El regreso del PP
Nunca se sabe c¨®mo acertar, ni c¨®mo favorecer las propias pretensiones. Sabemos que los columnistas andan siempre prescribiendo qu¨¦ deben hacer los l¨ªderes pol¨ªticos y que, a su vez, los l¨ªderes pol¨ªticos parecen siempre dispuestos a se?alar c¨®mo deber¨ªan informar los medios de comunicaci¨®n. Ahora se dir¨ªa que cambia de direcci¨®n el viento dominante en el PP, pero cabe el peligro de que esa tendencia favorable quede bloqueada por el mero hecho de registrarla en espacios como ¨¦ste. Fue una desgracia que a partir del 14 de marzo de 2004 el PP se instalara en la misma convicci¨®n que invade a los equipos de f¨²tbol cuando sucumben a la obsesi¨®n de que les han robado el partido. Desde entonces, sin alterar una alineaci¨®n a base de Zaplanas y de Acebes, todo el esfuerzo del PP se ha cifrado en invertir aquel marcador del 14-M para transformar en victoria aquella derrota inapelable. El empe?o de estos dos a?os y medio se ha centrado en ganar las elecciones pasadas, como si fueran reversibles, sin atender para nada a la verdadera oportunidad que es la de triunfar en los comicios que deber¨¢n convocarse para 2008. Como los guerreros de Xian, inm¨®viles por miles en sus figuras de terracota, los responsables del PP miraban para atr¨¢s al un¨ªsono para sentirse v¨ªctimas y quedar convertidos en estatuas de sal. Compon¨ªan un admirable conjunto de pueri cantores, dirigidos con mando a distancia desde la FAES por Aznar, para interpretar la partitura anticipada en las p¨¢ginas del diario del mundo mundial al que tanto debemos, as¨ª en la tierra como en el cielo de las benditas antenas episcopales.
En el principio fue Pedro Arriola con su absurdo dictamen del 11-M, seg¨²n el cual si la autor¨ªa de la masacre figuraba a cargo de ETA, los comicios a celebrar 72 horas despu¨¦s, el 14-M, tendr¨ªan por ganador al PP entonces gobernante, mientras que si antes de llegar a las urnas los electores llegaban a saber que los terroristas proced¨ªan del radicalismo islamista a lo Ben Laden, la victoria de las urnas caer¨ªa del lado del socialista Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Pero los datos afloraron ya en aquellas primeras horas de manera incontenible y dejaron al descubierto los esfuerzos tergiversadores de Acebes y Zaplana, empe?ados como estaban en apostar con ah¨ªnco sobre la culpabilidad de la banda etarra. La hip¨®tesis Arriola sigue sin sernos explicada, primero, porque el reflejo p¨²blico en caso de masacre es siempre el de buscar refugio en quien gobierna con independencia de la coloraci¨®n de los terroristas, y segundo, porque tras tanto alarde sobre los ¨¦xitos en la lucha contra ETA arrojar en su haber 200 muertos hubiera venido a desmentir la pregonada eficacia del Gobierno.
El caso es que, como esas figuras gal¨¢cticas del balompi¨¦ cuando ofrecen un recital prodigioso en combinaciones fulgurantes del tuya-m¨ªa, tuya-m¨ªa, los periodistas antes aludidos ten¨ªan hipnotizada a la afici¨®n de lectores y oyentes con un bel¨¦n a base de Trashorras, Manol¨®n, Zouhier, la mafia asturiana de la dinamita, la Kangoo, el ¨¢cido b¨®rico y otras sudoraciones m¨¢s o menos explosivas, sin que los datos del sumario, por muy contradictorios que fuesen, sirvieran para otra cosa que para ser considerados como nuevas pruebas m¨¢s a su favor. Con habilidad probada, el t¨¢ndem se apropi¨® del grito del "queremos saber" que los manifestantes hab¨ªan arrojado a Aznar a la cara y estigmatiz¨® a todos los que se resistieron a seguirles por la senda de la tergiversaci¨®n.
Proclamaron el delenda est Abc cuando detectaron falta de ardor guerrero y de seguimiento a las consignas impartidas con car¨¢cter obligatorio. Blindaron la piscina prob¨¢tica frente a los asaltos de los insaciables promotores del GAL que no perdonan a los patriotas. Y tildaron de maricomplejines a quienes se desviaron de la recta v¨ªa, ya se llamaran Rajoy, Piqu¨¦ o Arenas, en medio del entusiasmo indisimulado de otro sector de la dirigencia pepera. Pero, en ¨¦stas, lleg¨® el Comandante y mand¨® parar. Se dir¨ªa que despu¨¦s de dos a?os y medio de permanecer encaramado en el monte del maximalismo irredento, el PP inicia el regreso a la racionalidad. Sin duda un buen terreno para disputar las elecciones al PSOE de manera veros¨ªmil. Atentos.
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