Cambios clim¨¢ticos
La percepci¨®n del riesgo es dif¨ªcil de evaluar. Como la amistad, el amor y la memoria. Algunos recuerdan ahora que hace tres a?os sab¨ªan exactamente lo que pasar¨ªa hoy en Irak. Son fant¨¢sticos. Han ayudado a que sucediera aquello de lo que se vanaglorian. Afectar¨¢ tambi¨¦n a sus hijos. Quiz¨¢s ahora mirando atr¨¢s haya alguno con el coraje moral de pensar que con una actitud occidental global distinta hoy Irak ser¨ªa otra cosa. Pero la tragedia de Irak tiene un culpable claro y, por tanto, tampoco preocupa en general, sufra quien sufra. Da la raz¨®n.
"El cambio clim¨¢tico ha provocado ya m¨¢s v¨ªctimas que el terrorismo internacional y su potencial de destrucci¨®n es tambi¨¦n muy superior", dice Zapatero. Manuel Rivas, escritor gallego, se tortura a¨²n m¨¢s: "?C¨®mo escribir poes¨ªa despu¨¦s de Auschwitz?", parafrasea a Celan y Adorno, a Arendt y a Amery, para a?adir de inmediato, "despu¨¦s del Prestige, ?c¨®mo mirar el mar y no ver su dolor". Nadie se averg¨¹enza ya ante comparaciones obscenas. Nuestros pr¨ªncipes de la pol¨ªtica y las letras -tan osados- no temen ya por las cuitas de familiares de los muertos de luchas razonables. Temen mareas, calores o sofocos. Son graves las amenazas que las pr¨®ximas generaciones han de afrontar. Pero es un poco duro que la v¨ªctima del terrorista sea equiparada al ahogado en la riada. Y lo es m¨¢s que el lamento por la p¨¦rdida de n¨¦coras y percebes se evoque a un tiempo con el luto infinito por el desfile de un pueblo hacia las c¨¢maras de gas construidas por ideas nacionalistas muy europeas e ideolog¨ªas de experimentaci¨®n social muy actuales.
"?Por qu¨¦ conmemorar la muerte de 10 millones de soldados entre 1914 y 1918 si en cien a?os de accidentes de tr¨¢fico entre 1898 y 1998 han muerto veinte millones, y m¨¢s de treinta millones murieron durante la pandemia de gripe de 1918-1919?". As¨ª comienza la introducci¨®n del gran libro de David Stevenson Cataclismo, la I Guerra Mundial como tragedia pol¨ªtica. Y expone razones de peso. "Gener¨® experiencias terror¨ªficas a los combatientes y una movilizaci¨®n sin precedentes en sus frentes internos" y "oblig¨® a la creaci¨®n de mecanismos sociales para afrontar la muerte, la mutilaci¨®n y la aflicci¨®n en masa". Pero sobre todo "fue un cataclismo de tipo especial, una cat¨¢strofe provocada por el hombre por medio de actos pol¨ªticos (...)". Esta diferencia entre la I Guerra Mundial y la gripe espa?ola no parece entenderla Zapatero cuando minimiza el fen¨®meno del terrorismo ante el hipot¨¦tico Armaged¨®n con que amenaza el calentamiento del planeta.
Hoy, aniversario de la Revoluci¨®n Sovi¨¦tica, hay elecciones en EE UU, donde un Bush tan incapaz como demonizado ha servido a otros para erigirse en supuestos jinetes de la raz¨®n frente a una cat¨¢strofe que por desgracia auspiciaron desde un principio como m¨¢xima conveniencia. Pero el cataclismo contin¨²a. Las v¨ªctimas del terrorismo tienen nombres y patria y, tambi¨¦n en Irak, son mucho m¨¢s cuantificables que las del cambio clim¨¢tico. Tienen calidad distinta, como dice Stevenson. La humanidad puede sufrir muchos avatares. Hasta su propia extinci¨®n si no tienen consciencia ante las amenazas. Pero quiz¨¢s algunos piensen que peor a¨²n que esa opci¨®n es la que nos quiere confundir a jud¨ªos y percebes, a humanos con moluscos. Mejor compa?¨ªa entonces aquellos que no tuvieran la suerte de elegir. Si no hay defensa ante tan abominable malentendido, preferible la cat¨¢strofe clim¨¢tica.
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