Chamart¨ªn ya sabe c¨®mo pierde Capello
El Madrid, de nuevo muy plomizo, cae ante el Celta y el t¨¦cnico italiano se estrella en casa por primera vez
Tan poco f¨²tbol tiene el Madrid que a veces ni le alcanza para ganar cuando lo merece. Frente a un Celta de plastilina, el equipo de Capello fue tan plomizo como de costumbre pero nunca estuvo por debajo de su rival. Sin vistosida alguna, el Madrid s¨ª jug¨® con una marcha m¨¢s que el Celta y esta vez el t¨¦cnico italiano prob¨® varias recetas, pero no le dio resultado. Y cuando se le tuerce el marcador el entrenador italiano se queda sin discurso, sin coartada para sostener su apuesta por el f¨²tbol de pico y pala. Contra el cuadro gallego envid¨® con Ronaldo, luego con el brasile?o y Van Nistelrooy, y m¨¢s tarde con el holand¨¦s y Ra¨²l; arranc¨® con Emerson y Diarra, hasta que les divorci¨® y Guti cop¨® el sitio del africano; por las orillas se sucedieron Robinho, Ra¨²l, Reyes y Beckham... Nada le funcion¨® al Madrid, cuya ¨²nica mejor¨ªa respecto a cursos anteriores est¨¢ en el juego a¨¦reo, suerte en la que es un equipo muy da?ino.
REAL MADRID 1 - CELTA 2
Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Helguera,Cannavaro, Roberto Carlos; Emerson, Diarra (Reyes, m. 46); Ra¨²l, Guti, Robinho (Van Nistelrooy, m. 46); y Ronaldo (Beckham, m. 65). No utilizados: Diego L¨®pez; Pav¨®n, Ra¨²l Bravo y Mej¨ªa.
Celta: Pinto; ?ngel, Lequi, Contreras, Placente; Oubi?a, Iriney; N¨²?ez (Tamas, m. 90), Canobbio (Jorge, m. 74), Nen¨¦ (Jonathan, m. 80); y Baiano. No utilizados: Esteban; Vila, Guayre, Larena y Perera.
Goles: 0-1. M. 35. Nen¨¦, a pase de Canobbio. 1-1. M. 43. Emerson remata de cabeza un c¨®rner lanzado por Ra¨²l. 1-2. M. 82. Jorge supera a Casillas con un tiro cruzado.
?rbitro: Miguel Angel P¨¦rez Lasa. Ense?¨® cartulina amarilla a Guti, Diarra, Reyes, Oubi?a y Nen¨¦.
Unos 75.000 espectadores en el Santiago Bernab¨¦u.
M¨¢s all¨¢ de los vuelos de Sergio Ramos, Helguera y Emerson en el ¨¢rea celti?a, el ¨²nico rastro ofensivo del Madrid fue Ronaldo, que de vuelta a la titularidad dej¨® su huella con tres remates crudos que destemplaron a Pinto. Nadie le mejor¨®. Ni antes ni despu¨¦s de que Capello le hiciera regresar al banquillo a la hora de partido. Con dieta o sin ella, Ronaldo sigue por encima del resto. Su presencia atemoriza a cualquier rival y a¨²n conserva la potencia suficiente para resultar imparable en determinadas jugadas.
El Madrid domestica tan poco el juego que supedita su destino a los peque?os detalles que se dan en cada partido. Por su n¨®mina de futbolistas resulta probable que haga bingo en m¨¢s de una ocasi¨®n. As¨ª, si el asunto se empantana, Capello hace girar la ruleta y da vidilla, uno tras otro, a sus delanteros. Pero hay d¨ªas, como el de ayer, en los que el Madrid prueba su p¨®cima y dos lances puntuales le condenan al fracaso: un error juvenil de Emerson al cerrar un c¨®rner favorable y un regate de Reyes en la zona prohibida para cualquier torer¨ªa. Del primer patinazo se aprovech¨® Nen¨¦, del segundo, Jorge. El Celta, que se hab¨ªa mostrado como un equipo paliducho, de aire cansino, de repente se vio en el trono. Excesivamente mimoso con la pelota, tanto en defensa como en ataque, al conjunto de Fernando V¨¢zquez le falt¨® vigor, algo de chicha en todas las zonas del campo. Justo lo que le sobra al Madrid, al que -exceptuada la estaci¨®n de Getafe-, no se le puede negar su tajo. Su problema es futbol¨ªstico y es profundo. No gobierna los encuentros porque le falta vocaci¨®n con la pelota, que en los pies de Diarra transita como por un paisaje lunar, dando tumbos hasta que aparece Guti y se enciende la luz. Al equipo tampoco le da salida cegar una banda con Ra¨²l, que jam¨¢s tuvo un desborde largo, ni siquiera en su ¨¦poca juvenil. La orilla del capit¨¢n es asunto de Sergio Ramos, convertido por exigencia capellista en un maratoniano de primera. Hasta que el cuerpo aguante.
Con ese desapego por el control del partido, el Madrid se deshilacha, sus l¨ªneas se separan y todos se ven obligados a multiplicar su esfuerzo f¨ªsico por la pradera. Incluso si el contrario, caso del Celta, se despliega de puntillas, con toda la parsimonia del mundo. Incluso si el rival, caso del Celta, tambi¨¦n regala un gol, como el cabezazo que todos los muchachos de V¨¢zquez concedieron a Emerson en el empate madridista. El brasile?o, que se debe sentir desairado por una hinchada a la que ha dado muchos motivos de desconfianza, se puso gallito y se empecin¨® en no celebrar el gol, pese al corrillo de sus compa?eros. Un gesto revelador: el pretoriano de Capello se siente a gusto con lo hecho hasta ahora esta temporada. No se espera que ¨¦l y su t¨¦cnico descorchen un f¨²tbol de la mejor cepa, pero s¨ª al menos alguna chispa que otra. Y resultados. Sobre todo, resultados. Sin ellos no queda justificaci¨®n posible. Que a estas alturas un equipo de Capello sume tres derrotas oficiales resulta sospechoso. Y que pierda en Chamart¨ªn resulta m¨¢s que dudoso. A Capello jam¨¢s le hab¨ªa sucedido, ni ahora ni hace una d¨¦cada. Motivo suficiente para la reflexi¨®n, una vez superados los cincuenta d¨ªas de plazo reclamados por el t¨¦cnico y tras desaprovechar la oportunidad de igualar al Bar?a en la clasificaci¨®n. Con lo que ello habr¨ªa supuesto para la parroquia, que no encuentra consuelo en el c¨¦sped ni en la clasificaci¨®n.
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