Prodigio a ratos

En su Libro de los prodigios, Julio Obsecuente reuni¨® algunos sucesos narrados por Tito Livio que pod¨ªan considerarse extraordinarios y sobrenaturales, como la aparici¨®n simult¨¢nea de tres lunas en el firmamento, casos de vacas habladoras o una lluvia de chuletones. Eran otros tiempos. Hoy lo prodigioso no se relaciona con esta clase de fen¨®menos, o al menos eso puede deducirse de En tiempo de prodigios, la ¨²ltima novela de la escritora y periodista gallega Marta Rivera de la Cruz (1970), ganadora en 1998 del Ateneo Joven de Sevilla con Que veinte a?os no es nada.

En tiempo de prodigios es

la historia de un encuentro. Cecilia, la narradora, entrelaza una eleg¨ªa f¨²nebre por la muerte de su madre con la biograf¨ªa de Silvio, un anciano escritor de novelas policiacas. El encuentro entre ellos se produce cuando una amiga ausente le pide a Cecilia que pase de vez en cuando a ver a su abuelo Silvio. Ella visitar¨¢ al anciano y poco a poco ir¨¢ surgiendo entre los dos ese afecto que invita a las confidencias.

El relato de Silvio, un nuevo intento espa?ol de apuntarse a lo que los estadounidenses llaman con crudeza la industria del holocausto -shoah business, por homofon¨ªa con show business-, sostiene todo el edificio de la novela. La eleg¨ªa f¨²nebre de Cecilia, sin embargo, no va m¨¢s all¨¢ de un lamento constante que, aunque puede ser ¨²til para que la narradora negocie el duelo, no encierra conflicto ni aporta mucho a la intriga, y llegado un punto carece de inter¨¦s novelesco. Las prolijas reflexiones sobre la p¨¦rdida y el dolor, las historias de las amigas de la narradora y algunas digresiones filos¨®ficas de poco calado -y extensi¨®n considerable- sirven para que brille todav¨ªa m¨¢s la biograf¨ªa de Silvio.

Y aqu¨ª entra lo prodigioso:

acabada la Segunda Guerra Mundial, este joven espa?ol trabaj¨® para los servicios secretos estadounidenses infiltr¨¢ndose en las redes de apoyo a los criminales de guerra nazis que buscaban refugio fuera de Europa. Es decir, fue un cazanazis. A mi juicio, el planteamiento moral del libro no puede ser m¨¢s cuestionable. Los elogios de la venganza, los argumentos que avalan la perpetuaci¨®n de la culpa y ensalzan el victimismo, no le elevan el esp¨ªritu a nadie. Al contrario, dejan un poso de amargor. Pero no cabe subestimar el poder de la buena literatura para hacernos comulgar con ruedas de molino, y la biograf¨ªa de Silvio lo logra porque es una historia conmovedora, narrada en un lenguaje fluido, con buen sentido del ritmo y mejor a¨²n de la intriga (en algunos momentos cervantina). En conjunto no se tratar¨¢ de un prodigio, pero en buena parte s¨ª es un ¨¦xito.