Rafa Warrior
Es urgente negociar con Rafa Guerrero. Vista su insistencia en participar del espect¨¢culo, probada su disposici¨®n a alterar el desarrollo del partido, se hace imprescindible enviarle una comisi¨®n de mediadores con fiscal, juez, abogado y psic¨®logo para conseguir a la mayor brevedad un pacto de caballeros. Las conversaciones ser¨¢n duras; si nos atenemos a lo sucedido en anteriores incidentes, no bastar¨¢ con hacerle el t¨ªpico corrillo en la acera, ni con recurrir al consabido Rafa, no me jibes. Reclamarle algo en esos t¨¦rminos equivale a presumir de botijo en Talavera.
Habr¨¢ que analizar de nuevo las razones que lo condujeron a vivir colgado de un bander¨ªn. ?Ten¨ªa pretensiones de jefe de estaci¨®n? ?Aspiraba a dirigir el tr¨¢fico en alg¨²n desv¨ªo por obras? ?Es v¨ªctima de alg¨²n golondrino traicionero? ?Le han puesto polvos de pica-pica en la barra del desodorante?
Es evidente que algo grave le sucede en los alerones. A¨²n m¨¢s: si nos atenemos a la dedicaci¨®n m¨ªstica con la que busca, compara y decide, hemos de convenir en que estamos ante un hombre convencido de su misi¨®n redentora. Sus hechuras lo acreditan: serio como un catafalco, con su melena de palmero y sus medias impecablemente alineadas, no ocupa la banda con la disposici¨®n de un simple delegado; se apodera de ella con la autoridad de un corregidor. Todo va bien hasta que el juego entusiasma a los espectadores. Entonces parece sufrir una crisis de nihilismo. ?Qu¨¦ clase de duda bizantina perturba a este ayudante? ?Descompone su vida en fotogramas? ?Ve una luz blanca al final del t¨²nel? ?Pierde visi¨®n perif¨¦rica?
Quienes han investigado su vida de lunes a viernes indican que vestido de largo es un tipo encantador, un silencioso ciudadano sensible hasta la melancol¨ªa. Probablemente estamos ante uno de esos contribuyentes persuadidos de que, salvo ellos, todo el mundo conduce por direcci¨®n prohibida. Por eso es necesario parlamentar con ¨¦l.
En primer lugar los negociadores le propondr¨ªan que cambiara su modesto status de ¨¢rbitro auxiliar por el de animador. Saltar¨ªa al campo mientras los futbolistas hacen ejercicios de calentamiento. Provisto de galones de domador y bander¨ªn de lentejuelas, har¨ªa diversas exhibiciones de antebrazo acompa?adas por alguna pirueta de gimnasia r¨ªtmica. Para niquelarle el ego, el club local le colgar¨ªa una medalla de madera.
Si el plan fracasara, podr¨ªamos buscarle destino en alguno de los portaviones que operan en el Pac¨ªfico Sur. All¨ª le dar¨ªan una gorra, un pito, dos banderolas y barra libre para provocar la tercera guerra mundial.
El holocausto nuclear ser¨ªa inevitable, pero al menos salvar¨ªamos el partido del domingo.
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