La ruleta catalana
La entrada de Ciutadans en el Parlamento catal¨¢n, el bajo nivel de participaci¨®n en las urnas y la ampliaci¨®n de la distancia entre CiU y PSC fueron los rasgos principales de la jornada
LA ENTRADA EN EL PARLAMENTO catal¨¢n -protegido por la barrera del 3% de los votos emitidos exigido a los participantes en los comicios- de Ciutadans-Partido de la Ciudadan¨ªa ampl¨ªa de cinco a seis el n¨²mero de actores en ese escenario institucional. Ciutadans fue creado como partido tras el rodaje previo de un activo movimiento social nacido durante el debate del nuevo Estatuto de Catalu?a con un doble objetivo: criticar los planteamientos nacionalistas compartidos por la clase pol¨ªtica de Catalu?a y defender los derechos ling¨¹¨ªsticos de los castellano-hablantes. El nuevo partido fue recibido por sus competidores con una mezcla de hostilidad y desprecio: mientras los nacionalistas le acusan de estar teledirigido por la FAES de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, los populares insin¨²an que es un montaje de CiU. La precariedad de recursos y el desventajoso acceso a los espacios electorales de la radio y la televisi¨®n p¨²blicas no le ha impedido a Ciutadans obtener el respaldo de 90.000 votantes, que le han abierto a sus tres diputados las puertas de entrada al Parlamento catal¨¢n.
La abstenci¨®n -el 43,23%- super¨® en 6 puntos la registrada en 2003; excepto ICV-EUiA (con 40.000 papeletas de m¨¢s), los restantes partidos perdieron votos en t¨¦rminos absolutos respecto a las anteriores elecciones, abstracci¨®n hecha de sus avances o retrocesos en t¨¦rminos relativos. Los flujos entre la participaci¨®n y la abstenci¨®n no transitan por una carretera de una sola direcci¨®n: los 260.000 abstencionistas de 2006 son el saldo resultante de abandonos e incorporaciones a las urnas de dif¨ªcil registro. Tal vez los sondeos poselectorales ayuden a descubrir la procedencia de los votos ganados y el destino de los votos perdidos entre 2003 y 2006 por los partidos para as¨ª identificar el paradero final de las papeletas que han abandonado al PP (80.000), a CiU (100.000), a ERC (130.000) y al PSC (240.000).
El veredicto de las urnas abre tres posibilidades para ganar en la ruleta del poder. Dos est¨¢n encabezadas por Artur Mas como l¨ªder de CiU: un gobierno de coalici¨®n o un pacto de legislatura con el PSC (85 esca?os) o con ERC (69 diputados). La tercera opci¨®n ser¨ªa la repetici¨®n del tripartito de la anterior legislatura (esta vez con 70 esca?os) bajo la presidencia de Montilla. Aunque las combinaciones sean iguales a las f¨®rmulas de hace tres a?os y ERC siga teniendo una doble llave capaz de abrir las puertas de la Generalitat a CiU y al PSC, las posiciones de fuerza de los partidos para negociar han variado. Mientras los convergentes han aprobado discretamente el examen del 1-N, PSC y ERC han salido malparados. Es cierto que CiU ya hab¨ªa precedido en 1999 y 2003 al PSC por n¨²mero de esca?os, pero en ambas ocasiones qued¨® ligeramente por detr¨¢s en votos: ahora sube en diputados (de 46 a 48), aumenta su distancia parlamentaria respecto a los socialistas (11 esca?os) e invierte a su favor la diferencia porcentual de sufragios (4,7%). La imagen de ERC oscila de la inmadurez a la demagogia. Y aunque ICV-EUiA gane tres esca?os (de 9 a 12), sus socios del tripartito han retrocedido: dos diputados ERC (de 23 a 21) y cinco el PSC (de 42 a 37).
Con todo, los convergentes tampoco han visto satisfechas sus expectativas de alcanzar un resultado que les permitiera gobernar en solitario sin necesidad de contar con los socialistas o los republicanos. El 31,6% de voto popular logrado el mi¨¦rcoles por CiU se halla muy lejos de los ¨¦xitos electorales obtenidos en su d¨ªa por Pujol, gracias a los cuales gobern¨® tres veces con mayor¨ªa absoluta (en torno al 46% de los sufragios) y otras tres con minor¨ªa mayoritaria. Pero m¨¢s grave es la decepci¨®n sufrida en el bando opuesto: si ERC ha pagado su irresponsable deambular durante tres a?os en las alturas del poder, que culmin¨® con el no al Estatuto y su expulsi¨®n del Gobierno, el PSC ha sido castigado por la fantasmag¨®rica gesti¨®n presidencial del err¨¢tico Pasqual Maragall. Y la creencia de que la presencia del presidente Zapatero tendr¨ªa efectos m¨¢gicos en la campa?a y el candidato Montilla conseguir¨ªa movilizar el voto que apoya al PSOE en las generales y se queda en casa en las auton¨®micas result¨® una simple enso?aci¨®n.
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