Civilizar la costa catalana
El Departamento de Pol¨ªtica Territorial de la Generalitat acaba de publicar esplendorosamente, en un volumen de casi 400 p¨¢ginas, el Pla director urban¨ªstic del sistema costaner, despu¨¦s de un denso proceso de informaci¨®n p¨²blica, desde que sus dos fases fuesen aprobadas en mayo y en diciembre de 2005. Recordamos en este proceso una exposici¨®n en el Colegio de Arquitectos que hubiera tenido que merecer mayor atenci¨®n, incluso entre los profesionales. Ese plan es un documento trascendental para el control de la costa, desde Portbou hasta Alcanar, que acredita la eficacia de un Gobierno de izquierdas y catalanista y que, desgraciadamente, como buena parte de la labor realizada en los ¨²ltimos tres a?os, no ha tenido el protagonismo medi¨¢tico que le corresponder¨ªa, difuminado por tantos ruidos anecd¨®ticos y electoralistas. Se trata del mayor esfuerzo de planificaci¨®n realizado en la Catalu?a democr¨¢tica, que viene a corregir tantos a?os de incuria -y de corrupci¨®n- en el uso abusivo de la faja costera. Es un magn¨ªfico trabajo presidido por el consejero Joaquim Nadal y dirigido por el secretario para la Planificaci¨®n Territorial, Oriol Nel.lo, y el director general de Urbanismo, Joan Llort, que lo iniciaron a los pocos meses de tomar posesi¨®n de sus cargos con la suspensi¨®n, en un ¨¢mbito de 500 metros desde la l¨ªnea de mar, de cualquier tr¨¢mite o licencia que pudiera comportar la ocupaci¨®n de suelos que no dispusieran de una planificaci¨®n definitivamente aprobada.
La situaci¨®n grave en que se encuentra nuestro litoral se puede resumir con los datos siguientes. Como consecuencia de la creciente litoralizaci¨®n poblacional, dos terceras partes de los habitantes de Catalu?a viven en una faja de 20 kil¨®metros a lo largo de la costa y los 75 municipios del litoral (6,9% de la superficie del pa¨ªs) albergan el 45% de la poblaci¨®n, lo cual ha producido una trepidante ocupaci¨®n del suelo. (Las urbanizaciones en la Costa Brava, por ejemplo, entre 1974 y 1993 han aumentado a un ritmo de 300 hect¨¢reas cada a?o, es decir casi una hect¨¢rea diaria), lo cual ha creado unas inmensas conurbaciones cuya continuidad anula la presencia y el uso adecuado del paisaje. A ellas contribuyen, evidentemente, el turismo y las residencias secundarias, las cuales generalmente adoptan tipolog¨ªas arquitect¨®nicas de baja densidad que ocupan mucho suelo: la poblaci¨®n de las costas del Empord¨¤ en los ¨²ltimos 15 a?os ha crecido en 44.893 personas, pero la construcci¨®n se ha incrementado en 49.601 viviendas, de las cuales el 40% son casas unifamiliares aisladas. En los estudios preliminares del plan se exponen todav¨ªa muchos m¨¢s datos que aseguran la enfermedad de todo el territorio.
Si este proceso sigue a esos ritmos, la costa catalana caer¨¢ en una definitiva depauperaci¨®n. Para evitarlo, el plan aprobado propone instrumentos de control severamente justificados con unos profundos an¨¢lisis territoriales, atendiendo todos los objetivos urban¨ªsticos, patrimoniales, ambientales y econ¨®micos, cuatro factores que deben coordinar sus respectivas exigencias si queremos equilibrar el crecimiento y la conservaci¨®n. No se trata de frenar la potencialidad econ¨®mica, sino de encauzarla en t¨¦rminos m¨¢s sostenibles.
El plan establece: "Pr¨¢cticamente, la totalidad de los suelos no urbanizables y buena parte de los urbanizables no delimitados situados en la costa han de quedar definitivamente excluidos del proceso urbanizador. Ese mismo tratamiento se da en los terrenos contiguos, en una franja que oscila entre un m¨ªnimo de 500 metros y un m¨¢ximo aproximado de 2 kil¨®metros y que sean no urbanizables o urbanizables no delimitados. De este modo se consigue asegurar la conectividad entre espacios ya protegidos (como entre el espacio de inter¨¦s natural de la Albera y el Cabo de Creus), evitar la conurbaci¨®n de los n¨²cleos urbanos (como en el Maresme), abrir los espacios protegidos del interior hacia el mar (como en L'Hospitalet de l'Infant) o garantizar la no urbanizaci¨®n de las desembocaduras fluviales (como el delta del Tordera)". En resumen, el plan consigue preservar 23.552 hect¨¢reas en la primera l¨ªnea de costa y en los espacios adyacentes, lo cual "representa una superficie casi equivalente a dos veces y media el t¨¦rmino municipal de la ciudad de Barcelona". Se puede discutir si es suficiente o si hay que ampliar todav¨ªa las restricciones y las cesiones, pero no hay duda de que es un paso trascendental para iniciar la reconversi¨®n del territorio.
El libro que comentamos tiene tanta informaci¨®n que nos permitir¨ªa ahora entrar en la descripci¨®n y el comentario cr¨ªtico de las soluciones propuestas en detalle para cada sector de la costa. Seguramente, encontrar¨ªamos una cierta timidez en el trazado de algunas de ellas, consecuencia de la necesidad de un cierto consenso con unas realidades locales ya demasiado consolidadas a lo largo de los ¨²ltimos 25 a?os y con las perspectivas econ¨®micas del turismo, dif¨ªciles de modificar sustancialmente. Y quiz¨¢ habr¨¢ que complementar las decisiones con referencias formales m¨¢s directas que comprometan incluso la calidad arquitect¨®nica. Pero lo importante es que el instrumento b¨¢sico ya est¨¦ en marcha y que permita sucesivas adaptaciones y complementos si las circunstancias lo favorecen. La circunstancia m¨¢s decisiva es, sin duda, la presencia de un Gobierno de la Generalitat que contin¨²e la obra iniciada por el tripartito, en el sentido de dar prioridad -hasta donde el sistema social y pol¨ªtico lo permita- al inter¨¦s colectivo sobre las especulaciones privadas.
es arquitecto.
Oriol Bohigas
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