Todas las vidas de Agust¨ª Centelles
Una retrospectiva en Barcelona recorre las distintas etapas del fot¨®grafo de la Guerra Civil
Parapetados tras los cuerpos de unos caballos desmoronados en el suelo, convertidos en ins¨®lita barricada, unos guardias de asalto hacen frente a la insurrecci¨®n leal a Franco. Estamos a 19 de julio de 1936, y el fot¨®grafo Agust¨ª Centelles (El Grao, Valencia, 1909-Barcelona, 1985), guiado por su gran olfato de fotoperiodista, deja constancia de la resistencia a la sublevaci¨®n en las calles de la capital catalana. Es ¨¦sta una de las fotograf¨ªas m¨¢s conocidas de Centelles, una de las muchas con las que dej¨® un exhaustivo testimonio de la Guerra Civil en Catalu?a, sin recrearse en el dolor pero atrap¨¢ndolo con toda su intensidad, un trabajo que le ha valido la consideraci¨®n de "el Robert Capa catal¨¢n". Por su fuerza ic¨®nica, la inclusi¨®n de esa foto era obligada en la exposici¨®n antol¨®gica, Centelles. Les vides d'un fot¨°graf. 1909-1985, un amplio recorrido por las distintas etapas creativas y vitales de este autor que se consideraba a s¨ª mismo "un cazador de im¨¢genes". La muestra se inaugura hoy en el Palacio de la Virreina de Barcelona, donde podr¨¢ verse hasta el 4 de marzo.
Agust¨ª Centelles fue un testigo excepcional de la guerra, que cubri¨® tanto en primera l¨ªnea (desde el frente de Arag¨®n) como en la retaguardia. Cuando el conflicto estall¨®, este fot¨®grafo autodidacto aficionado al cine se hab¨ªa procurado una s¨®lida formaci¨®n y entrenamiento en el mundo de la imagen. Primero, en los talleres de El D¨ªa Gr¨¢fico, donde ten¨ªa acceso a las fotograf¨ªas de los mejores reporteros internacionales, enviadas por las agencias de la ¨¦poca. Luego, como fotoperiodista, un campo donde se gan¨® el prestigio y muchas portadas gracias a su deseo de encontrar un punto de vista propio, forjado a base de intuici¨®n y de capacidad para escoger encuadres originales. Si era preciso para condensar en una foto la atm¨®sfera de cada acontecimiento, reencuadraba los originales o preparaba de alg¨²n modo una escena, como ocurri¨® en el caso de la famosa fotograf¨ªa de los caballos de la que elimin¨® uno de los personajes.
Guerra y exilio
Durante la guerra, el fot¨®grafo estuvo permanentemente en activo. Los bombardeos de Lleida durante el mes de noviembre de 1937, de los que ha quedado otra imagen simb¨®lica: la de una mujer arrodillada, como una Dolorosa, ante el cad¨¢ver de su marido, el padre muerto y la madre desolada del periodista Josep Pernau; la destrucci¨®n de Belchite, la evacuaci¨®n de heridos tras un bombardeo en Barcelona en 1938, la asistencia a la infancia en la retaguardia barcelonesa, las trincheras, los retratos de combatientes...
Centelles trabaj¨® desde el bando republicano y su significaci¨®n pol¨ªtica le oblig¨® al exilio en Francia en 1939, donde pas¨® varios meses en el campo de concentraci¨®n de Bram, cuyo d¨ªa a d¨ªa document¨® con su c¨¢mara en un testimonio que a¨²n hoy contin¨²a siendo desgarrador. Tras cinco a?os trabajando en Carcasona como ayudante de un fot¨®grafo local y colaborando clandestinamente con la Resistencia, regresa a Espa?a, donde le fue denegada la autorizaci¨®n para volver a ejercer el fotoperiodismo. Y as¨ª, obligado a reinventarse, inici¨® una nueva etapa como fot¨®grafo industrial y publicitario, un campo en el que tambi¨¦n sobresali¨® su genio y donde continu¨® experimentando con las posibilidades t¨¦cnicas del medio fotogr¨¢fico. La rehabilitaci¨®n y el reconocimiento a su trabajo durante la guerra debieron esperar a la muerte de Franco. Hoy el valor de su trabajo es reconocido en todo el mundo.
De todo ello da cuenta la exposici¨®n organizada en la Virreina, una iniciativa impulsada por Ferran Mascarell en su etapa al frente del Instituto de Cultura de Barcelona y que en cierto modo repara la desatenci¨®n institucional hacia el fot¨®grafo. Su comisario es Miquel Berga, que para las labores de documentaci¨®n ha contado con la experiencia de Teresa Ferr¨¦, especialista en la obra de Centelles.
La muestra re¨²ne cerca de 300 fotograf¨ªas; otros dos centenares, aproximadamente, se proyectan en forma de audiovisual. Centelles es abordado desde ¨¢ngulos diversos. Su obra, su vida, con objetos y documentos propios e ¨ªntimos, como su c¨¢mara Leica o el diario, in¨¦dito, donde puso palabras a la experiencia en el campo de concentraci¨®n para explic¨¢rsela a su hijo Sergi, que por entonces ten¨ªa s¨®lo un a?o. Tambi¨¦n le rinden homenaje algunos de sus disc¨ªpulos y admiradores, como Joan Fontcuberta y Gervasio S¨¢nchez. O como el fot¨®grafo Kim Manresa y el cineasta David Trueba, que hablan en una entrevista en v¨ªdeo de la influencia del maestro en sus respectivos trabajos.
El archivo escondido en una maleta
Cuando en 1939 Centelles emprendi¨® el camino del exilio, llevaba consigo una gran maleta de piel. En ella viajaban su Leica y unos 4.000 negativos, su archivo personal: el fot¨®grafo tem¨ªa que su trabajo sirviera a las tropas vencedoras para identificar y represaliar a simpatizantes de la Rep¨²blica que no pudieron o no quisieron huir tras la guerra. En 1944, a su vuelta del exilio, confi¨® el material a una familia campesina de Carcasona. A la muerte de Franco, viaj¨® hasta el pa¨ªs vecino a recuperar los archivos. Sus custodios la hab¨ªan mantenido todo ese tiempo a buen recaudo. Y empez¨® otra de las vidas de Centelles, a las que hace referencia el t¨ªtulo de la exposici¨®n: la del reconocimiento por su trabajo, tras d¨¦cadas de silencio y marginaci¨®n. Los estamentos oficiales, sin embargo, le hicieron poco caso, especialmente en Catalu?a, si bien el Ministerio de Cultura le concedi¨® el Premio Nacional de Artes Pl¨¢sticas. Miquel Berga conf¨ªa que la exposici¨®n contribuya a reparar esta circunstancia. "Creo que nadie merece m¨¢s una Creu de Sant Jordi p¨®stuma que Agust¨ª Centelles", dice el comisario. Tal vez el tiempo le d¨¦ la raz¨®n.
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