La angustia ante la traves¨ªa del desierto

Artur Mas vive estos d¨ªas con una asfixiante angustia: la Generalitat puede volver a escurr¨ªrsele entre los dedos que tanto la acariciaron. Y si esto acaba siendo as¨ª, deber¨¢ afrontar la desolaci¨®n de sus muchachos ante la orfandad de poder. O, lo que ser¨ªa peor, los inevitables intentos (con o sin ¨¦xito) de ajustes internos de cuentas en la federaci¨®n por c¨®mo se llev¨® la campa?a.

Pero Mas es calculador, pragm¨¢tico, y acumula reveses, como el trienio que ha pasado en los bancos de la oposici¨®n pese a haber encabezado la primera minor¨ªa en 2003. Con esta alforja, evita traslucir nerviosismo ante sus colaboradores. "Si el jefe est¨¢ intranquilo lo contagia a su entorno y eso es lo que nunca hace Mas", comenta uno de ellos.

Artur Mas va a echar todas las cartas en esta partida y no quiere cometer errores. Pero no va a preguntarse por qu¨¦ juega con la peor mano cuando estaba en condiciones de tener un p¨®quer de ases. "Nunca se dar¨¢ una oportunidad como esta. Hemos gastado una fortuna en la campa?a, el tripartito estaba en horas bajas, ten¨ªamos al electorado movilizado y s¨®lo hemos incrementado dos diputados y adem¨¢s en Barcelona, cuando tradicionalmente nuestro voto estaba en las comarcas", se lamenta un miembro de la direcci¨®n nacionalista.

Pero los dirigentes de CiU se han conjurado para aplazar este debate. Mas se concentra ahora en convencer a Carod de que el trozo de tarta es mayor cuando s¨®lo son dos a repartir. Con una pareja u otra, ahora no caben dudas de coherencia, la cuesti¨®n es llegar al poder.