldo en el estudio de Eusebi Arnau al tiempo que estudiaba en La Llotja, en donde m¨¢s tarde fue maestro en la especialidad de repujado de metal.
Frecuent¨® la tertulia de la taberna 4 Gats, hizo amistad, entre otros, con Picasso y ?ngel Fern¨¢ndez de Soto (de los que pueden verse dos espl¨¦ndidos retratos en la exposici¨®n) y realiz¨® varias peregrinaciones a Par¨ªs, aunque fueron pocos sus triunfos internacionales en vida que, eso s¨ª, se compensaron con el reconocimiento que tuvo en Barcelona en donde abundan sus obras p¨²blicas, en su mayor parte de corte clasicista. De hecho, la Fundaci¨®n Caixa Catalunya ha organizado tres itinerarios que permitir¨¢n recorrer desde la decoraci¨®n que hizo para el Palau de la M¨²sica (suyas son las famosas Valquirias) hasta las aurigas del estadio ol¨ªmpico.
Con todo, lo que ha dado fama a Gargallo no fueron estas obras, sino la experimentaci¨®n que empez¨® a realizar desde 1907 con una peque?a obra en chapa met¨¢lica, Peque?a m¨¢scara con mech¨®n, que puede verse en la exposici¨®n y en cierta manera prefigura otros de sus hallazgos. Entre ellos destaca por encima de todo la manera que ten¨ªa de dibujar en el aire, dando casi m¨¢s valor al espacio vac¨ªo que a la materia.
Rafael Ord¨®?ez Fern¨¢ndez, director del Museo Pablo Gargallo de Zaragoza (centro que cerrar¨¢ el a?o pr¨®ximo para iniciar una ampliaci¨®n que habr¨¢ duplicado su espacio en la primavera de 2008), ya fue el comisario de la retrospectiva que en 2004 pudo verse en el IVAM, pero si entonces el montaje se iniciaba por sus obras finales, en Barcelona se ha respetado el orden cronol¨®gico, aunque enfatizando la convivencia constante en la obra del artista a lo largo de los a?os del clasicismo y la experimentaci¨®n, con el tema de fondo constante de la figura humana, a trav¨¦s de una selecci¨®n estricta de sus mejores piezas. En conjunto son 78 esculturas, 16 dibujos y 11 cartones.
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