Mi colegio
En la portada de un libro que puede verse ahora en las librer¨ªas aparece la fachada neog¨®tica del colegio del Pilar en el lado que da a la calle de Ayala. Se trata de uno de los edificios m¨¢s llamativos del barrio de Salamanca, y en esa portada, bajo un cielo gris¨¢ceo de tormenta, cobra parecido con un internado ingl¨¦s. Por encima del colegio y de las nubes se recorta la fotograf¨ªa de un ni?o con rostro de querube y entre el edificio y la criatura est¨¢ impreso el nombre del autor y el t¨ªtulo del libro: Mi colegio (Pen¨ªnsula). Se deduce con prontitud que se trata de una obra sobre este centro docente de ¨¦lite por el que han pasado a lo largo de un siglo personas relevantes de la vida social y pol¨ªtica madrile?a, de muy distintos caracteres e ideolog¨ªas, pero de casi id¨¦nticos or¨ªgenes de familias acomodadas, aunque tambi¨¦n diversas.
El t¨ªtulo anuncia un punto de vista: el de un antiguo alumno del colegio. Y desde esa evidencia es f¨¢cil advertir otra: que la foto del ni?o de la portada sea el retrato infantil del autor. Que el autor se llame Luis Antonio de Villena no sorprender¨¢ a quienes estudiaran bachillerato con ¨¦l en las aulas del Pilar en los a?os sesenta ni a los otros alumnos de entonces que le leyeran en la revista del colegio, graciosamente titulada Soy pilarista. Es m¨¢s: a quienes, despu¨¦s de haber abandonado el colegio, siguieran la trayectoria literaria de este poeta, narrador y ensayista no tendr¨ªa que extra?arles que el prol¨ªfico Villena halle tiempo entre sus tareas para dedicar a su colegio una obra espec¨ªfica. Y los que lo hayan seguido con m¨¢s atenci¨®n y sepan del acertado tono que logra en el g¨¦nero memorialista seguramente habr¨¢n celebrado de inicio que en el a?o del centenario del colegio, que se aprestan a celebrar, aporte ¨¦l su obra a la historia del pilarismo. Luego, si en lugar de irse a la contraportada para comprobar el verdadero sentido del libro, abren las primeras p¨¢ginas y se encuentran con la imagen del siervo de Dios, Guillermo Jos¨¦ Chaminade, fundador de los marianistas, que es la congregaci¨®n religiosa que regenta el colegio, pueden llegar a pensar que se trata de un verdadero homenaje de Luis Antonio de Villena al colegio en el que hizo casi todo su bachillerato.
Pero Mi colegio no podr¨ªa ser uno de esos recordatorios del Pilar que se le piden ahora a sus antiguos alumnos por Internet para celebrar el centenario, y no ya por extenso, que tambi¨¦n, sino porque en la propia introducci¨®n del libro ya cuenta el autor c¨®mo repudi¨® un Te Deum con festejo fraterno en un aniversario de su promoci¨®n, por rechazo al Te Deum, al festejo, a la, para ¨¦l falsa, fraternidad pilarista y al colegio al que se jur¨® no volver. Mi colegio es un aut¨¦ntico ajuste de cuentas de un ni?o acosado en la Espa?a nacional-cat¨®lica en el que se describe con dureza la crueldad del alumnado, el ambiente machista de sus aulas, el severo sistema educativo y los comportamientos de la sociedad de la ¨¦poca que llevaba a sus hijos a aquel colegio. Curiosamente, a los cuervos, que es como dice Villena que llamaban los chicos a los religiosos marianistas, los trata el autor con mayor indulgencia que a sus compa?eros de pupitre, y m¨¢s considerado es en general con el profesorado laico. Pero adem¨¢s de recordarnos que el acoso escolar es viejo, y que lo nuevo es nuestro marco social, con distinta ideolog¨ªa predominante y las nuevas tecnolog¨ªas a su servicio, Mi colegio es la historia del drama personal de un ni?o distinto, un homosexual en las aulas piadosas de los a?os sesenta, escrito con desgarro y sin compasi¨®n. Est¨¢ el mejor Villena memorialista en la descripci¨®n, pero se impone el alegato, casi panfleto deliberado, insistente declaraci¨®n de principios, que presenta al colegio del Pilar como un espacio real de la educaci¨®n franquista, sin dejar por ello de introducir matices favorables al centro, ni escatimar el reconocimiento a la calidad de su ense?anza, aunque sin permitirse ninguna debilidad, cualquier impostura o renunciar a la expresi¨®n de la rabia, incluso de la venganza, para pegar el bofet¨®n especialmente a sus colegas. El colegio del Pilar es el espacio real de una experiencia dolorosa, la suya, rica en anecdotario, pero el drama humano que encierra el libro trasciende las paredes del colegio y lo convierte en el escenario de una Espa?a funesta, cutre, rid¨ªcula y maligna.
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