La ¨²ltima batalla de Bush
u nombre est¨¢ en la cabeza de todos los votantes, pero no en las papeletas de las legislativas del pr¨®ximo martes. George W. Bush libra la ¨²ltima pelea electoral de su vida, y quiz¨¢ la m¨¢s dif¨ªcil: la guerra de Irak, que le ayud¨® a ganar en 2004, pesa ahora como el plomo en el electorado, que muestra adem¨¢s otras se?ales de rechazo a la direcci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs. Aunque lo que est¨¢ en juego es el Capitolio y no la Casa Blanca, el presidente Bush es el protagonista de estas elecciones. Y en el centro de las preocupaciones y del pesimismo de los norteamericanos se encuentra Irak.
Los dem¨®cratas perdieron en 1994 un Congreso que dominaron durante 40 a?os y han estado en la Casa Blanca s¨®lo ocho de los ¨²ltimos 25 a?os. Necesitan desesperadamente la victoria y todo parece indicar que la van a tener, pero, ?va a ser arrolladora, como la republicana de 1994, o relativamente modesta? Dos de cada tres personas creen que Estados Unidos no va en la buena direcci¨®n. ?Se traducir¨¢ con claridad en las urnas?
2006 se recordar¨¢ quiz¨¢ como el a?o en que la revoluci¨®n de Reagan empez¨® a retroceder
La Casa Blanca est¨¢ lanzada a un final de campa?a fren¨¦tico para lograr que las bases vayan a votar
La elecci¨®n est¨¢ centrada en buena medida sobre Irak y es un refer¨¦ndum sobre Bush
Los dem¨®cratas llevan la delantera en los sondeos, pero eso ocurri¨® ya en 2004 y perdieron
"No tengo una bola de cristal, pero parece que los norteamericanos est¨¢n ampliamente descontentos con una serie de cosas, desde la pol¨ªtica exterior y la guerra hasta la econom¨ªa. En una situaci¨®n as¨ª, lo habitual es que el partido que manda pierda esca?os en unas legislativas, y eso deber¨ªa ocurrir en las dos C¨¢maras. Lo que est¨¢ por ver es que pierdan los suficientes como para cambiar la direcci¨®n del Congreso. Eso depender¨¢ de varios factores, sobre todo de la participaci¨®n", afirma Philip J. Crowley, que fue asesor de Clinton para asuntos de Seguridad Nacional y que ahora est¨¢ en el Centro para el Progreso de Am¨¦rica.
"Reconocemos que el ambiente nacional es dif¨ªcil", dice Alex Burgos, portavoz del Comit¨¦ Nacional republicano del Congreso. "Hist¨®ricamente, el sexto a?o de un presidente es dif¨ªcil para su partido: en los ¨²ltimos 150 a?os, el partido que est¨¢ en la Casa Blanca retrocede en las legislativas del sexto a?o. La excepci¨®n fue en 1998, con Clinton".
Los dem¨®cratas necesitan ganar 15 esca?os para conseguir la mayor¨ªa en la C¨¢mara de Representantes (que tiene 435 esca?os, y todos se renuevan) y 6 para dominar el Senado (con 100 esca?os, pero s¨®lo un tercio se somete a las urnas cada dos a?os).
"En cierto sentido estas elecciones tienen m¨¢s que ver con el pasado que con el futuro; quiz¨¢ lo m¨¢s importante es que se trata de la ¨²ltima campa?a de Bush", cree Harvey Kaye, director del Centro de Historia y Cambio Social de la Universidad de Wisconsin. Aunque el presidente no se presente, "para ¨¦l, el resultado es muy importante", afirma Roberto Suro, uno de los directores del prestigioso instituto de encuestas Pew Center. "A corto plazo, porque este resultado va a influir en c¨®mo va a dirigir el pa¨ªs en los dos pr¨®ximos a?os. Y a medio plazo, porque ya se est¨¢ empezando a escribir la historia de esta presidencia. Quiz¨¢ despu¨¦s del martes podr¨¢ escribirse que en 2006 los norteamericanos rechazaron a este presidente y le dijeron: ya no estamos contigo en la guerra. Castigar a un presidente en medio de una guerra es algo importante, no est¨¢ en la tradici¨®n de Estados Unidos".
