Que los muertos...
"Descansen los muertos en paz", "que los muertos entierren a los muertos". Son expresiones que muestran una decente y saludable tradici¨®n, son producto y resultado de una sabidur¨ªa acumulada en a?os de civilizaci¨®n para evitar el luto eterno. Dejemos a los muertos en paz, a los pobres e inocentes muertos, dej¨¦mosles estar. "Me acusan", dec¨ªa un reciente condenado a muerte en EE UU, "de un asesinato que no comet¨ª. Os quiero". Fue ejecutado. Muerto. Paz en la tierra a los hombres. ?Injusticia? Seguro, por doble partida: ni era culpable ni se puede cortar la vida a nadie. Terrible, liminal (ver la pel¨ªcula de Eastwood, Ejecuci¨®n inminente, 1999) ?Y con los miles de ejecutados sumariamente, paseados, etc¨¦tera, en la guerra de 1936 en Espa?a? Ni siquiera pudieron ejercer ese "peculiar power [man's] to choose to life and die" (Por los muertos de la Uni¨®n, R. Lowell), morir por un motivo: simplemente, les mataron. Dejemos a los pobres e inocentes muertos en paz. No hay justificaci¨®n para la pena sumaria. Nunca, absolutamente nunca.
El pa¨ªs (o paisito) atraviesa por una fr¨ªvolo arrebato de necrofilia (pienso en 1936; los muertos por y de ETA necesitan a¨²n ser repensados). Recuperaci¨®n de cad¨¢veres en el frente de Camp¨¢nzar, etc¨¦tera. En ese caso, ?d¨®nde podr¨ªamos ubicar a todos aquellos moros, marroqu¨ªes tra¨ªdos por Franco, que murieron por millares fuera de su tierra, en el frente vasco, y enterrados extramuros del cementerio -o Dios sabe d¨®nde- por su condici¨®n infiel? Ninguna noticia sobre posibles fosas con magreb¨ªes. Curioso. Hay, sin embargo, cientos de ellos inscritos en el Registro Civil de ?lava; imagino que otro tanto ocurre en Guip¨²zcoa o Vizcaya. ?Qui¨¦n se ha ocupado de ellos? Sus nietos, hoy emigrantes, comienzan a llegar. ?Qu¨¦ explicaci¨®n cabe darles? Creo que es un gran drama para cada cual, pero no hay por qu¨¦ hacer, como se hace, un relato ¨¦pico sobre cada episodio tr¨¢gico.
Recientemente, Santiago de Pablo, profesor de la UPV y amigo (El Correo, 21 de octubre), mencionaba a diecisiete asesinados en octubre de 1936 en Elosu (?lava). Lo fueron en nombre de la Rep¨²blica, un hecho rigurosamente cierto. Los equiparaba a los diecis¨¦is asesinados el 31 de marzo en Azazeta (el alcalde de Vitoria, Ortiz de Z¨¢rate, y otras personas se?aladas), probablemente -no hay constancia documental- por orden personal del Jefe de Operaciones en el Norte, general Emilio Mola, cuyo Estado Mayor se hab¨ªa instalado en la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria. Una comparaci¨®n quiz¨¢ no afortunada, pero perfectamente justificada para quienes conocemos ese tiempo. ?Acaso no asesinaron los defensores de la Rep¨²blica a gente se?alada -V¨ªctor Pradera o Joaqu¨ªn Beunza- en San Marcial, Guip¨²zcoa? Le replican desde Ahaztuak 1936-1977 tambi¨¦n con argumentos ciertos. Creo que De Pablo endereza el fuste de lo cierto con valent¨ªa al marchar contracorriente y se?alar esas otras muertes.
Le ha sucedido a Luis Goytisolo a ra¨ªz de su O¨ªdo atento a los p¨¢jaros (
Babelia, 11 y 17 de enero), convencido de que hab¨ªa que dejar a los muertos descansar en paz. "Yo no abrir¨ªa ninguna fosa porque quedan muchas por abrir de ambos bandos. En muchos casos son de soldados muertos en combate", dec¨ªa. Y se le replic¨® desde alguna asociaci¨®n, respetable, y justificada desde luego a d¨ªa de hoy. ?Cu¨¢ntos soldados muertos en combate son magreb¨ªes?
Creo que estamos a un nivel de debate primario. Vida y muerte. No es poca cosa, pero nos costar¨ªa comprender. De perseverar en ello, nada entender¨ªamos del ¨²ltimo dilema en torno a G¨¹nter Grass y sus memorias, que ha recorrido Europa. ?Murieron alemanes? Much¨ªsimos. ?Murieron j¨®venes miembros, entusiastas de las SS? Desde luego. (Grass, uno de ellos, no muri¨®, como se sabe). El problema estuvo en las ideas que alentaron aquel estado de cosas. ?Hay utop¨ªas que alienten la muerte (del otro)? ?Hubo una incitaci¨®n a la guerra civil europea (Ernst Nolte)? Desde luego que la hubo: franquismo, nazismo, estalinismo; fascismo y comunismo.
Dej¨¦mosles en paz. Que Dios guarde a los suyos y ampare a todos, pero va siendo hora que se presenten en la escena p¨²blica los expertos, como De Pablo, para que ¨¦sta resulte interesante y cr¨ªtica.
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