Misterio
Me echaron del ¨²ltimo bar a las seis de la ma?ana, pero no me ve¨ªa con ¨¢nimos de conducir. Encend¨ª un cigarrillo como el que se toma un consom¨¦, para templar el cuerpo, y anduve un rato a la deriva. No hab¨ªa taxis o yo no era capaz de verlos. En esto, pas¨¦ por delante de una iglesia cuya puerta empuj¨¦ y cedi¨®. Ten¨ªa una nave central y dos laterales. En las laterales hab¨ªa peque?as capillas consagradas a santos o v¨ªrgenes de escayola que me intimidaron ligeramente. Encend¨ª una vela a san Aurelio porque mi padre se llamaba as¨ª, y otra a la Virgen de los Remedios, por mam¨¢. Estaba arrepentido de mi vida, como siempre a esas horas, y llor¨¦ un poco delante de san Cipriano. Unas l¨¢grimas burocr¨¢ticas, de tr¨¢mite.
En esto, vi un confesionario con una puerta central y dos ventanillas laterales. Ten¨ªa sobre el asiento un coj¨ªn rojo muy blando, como de plumas. Parec¨ªa un hogar, de modo que entr¨¦, me sent¨¦, apoy¨¦ la cabeza en una de las paredes y me qued¨¦ dormido. Pas¨® un tiempo indeterminado antes de que me despertara la voz de una mujer que me hablaba desde la ventanilla derecha. Dec¨ªa que hab¨ªa deseado mil veces la muerte de su marido, pero que ahora que hab¨ªa muerto se sent¨ªa sola y est¨²pida, adem¨¢s de culpable. Ve¨ªa mucho la televisi¨®n, a veces programas sucios, indecentes, incluso hab¨ªa llegado a asomarse a una pel¨ªcula pornogr¨¢fica. Quer¨ªa consejo y perd¨®n. Le dije que los maridos se mueren con independencia o no de que se desee su muerte. Se mueren m¨¢s maridos que esposas, a?ad¨ª absurdamente antes de darle la absoluci¨®n.
Tras esta rara experiencia, abandon¨¦ el confesionario y sal¨ª a la calle. Hab¨ªa amanecido; el tr¨¢fico comenzaba a desperezarse. Mir¨¦ el reloj y calcul¨¦ que no me dar¨ªa tiempo a pasar por casa antes de ir al trabajo. Algunos d¨ªas iba directamente del bar a la oficina, as¨ª era mi vida. Comprend¨ª que algo se hab¨ªa roto aquella madrugada, pero no sab¨ªa qu¨¦. De hecho, hice lo de todos los d¨ªas y por la noche volv¨ª a incurrir en los bares. Al amanecer regres¨¦ a la iglesia y ocup¨¦ el confesionario. Al poco, se asom¨® por la ventanilla de la derecha la mujer del d¨ªa anterior y comenz¨® a hablar. Entonces me pareci¨® que lo que se hab¨ªa roto comenzaba a arreglarse de forma misteriosa.
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