?Cu¨¢l es la foto del pa¨ªs? "Lo que se ve en los sondeos", dice Suro, "es que hay un nivel notable de ansiedad e incluso de preocupaci¨®n sobre la guerra, y una p¨¦rdida de confianza en los que est¨¢n en el poder, incluidos los congresistas. Los republicanos pierden terreno y el presidente tiene menos apoyo", a?ade, pero esto no quiere decir que el rechazo se traduzca en apoyo dem¨®crata. "Lo que podr¨ªamos ver ahora es un voto de no confianza. El punto clave de esa desconfianza es la guerra, y eso est¨¢ muy centrado en el presidente, que es el s¨ªmbolo del Partido Republicano".
No siempre es f¨¢cil traducir la intensidad de los sentimientos del electorado. ?El enfado que causa el enorme rechazo a la guerra puede verse suavizado por el descenso en el precio de la gasolina? ?Las im¨¢genes de los soldados muertos en Irak se sobreponen a las del 11-S? Hay ansiedad, hay preocupaci¨®n, pero ?tanta como para ir a votar? Las legislativas no suelen atraer a muchos electores -algo m¨¢s del 40% en anteriores ocasiones-, y tanto el factor local como el dise?o de los distritos dificultan los pron¨®sticos. Al final, se trata de qui¨¦n moviliza m¨¢s y mejor a su base.
?Est¨¢ el cambio en el aire? S¨ª, por agotamiento: por el desgaste de los errores, esc¨¢ndalos e incompetencias del Gobierno de Bush. "Existe el potencial de que estemos ante un momento importante, un momento de cambio como lo fue 1992 con Clinton o 1994 con la victoria republicana en el Congreso. Si los dem¨®cratas ganan con claridad ser¨ªa una se?al de que el pa¨ªs se mueve, despu¨¦s de seis a?os de dominio republicano", dice Suro. En su ¨²ltimo an¨¢lisis, el Pew Center indica: "El panorama pol¨ªtico de EE UU ha cambiado radicalmente desde oto?o de 2002
[las anteriores legislativas de mitad de mandato presidencial]: los votantes que estaban divididos, como las mujeres y los independientes, ahora favorecen a los dem¨®cratas, y los votantes que favorec¨ªan a los republicanos, como hombres blancos, mujeres casadas o cat¨®licos, est¨¢n ahora divididos".
David Brooks, en The New York Times, cree que "vamos a entrar en uno de esos periodos sin ideolog¨ªa dominante en Estados Unidos", pero "est¨¢ claro que estas elecciones marcan el final del predominio conservador". Y Joe Klein aventura en la revista Time: "2006 quiz¨¢ se recordar¨¢ como el a?o en que la revoluci¨®n de Reagan empez¨® a retroceder".
"Los resultados tienen consecuencias significativas con vistas al futuro, en todos los sentidos", analiza Philip J. Crowley, "pero los que siguen estas elecciones desde Espa?a, por ejemplo, deben entender que no necesariamente van a representar una tendencia, una direcci¨®n. Las presidenciales s¨ª son una decisi¨®n nacional; las legislativas pueden tener implicaciones nacionales, pero lo que las mueve son asuntos locales, personalidades locales. Hay un componente nacional: la cr¨ªtica a Bush y al Congreso republicano. Pero incluso si los dem¨®cratas llegan a controlar una o las dos C¨¢maras, de ah¨ª no debe deducirse autom¨¢ticamente que los norteamericanos est¨¦n apoyando una clara alternativa dem¨®crata; lo que estar¨ªan haciendo es abrirles la puerta para que demostraran de qu¨¦ manera son diferentes, c¨®mo pueden gobernar m¨¢s eficazmente".
En unas elecciones-term¨®metro como ¨¦stas se trata del cambio, m¨¢s que de la alternativa. Lo sugiere un sondeo de Fox, que indica que s¨®lo el 15% de los que dicen que van a votar dem¨®crata lo hacen porque le gustan las iniciativas del partido; el 65% lo va a hacer porque quiere un cambio de liderazgo en el Congreso. Harvey Kaye lo explica as¨ª: "Es un momento de cambio, una palabra que sugiere un sentido de direcci¨®n, aunque no veo que los dem¨®cratas ofrezcan una direcci¨®n hacia la que debamos ir". Para Suro, "no es m¨¢s que el primer cap¨ªtulo de un momento pol¨ªtico que durar¨¢ tres a?os, hasta septiembre u octubre de 2009, cuando haya un nuevo presidente que haya tomado algunas decisiones. Estamos en una primera batalla, en un primer paso de lo que vendr¨¢ en los tres pr¨®ximos a?os".
