Fil¨®sofa, cient¨ªfica, artista
Desde el punto de vista del discurso, de la estructura de la narraci¨®n, de la composici¨®n y la puesta en escena de la danza, me decepcion¨® el espect¨¢culo Nef¨¦s que Pina Bausch trajo al Festival de Oto?o. S¨ª hubo esos hermosos instantes, propios del baile, en que la fugacidad se vuelve virtuosismo, hubo un humor de agradecer, delicados y brillantes solos, pero el conjunto de la obra me dej¨® un regusto a carencia, a reiteraci¨®n, a relato simple, acaso cr¨ªptico, o representaci¨®n pobre de una imagen que se quisiera mayor.
Disfrut¨¦, no obstante, y como siempre que los bailarines son de calidad, viendo bailar, admirando el milagro (no existe: el esfuerzo, la creaci¨®n, el prodigio de la condensaci¨®n de posibilidades, de la m¨¢xima concentraci¨®n) de los cuerpos en danza: la postura in¨¦dita, el ins¨®lito movimiento, el lenguaje carnal, muscular, el deslumbramiento del gesto improbable, la dificultad de la belleza posible. Su morfolog¨ªa. Su ser. Y distraje el tedio y el cansancio producidos por un espect¨¢culo largo y repetitivo advirtiendo los puntos en com¨²n que la articulaci¨®n de la danza contempor¨¢nea tiene con el yoga, cuya pr¨¢ctica se ha puesto de moda a riesgo de frivolizarse, lo que no merma un ¨¢pice el valor de su sabidur¨ªa, su excelencia como disciplina. "El yoga es, como la m¨²sica, el ritmo del cuerpo, la melod¨ªa de la mente, la armon¨ªa del esp¨ªritu, creando la sinfon¨ªa de la vida", describe BKS Iyengar, creador del estilo de yoga que lleva su nombre.
Mientras nuestro Congreso de los Diputados se desga?ita en sucias y espurias luchas, la Puerta del Sol se desloma sobre s¨ª misma forzada por taladros, cercada, destripada, mientras los autobuses bufan, los motores rebufan, braman los cl¨¢xones, chillan las sirenas, se burlan las motos sin silenciador, los transe¨²ntes tropiezan, trastabillan, zigzaguean, basculan, vacilan, se tambalean, son un titubeo, empujan, cabecean, se tuercen, se retuercen, se contraen, contrariados, contrarios, mientras los ¨¢rboles expiran y los p¨¢jaros se infectan, a cinco pisos del asfalto de la misma Carrera de San Jer¨®nimo un grupo de yoguis y yoguinis del Centro de Yoga Iyengar Madrid-Sol se concentra en el m¨¢s m¨ªnimo detalle de la postura y el movimiento de su cuerpo. Con los pies bien plantados en el suelo (?abrid al m¨¢ximo las plantas, ensanchad el arco de apoyo que dibujan los dedos, firmes los talones, compensados al l¨ªmite los bordes, sin forzar los tobillos, sostenidos por la potencia de las piernas, esas r¨®tulas siempre arriba, arriba, siempre en l¨ªnea con el empeine, los cu¨¢driceps fuerte hacia atr¨¢s, fuerte, el coxis hacia dentro!) no deben perder un instante la atenci¨®n si quieren mantener el equilibrio.
Cada una de las partes es imprescindible, indisociable del todo que es su cuerpo (?los hombros atr¨¢s, el pecho fuera, arriba los dorsales, abajo esos trapecios, la nuca recta, la cabeza alta, en l¨ªnea con la columna, los ojos abiertos al frente, los p¨¢rpados relajados, la frente ancha, los labios flojos, reposada la lengua, los brazos estirados al m¨¢ximo, al m¨¢ximo, como si salieran del centro mismo del estern¨®n, las manos lejos, lejos, la punta de los dedos buscando el infinito, ese coxis adentro, se han ca¨ªdo las r¨®tulas, arriba, arriba, abiertas, bien abiertas las plantas de los pies!). Como una Pina Bausch estricta y cargada de humor, la maestra Mar¨ªa ?ngeles (hay otros, ella es la m¨ªa) explica, demuestra, insiste, exige. Sabe que la dificultad de esa minuciosa concentraci¨®n, la consecuci¨®n de la postura f¨ªsica perfecta, es indisociable de un ejercicio mental igualmente dif¨ªcil pero profundamente beneficioso para el desarrollo de la inteligencia y del esp¨ªritu: la uni¨®n al fin y en calma del cuerpo y de la mente, equilibrados en una suerte de meditaci¨®n activa, libres de la traici¨®n del pensamiento y de la desestabilizaci¨®n del entorno, due?os (valga la inexacta, ajena expresi¨®n) del espacio vac¨ªo e infinito que todos, en todo, siendo todo, somos.
"Cuando practico, soy un fil¨®sofo; cuando ense?o, un cient¨ªfico; cuando hago una exhibici¨®n, soy un artista", dice Iyengar. A veces me imagino Madrid haciendo yoga. Me refiero a todo, a la ciudad misma: los edificios, las aceras, los coches, las tuneladoras, las antenas, las tiendas, los andamios, las fuentes, los ¨¢rboles, los p¨¢jaros, los sem¨¢foros, los peatones, los ancianos, los ni?os, los pol¨ªticos.
La imagino buscando el ritmo, la melod¨ªa, la armon¨ªa, creando la urbana sinfon¨ªa de su vida. Concentrada en la postura perfecta. Aspirando a ese equilibrio, a esa inteligencia. Combinando cuerpo y mente para ser esp¨ªritu. Fil¨®sofa, cient¨ªfica, artista, due?a en calma de su espacio vac¨ªo e infinito.
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