La verdad sobre el 'caso Mendoza'
Ll¨¤tzer Moix publica un libro reportaje sobre la personalidad y la obra del escritor barcelona"
No es una biograf¨ªa, ni un estudio acad¨¦mico, ni una conversaci¨®n con el escritor Eduardo Mendoza. Mundo Mendoza (Seix Barral), del periodista Ll¨¤tzer Moix (Sabadell, 1955), tiene un poco de todo ello, pero b¨¢sicamente es un gran reportaje para desentra?ar el universo literario mendocino y la g¨¦nesis de una obra que ocupa un lugar singular en el panorama de las letras espa?olas. Singular porque desde la aparici¨®n, en 1976, de La verdad sobre el caso Savolta, ha provocado un extra?o consenso entre la cr¨ªtica, que reconoci¨® ese t¨ªtulo con su premio anual, y el p¨²blico, el cual desde el primer momento se ha mostrado sumamente receptivo a las propuestas de un autor que s¨®lo en Espa?a lleva vendidos cerca de cuatro millones de ejemplares. "Este consenso me ha parecido siempre muy raro. Fue eso lo que me impuls¨® a bucear en la vida y la obra del escritor", detalla Moix.
"Eduardo Mendoza es omnicomprensivo, ha trazado un gran friso social a lo largo de m¨¢s de un siglo de Barcelona"
"El consenso de p¨²blico y cr¨ªtica me pareci¨® siempre muy raro. Fue lo que me impuls¨® a bucear en la vida y la obra del escritor"
Eduardo Mendoza es una especie de agujero negro que absorbe energ¨ªa. Ha sido traducido a una veintena de idiomas, ha merecido la atenci¨®n de numerosos estudios acad¨¦micos y, cosa menos frecuente, sus colegas de profesi¨®n le adoran. Es cierto que, aparte del de la cr¨ªtica, los premios mayores del pa¨ªs se le resisten extra?amente, pero Moix cree que por poco tiempo. "Mendoza ocupa una posici¨®n central elevada y dominante. Es un hombre formal, con buena presencia f¨ªsica, siempre bien vestido. Al decir de todos, una buena persona, generoso, incapaz de dar un no a nadie. Ahora bien, junto a todo esto siente una curiosa debilidad por la gamberrada, la salida de tono, el comentario a veces hiriente. Todo en ¨¦l se multiplica en un juego de opuestos que tiende al infinito".
?De d¨®nde procede esta vena tan anticonvencional del escritor? Moix responde que de una tradici¨®n anarquista y rom¨¢ntica muy arraigada en Mendoza y perfectamente rastreable en t¨ªtulos como La verdad sobre el caso Savolta, La ciudad de los prodigios y El tocador de se?oras. "Mendoza siente que otras tradiciones le son ajenas. Tras un viaje a Praga abandona cualquier veleidad comunista y la contracultura de finales de los sesenta le pilla lejos de su sensibilidad. En cambio, el anarquismo le result¨® pr¨®ximo desde un primer momento". Concretamente, seg¨²n escribe Moix, desde que, en 1967, entr¨® a trabajar como abogado en la empresa el¨¦ctrica Fecsa y se integr¨® en el equipo jur¨ªdico que particip¨® en el litigio entre los gobiernos espa?ol y belga por la quebrada empresa canadiense Barcelona Traction, uno de los focos libertarios m¨¢s activos de la capital catalana de principios del siglo XX. Mendoza realiz¨® en ese caso tareas de documentalista, que le fueron muy ¨²tiles en su posterior exordio literario.
"De ese trabajo en los archivos procede su gusto por coleccionar documentos dispares para luego mezclarlos en su obra. El mestizaje de g¨¦neros, tonos, lenguajes y acentos es uno de los aspectos decididamente m¨¢s llamativos de su obra", valora Ll¨¤tzer Moix. "En La verdad sobre el caso Savolta realiza un trabajo de collage, sin importarle cierto desajuste formal en aras de la experimentaci¨®n. En su obra posterior sigue mezclando materiales de muy diversa procedencia, personajes que lanzan catalanadas junto a otros que emplean un castellano que parece salido de El lazarillo de Tormes. Tambi¨¦n combina elementos de novela negra con elementos estil¨ªsticos procedentes de la literatura de P¨ªo Baroja o Valle-Incl¨¢n. El resultado de toda esta amalgama es un tejido unitario perfectamente digerible, al que no se le ven las costuras por ninguna parte".
Otro de los aspectos de la producci¨®n literaria de Eduardo Mendoza en el que Moix bucea es la alternancia de obras mayores y t¨ªtulos menores sancionada por la cr¨ªtica. Moix no cree excesivamente en esa divisi¨®n. Es cierto que El misterio de la cripta embrujada, primer t¨ªtulo del autor considerado menor, llega en un momento (1979) en que se halla encallado con la novela que constituir¨¢ su gran ¨¦xito, La ciudad de los prodigios (1986), pero a la vez fija uno de los personajes recurrentes en su obra, la figura del loco o del desarraigado que contempla la realidad desde una distancia a menudo muy l¨²cida. "La cripta es una obra escrita en estado de gracia, reci¨¦n regresado de Nueva York, donde vivi¨® durante 10 a?os, trabajando como traductor e int¨¦rprete de Naciones Unidas. No es una obra menor, a mi modo de ver. Es la afirmaci¨®n de Mendoza de que escribir¨¢ siempre lo que le d¨¦ la gana. De ah¨ª el desconcierto que provoca. Su ¨²ltima novela, Mauricio o las elecciones primarias, vuelve a sorprender. Cuando todo el mundo espera al Mendoza estil¨ªsticamente m¨¢s elaborado y con una carga mayor de escepticismo y humor, ¨¦l opta por una narraci¨®n muy sencilla. Dificil¨ªsima. Me parece un acto de una gran valent¨ªa".
En su reportaje, Moix establece una interesante tipolog¨ªa de los personajes mendocinos. Por un lado est¨¢n los tipos ambiciosos, como Onofre Bouvila (La ciudad...) o Lepprince (La verdad...), que mueven la trama, aunque acaban sin controlarla. Por el otro, aparecen los que Moix llama "h¨¦roes accidentales", pasivos, de personalidades d¨¦biles, que se dejan arrastrar por las circunstancias (Javier Miranda, de La verdad...; Prull¨¢s, de Una comedia ligera; F¨¢bregas, de La isla inaudita; incluso Mauricio, de Las elecciones primarias). A menudo estos antih¨¦roes han sido asociados al propio escritor. "Pero Mendoza es un falso d¨²ctil", matiza el periodista. "Es cierto que se siente pr¨®ximo al personaje pasivo. En su caso, sin embargo, la ca?a de pescar se dobla, pero siempre vuelve a su posici¨®n inicial. Es un autor profundamente libre".
Y naturalmente, como gran tema de la literatura de Eduardo Mendoza est¨¢ Barcelona. La ciudad como entramado de gentes y de historias, m¨¢s que como espacio f¨ªsico. "Barcelona es para m¨ª como el cuarto de jugar de mi infancia, en el que coexist¨ªan el barco pirata con el Lejano Oeste, donde todo era posible", declara el autor a su bi¨®grafo. "Mendoza tiene colegas excelentes que tambi¨¦n han tratado la ciudad, pero lo han hecho en ¨¢mbitos temporales y sociales m¨¢s limitados. ?l es omnicomprensivo, ha trazado un gran friso social a lo largo de m¨¢s de un siglo de esta ciudad. Yo creo que eso, sin desmerecer a otros autores, le convierte en el gran novelista de Barcelona".
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