Dos son las novedades en estas elecciones, en opini¨®n de Philip J. Crowley: "Primero, aunque Bush no se presenta, ¨¦ste va a ser un refer¨¦ndum sobre su Gobierno, y segundo, aunque normalmente las legislativas est¨¢n dominadas por temas nacionales, no de seguridad o de pol¨ªtica exterior, en esta ocasi¨®n, el asunto dominante es Irak, lo cual es muy inusual". De forma que, "aunque hay muchos factores locales y personales -que pueden decidir resultados-, la elecci¨®n est¨¢ centrada en buena medida sobre Irak y es un refer¨¦ndum sobre George W. Bush".
La estrategia dem¨®crata ha sido clara: someter a Bush a refer¨¦ndum -con un ¨ªndice de apoyo del 38%, la apuesta es sensata- y poner Irak en el centro. Seg¨²n un sondeo de The New York Times y la CBS, s¨®lo el 29% aprueba la manera en la que Bush est¨¢ manejando la guerra y casi el 70% cree que no tiene un plan para terminarla. Con estos datos, ni siquiera meteduras de pata como la de John Kerry sobre la ignorancia de los soldados -aprovechada a fondo por Bush y los republicanos- deber¨ªan cambiar mucho las cosas, porque la desaz¨®n con Irak es de fondo, aunque no repercuta en la calle, seg¨²n Harvey Kaye: "Es un factor de descontento, pero no ha generado mucha oposici¨®n activa: la mayor¨ªa es esc¨¦ptica sobre el futuro de la guerra, pero no hasta el punto de pedir que vengan las tropas. No hay militancia contra la guerra, incluso hay quienes creen que tenemos la obligaci¨®n de estar all¨ª y ayudar a los iraqu¨ªes, aunque creo que eso cambiar¨¢ muy pronto. Pero mucha gente recuerda lo que pas¨® en EE UU despu¨¦s de Vietnam y nadie quiere otro s¨ªndrome similar". Lo que los norteamericanos esperan, si ganan los dem¨®cratas, es que se acelere la retirada de tropas, pero la mayor¨ªa preferir¨ªa que se hiciera de forma ordenada, sin que Irak se deslizara -a¨²n m¨¢s- hacia el caos.
La estrategia republicana ha sido m¨²ltiple. Los candidatos con problemas que saben que la guerra juega en su contra prefirieron no contar con Bush; los que creen que el presidente da energ¨ªa a las bases le llamaron, y cuando Bush fue, su discurso reivindic¨® una econom¨ªa que "ha creado 6,6 millones de empleos en los ¨²ltimos tres a?os" y amenaz¨® con subidas de impuestos si ganan los dem¨®cratas. Sobre Irak, el presidente opt¨® por obviar los detalles de la ca¨®tica situaci¨®n: "El objetivo de los dem¨®cratas es que nos vayamos de Irak; el de los republicanos es vencer en Irak. El planteamiento dem¨®crata desemboca en esto: los terroristas ganan, Am¨¦rica pierde".
Pero la credibilidad presidencial est¨¢ muy deteriorada como para que estos mensajes tengan eco: Irak es letal para Bush y ha abierto los ojos a muchos. El cambio importante en estas elecciones, seg¨²n Suro, es el siguiente: "En 2002 y 2004, Bush y los republicanos definieron con ¨¦xito la elecci¨®n. La pregunta era: ?con qui¨¦n se siente usted m¨¢s seguro?, y a ella se lig¨®, en 2004, la decisi¨®n de ir a la guerra. Kerry entr¨® en ese debate, y perdi¨®, pero lo que ahora preocupa a la opini¨®n p¨²blica es c¨®mo se est¨¢ manejando la guerra y qui¨¦n la va a ganar". Los republicanos no han tomado nota de este cambio, que es muy reciente, del verano. Los debates de ayer son los de las armas de destrucci¨®n masiva o los de la democracia en Irak y Oriente Pr¨®ximo. "Los de hoy tienen que ver con qu¨¦ es lo que se hace, c¨®mo se resuelve la situaci¨®n, qui¨¦n tiene un plan. Hasta ahora, el ¨¦xito de Bush ha sido poder captar la inquietud por la seguridad despu¨¦s del 11-S y sacar ventaja de ello", a?ade Suro: "Existen los riesgos, pero con nosotros vas a estar m¨¢s seguro que con ellos, era el mensaje. Bush ha sido muy fiel a esa estrategia, pero ahora la situaci¨®n es distinta. Rove es muy inteligente, todo el mundo lo sabe, y ha hecho esta campa?a ligando la guerra a la seguridad nacional, para poder volver a preguntar al votante: ?qui¨¦n cree que le va a defender contra el terrorismo, ellos o nosotros? No s¨¦ si la f¨®rmula va a seguir teniendo ¨¦xito".
