La victoria de Lula
La victoria de Lula, anunciada por los sondeos, no ha supuesto sorpresa alguna. Se enmarca en una l¨®gica de las cosas y de los tiempos, y representa, en lo que a m¨ª se respecta, la afirmaci¨®n de un pa¨ªs que es un gigante en Iberoam¨¦rica y una potencia emergente y original en este mundo nuestro de inicios de siglo, injusto y carente de reglas.
S¨ª que fue una sorpresa -y una sanci¨®n moral- el que el pueblo brasile?o obligara a Lula a disputar una segunda vuelta, en virtud de esc¨¢ndalos que, a decir verdad, afectaron m¨¢s al Partido de los Trabajadores (PT), que al propio Lula da Silva personalmente. Y eso a pesar del progreso que indiscutiblemente ha conocido Brasil durante su mandato, tanto en el ¨¢mbito de la afirmaci¨®n nacional brasile?a en Iberoam¨¦rica y el mundo como en la consolidaci¨®n econ¨®mico-financiera del Estado en tiempos de globalizaci¨®n neoliberal, sin olvidar la lucha contra la pobreza y las desigualdades, problema central para el equilibrio, el desarrollo y la cohesi¨®n de Brasil.
Lula representa, y es fundamental reconocerlo, un fen¨®meno sociol¨®gico sin par que le convierte en una figura emblem¨¢tica a los ojos de los pobres y de los excluidos. Siendo un ni?o pobre -pau de arara, como se dice en Brasil- parti¨® a la aventura, abandonando un noreste de miseria para irse, sin protecci¨®n de ninguna clase y sin instrucci¨®n, a S?o Paulo, el Estado m¨¢s rico y competitivo, y uno de los principales motores de la econom¨ªa brasile?a. All¨ª lo aprendi¨® todo, en el curso de una vida dur¨ªsima, para asegurarse en primer lugar la supervivencia diaria, y convertirse despu¨¦s, sucesivamente, en tornero mec¨¢nico, sindicalista, l¨ªder de un partido inicialmente obrero y, finalmente y tras varias tentativas frustradas, en presidente de la Rep¨²blica, elegido por m¨¢s de cincuenta millones de brasile?os.
Un hombre de tales caracter¨ªsticas, que se ha mantenido personalmente pobre y fiel a s¨ª mismo, no pod¨ªa ser destruido por las condenables trapacer¨ªas de su partido, por muy desagradables que hayan sido para sus amigos y admiradores. De ah¨ª la sanci¨®n moral que el pueblo brasile?o le infligi¨®, con inmensa sabidur¨ªa, en la primera vuelta. Pero eso no ha impedido que saliera reelegido, en la segunda, confiri¨¦ndosele una nueva legitimidad.
Espero que su segundo mandato sea muy diferente del primero en lo que ¨¦ste tuvo de negativo. Seg¨²n sus declaraciones, Lula quiere seguir luchando contra la pobreza y las tremendas desigualdades que dividen a los brasile?os. Sin embargo, con un partido debilitado por los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n y algo aislado pol¨ªticamente, ?c¨®mo aspira a conseguirlo? Tarso Genro, su actual ministro de Relaciones Institucionales, un intelectual de indiscutible val¨ªa y antiguo alcalde de Porto Alegre (donde naci¨® el F¨®rum Social Mundial), dijo en una entrevista concedida a un peri¨®dico portugu¨¦s el pasado 27 de octubre que "el sistema pol¨ªtico brasile?o est¨¢ bloqueado". ?sa, a?adi¨®, es la raz¨®n por la que el PT (el partido de Lula y de ¨¦l mismo) debe ser "fundado de nuevo", "recuperando la bandera de la ¨¦tica", por lo que hay que "negociar con toda la oposici¨®n, incluyendo el PSDB", el partido del rival de Lula, Gerardo Alckmin, del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, de Joses Serra, elegido gobernador de S?o Paulo, y de A¨¦cio Neves, reelegido como gobernador de Minas, una estrella pol¨ªtica en ascenso y nieto de un ex presidente.
A?¨¢dase a esto que los partidos brasile?os est¨¢n tradicionalmente poco estructurados, siendo frecuentes que los pol¨ªticos cambien de partido por simples razones de conveniencia personal, y sin que de ello se derive sanci¨®n alguna. Al lado de los dos partidos ya citados est¨¢ tambi¨¦n el viejo PMDB -que fue un baluarte contra la dictadura militar-, fundado por el gran dem¨®crata Ulysses Guimar?es (ya fallecido) y liderado hoy por el ex presidente Joses Sarney, quien adem¨¢s de un pol¨ªtico con amplia experiencia es un gran escritor. Y el PFL, "el partido olig¨¢rquico de la derecha" (como lo llama Tarso Genro), presidido por Ant¨®nio Carlos Magalh?es, el jefe tradicional de Bah¨ªa, quien no consigui¨® esta vez que resultara elegido su candidato. All¨ª el vencedor fue Jacques Wagner, un pol¨ªtico en alza, del PT. Curiosamente, en Pernambuco, el gobernador elegido, Eduardo Campos, pertenece al PSB (Partido Socialista) y es nieto de Miguel Arraes, hist¨®rico protagonista de la resistencia contra la dictadura militar.
Al ser Brasil una Rep¨²blica federal con 27 Estados, incluido el Distrito Federal, la elecci¨®n de los gobernadores resulta de capital importancia. La unidad de ese enorme pa¨ªs, de 187 millones de seres humanos, reside en la lengua portuguesa y en el sutil juego de relaciones entre los gobernadores de los Estados y el presidente de la Rep¨²blica. Lula, a pesar de tener un partido que sale debilitado de las elecciones, cuenta ahora con el apoyo de 17 gobernadores (elegidos en diferentes partidos), mientras que hay otros 10 que le son m¨¢s o menos reticentes. La solidez de su futuro gobierno pasa por ah¨ª y por las negociaciones -que han comenzado ya- con los partidos y los diputados y senadores de las dos C¨¢maras: la de los Representantes, con 513 diputados, y el Senado, de 81 miembros.
Contando con el proverbial jeito, el estro brasile?o, que les hace maestros en el arte del compromiso (tanto para establecer acuerdos como para romperlos, n¨®tese bien), no creo que Lula da Silva vaya a tener grandes dificultades en el primer a?o de su nuevo mandato. Tiene elementos a su favor: un contexto iberoamericano en imparable transformaci¨®n (que le ser¨¢ positivo, incluso por parte de los pa¨ªses considerados populistas y radicales) y una coyuntura pol¨ªtica y econ¨®mica internacional que no tiene por qu¨¦ serle excesivamente hostil. Todo depende, por supuesto, de las pol¨ªticas que procure desarrollar. Y ante todo que consiga -tarea no imposible- pasar por la estrecha senda de compatibilizar las pol¨ªticas sociales en las que ha de insistir con una gesti¨®n financiera de cierto rigor, para no desencadenar las furias ortodoxas de Banco Mundial, del FMI y de la Organizaci¨®n Mundial de Comercio, furias para las que los vientos parecen hoy menos favorables.
Las cosas son las que son y los cambios van teniendo lugar, incluso los que a algunos les parec¨ªan imposibles.
M¨¢rio Soares es ex presidente y ex primer ministro de Portugal. Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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