En estado de guerra permanente
El jefe de la polic¨ªa napolitana explica las claves de la lucha contra los clanes camorristas
N¨¢poles es una ciudad hecha pedazos. Como un rompecabezas con decenas y decenas de piezas que siempre cambian y nunca encajan: los territorios de los clanes camorristas y de sus fr¨¢giles alianzas. Es por esas grietas abiertas en su mapa por donde se cuela la sangre que mancha la ciudad. "Tan s¨®lo en la ciudad de N¨¢poles hay 34 clanes activos; si se a?ade la provincia, se llega a 71. Una fragmentaci¨®n del territorio impresionante", cuenta Oscar Fioriolli, jefe de la polic¨ªa de N¨¢poles, ciudad de un mill¨®n de habitantes, en una entrevista telef¨®nica.
Esa fragmentaci¨®n produce inestabilidad, violencias c¨ªclicas por el control de los barrios. "En N¨¢poles todo es complicado, fr¨¢gil, cambiante. Las alianzas de los clanes se hacen y deshacen de la noche a la ma?ana. Eso crea turbulencias constantes", explica Fioriolli. Un cambio de alianza, una se?al de debilidad de una facci¨®n, una detenci¨®n importante que abre un hueco... Muchos elementos pueden desencadenar los apetitos. "Una sola plaza [punto de venta de droga en la calle] vale 50.000 euros diarios", a?ade.
"Los jefes de la Camorra van a los bares para hacerse ver, mostrar fuerza y obtener respeto"
"Hay barriadas enteras y desesperadas que son cantera inagotable de la criminalidad"
"S¨®lo en N¨¢poles capital hay activos 34 clanes. Si se a?ade la provincia, se llega a 71", dice Fioriolli
La falta de un clan hegem¨®nico y la ausencia de jerarqu¨ªas definidas producen un caos en el que toman cada vez m¨¢s protagonismo las nuevas generaciones. "Bandas de j¨®venes, a menudo menores, act¨²an criminalmente para afirmar su posici¨®n, hacer ostentaci¨®n de su fuerza y adquirir un estatus que les permita entrar o asociarse con clanes con un mayor poder contractual", observa Fioriolli. Eso hace que proliferen los atracos y la sensaci¨®n de inseguridad, con la bendici¨®n de los clanes.
"Ese elemento ilustra la gran diferencia entre la Camorra y la Mafia siciliana", comenta Fioriolli, que fue jefe de la polic¨ªa de Palermo a finales de los a?os noventa. "La Mafia quiere silencio, calma y sombra. La jerarqu¨ªa es clara y respetada, y no quiere criminalidad ordinaria para no llamar la atenci¨®n y poder dedicarse tranquilamente a los negocios serios". Incluso ahora, con la c¨²pula descabezada por la detenci¨®n del capo Bernardo Provenzano, no hay ajustes de cuentas, des¨®rdenes.
"En N¨¢poles ocurre todo lo contrario", dice el polic¨ªa. "Los clanes se matan y permiten peque?os robos y atracos de los grup¨²sculos, ya que luego cobran una parte de lo robado. Los jefes salen, van a los bares para hacerse ver, para mostrar fuerza y seguridad, y obtener respeto. Todo el mundo, en los barrios de N¨¢poles, sabe qui¨¦n manda y d¨®nde".
Eso no significa que todos los clanes napolitanos sean homog¨¦neos en cuanto a estructura y actividades. "En el centro de la ciudad, la red es horizontal, y los grupos se dedican principalmente a la extorsi¨®n. En la periferia, en cambio, tienen una estructura piramidal, m¨¢s comercio de droga y mayor diversificaci¨®n econ¨®mica", apunta el jefe de polic¨ªa.
Son sobre todo estos ¨²ltimos los que invierten y blanquean capitales en medio mundo. Y en Espa?a, con especial inter¨¦s. "Espa?a es un punto fuerte de atenci¨®n, porque es un lugar importante de tr¨¢nsito de la droga". ?stos tambi¨¦n son los clanes que mayor capacidad de infiltraci¨®n tienen en la Administraci¨®n. La de N¨¢poles es la regi¨®n italiana en la que se han disuelto m¨¢s ayuntamientos por infiltraci¨®n mafiosa: unos 70 desde el a?o 1991.
?se es el escenario de fondo. Es conocido. Pero entre saber y derrotar hay una gran distancia. "Desde principios de a?o hemos practicado unas 9.400 detenciones. El problema es que el 70% sale enseguida a la calle. Podr¨ªamos arrestar ahora mismo a otras 5.000 personas con las pruebas que hemos acumulado. Pero la autoridad judicial no da abasto para contrastar ese material, y se crea un embudo", dice Fioriolli.
El d¨¦ficit p¨²blico cr¨®nico que padece Italia lleva consigo que las oposiciones para las administraciones p¨²blicas salgan con cuentagotas. El verdadero drama, coinciden todos, es que incluso solucionar esa deficiencia no ser¨ªa un avance decisivo. Hay barriadas enteras y desesperadas que son canteras inagotables para la criminalidad. "Ver el problema s¨®lo en clave policial ser¨ªa restrictivo", dijo el primer ministro, Romano Prodi, la semana pasada durante su visita a la ciudad. De momento, sin embargo, la respuesta de su Gobierno a la sangre corrida en estos d¨ªas ha sido el env¨ªo de unos 1.000 agentes m¨¢s en la zona, donde ya operan 13.000.
?ste es el panorama. Y no es ninguna emergencia. "N¨¢poles no vive una emergencia, sino una nueva oleada de un fen¨®meno que se repite", dijo el propio Prodi. Parad¨®jicamente, en los primeros 10 meses de 2006 hubo menos muertos por la Camorra que en 2005. De 49 a 57, seg¨²n la polic¨ªa. La provincia de N¨¢poles (tres millones de habitantes) sufri¨® un promedio anual de 110 homicidios en la ¨²ltima decada. M¨¢s del 50% atribuidos a la Camorra. "Datos graves, pero que no est¨¢n subiendo", observa Fioriolli.
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