En todo caso, la Casa Blanca est¨¢ lanzada a un fren¨¦tico final de campa?a en el que la electricidad que se quiere transmitir a las bases para que vayan a las urnas no admite vacilaciones: "Los republicanos van a estar en mayor¨ªa en el pr¨®ximo Congreso, as¨ª que no le puedo responder a la pregunta de qu¨¦ es lo que cambiar¨ªa si ganan los dem¨®cratas", dice Alex Burgos, el portavoz del los republicanos del Congreso: "Tenemos confianza en que, a pesar de las dificultades, la estrategia de basar cada campa?a en los temas locales, de hacer una campa?a distrito por distrito, nos ayude a mantener la mayor¨ªa. Ellos se est¨¢n concentrando en darle a cada candidato una campa?a nacional y de meter a Bush en todas. Nosotros basamos nuestra estrategia distrito por distrito".
Philip J. Crowley coincide en que "hay una tendencia a nacionalizar las legislativas, y, sin embargo, son en ¨²ltima instancia decisiones que los votantes toman sobre personas individuales en cada distrito, en cada Estado", y a?ade: "Existe una dicotom¨ªa interesante en EE UU; por una parte, la gente le da al Congreso, como instituci¨®n, notas muy bajas; est¨¢n muy poco satisfechos con la manera en la que hace su trabajo. Dicho esto, esa misma gente tiende a mantener a sus congresistas en los esca?os, y hay un 90% de reelecci¨®n. La gente dice: 'el Congreso no funciona, pero eso no es culpa de mi congresista o de mi senador".
?sa es una de las esperanzas de Alex Burgos: "Los votantes odian el Congreso pero adoran a su congresista. La gente est¨¢ enfadada con el Congreso, pero no suele penalizar a su representante. Si miras los sondeos nacionales, los dem¨®cratas llevan la delantera, pero eso tambi¨¦n ocurri¨® en 2004. Y a la pregunta de qui¨¦n se quiere que tenga el control del Congreso, los dem¨®cratas tienen ventaja. Pero si sigues leyendo esos sondeos y miras donde le preguntan a los votantes si aprueban el trabajo de su congresista, te das cuenta de que en casi todos los casos se apoya". ?Esperan un milagro, entonces? "No, lo que decimos es que los sondeos, distrito por distrito, indican que hay muchas contiendas muy re?idas, pero que no est¨¢ decidido. Contamos con m¨¢s recursos financieros que los dem¨®cratas, hemos invertido mucho en anuncios y tenemos una operaci¨®n para facilitar el voto de nuestros simpatizantes, que fue clave en 2004. Vamos a luchar hasta el ¨²ltimo momento".
"Da lo mismo", escribe Mark Mellman, un estratega dem¨®crata, en The Hill: "No importa lo buena que sea su maquinaria o lo que hagan sus bases; el Partido Republicano necesita encontrar algo m¨¢s para parar la ola que se le viene encima". James Carville, uno de los cerebros de Bill Clinton en 1992, recomienda no sacar las botellas de champa?a antes de tiempo, y la militancia, esperanzada, le hace caso: "Estoy un poco cautelosa", se?ala Melissa D. "Creo que vamos a ganar, pero eso mismo cre¨ª en 2004. Los distritos electorales est¨¢n dise?ados para que no haya muchos cambios, pero si la ola de descontento lleva a la gente a las urnas, ganaremos, y conseguiremos las dos C¨¢maras".
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