Proteger la casa Batll¨®
Una de las mejores obras de Gaud¨ª, objetivo persistente del turismo barcelon¨¦s, es la casa Batll¨® del paseo de Gr¨¤cia. A su propio valor arquitect¨®nico se a?ade el inter¨¦s de formar parte de una de las manzanas m¨¢s c¨¦lebres del Ensanche, un extraordinario monumento del modernismo, en la que, adem¨¢s de la obra de Gaud¨ª, se acumulan en la continuidad de una sola fachada una obra de Dom¨¨nech i Montaner (casa Lle¨® Morera), otra de Puig i Cadafalch (casa Ametller) y otra menos valorable pero muy caracter¨ªstica de Sagnier. Todas ellas forman un famos¨ªsimo paisaje urbano entre las calles de Consell de Cent y Arag¨®, cada una con la rotunda expresi¨®n estil¨ªstica de sus autores, individualizadas y contradictorias hasta tal extremo que se ha conocido popularmente con el nombre de La Manzana de la Discordia.
"Es desalentador comprobar que en Barcelona los intentos de defensa del patrimonio se entretienen en peque?os temas de ordenanza est¨¦tica, mientras que la protecci¨®n de un gran monumento se relega a simples recursos administrativos"
Es una referencia ir¨®nica -caracter¨ªstica de los ambientes ilustrados y bohemios de la ¨¦poca- a la mitol¨®gica discordia originada por la atribuci¨®n de la manzana de oro de la diosa Eris a la mujer m¨¢s hermosa. Paris, influido por Afrodita, la adjudic¨® a Helena, esposa de Melenao. Tras el premio de la manzana vino el rapto y tras el rapto, nada menos que la guerra de Troya. La discordia estil¨ªstica Dom¨¨nech-Puig-Gaud¨ª debi¨® de parecer en su momento tan agresiva como los desastres troyanos que inspiraron tanta literatura cl¨¢sica. Pero hoy esa discordia aparece asumida en una cultura coherente y la manzana se puede leer casi como un cat¨¢logo de las grandes excelencias del modernismo. La fachada de la discordia es hoy uno de los monumentos m¨¢s significativos del Ensanche porque explica la concordia cultural de las grandes individualidades.
Esa unidad no s¨®lo es el punto de unas profundas coincidencias culturales, sino tambi¨¦n de la habilidad, la capacidad profesional, el buen oficio de cada arquitecto en el dise?o de cada fachada. Todas ellas tienen diferentes alturas y se rematan con formas espectaculares y arriesgadas. Pero siempre hay un gesto que da respuesta a los gestos de las casas vecinas, reduciendo las diferencias con detalles de gran maestr¨ªa. Los gestos m¨¢s geniales son seguramente los de Gaud¨ª: la casa Batll¨® complementa sus medianeras con formas y molduras que por un lado recogen la composici¨®n de la casa Ametller y por otro recog¨ªan la de la casa ecl¨¦ctica de la esquina, a pesar de que se trataba de un edificio ecl¨¦ctico y anodino.
Este cuidadoso orden urbano fue aniquilado en la ¨¦poca nefasta del alcalde Porciones, que permiti¨® un aumento de edificaci¨®n en las casas del Ensanche, y destroz¨® con ello todo su sky-line: un desorden volum¨¦trico e incluso una irrespetuosa mutilaci¨®n estil¨ªstica. Se dec¨ªa hip¨®critamente que construyendo unos pisos sobre los existentes se lograr¨ªa un abaratamiento de las nuevas viviendas porque el terreno ya se consideraba amortizado. Naturalmente, los precios finales se ajustaron a todas las posibilidades especulativas que ofrec¨ªa el mercado libre, con lo cual esos "levantes" albergaron las viviendas m¨¢s caras del sector y sus propietarios aumentaron las plusval¨ªas.
Uno de esos b¨¢rbaros levantes afect¨® a la casa de la esquina Arag¨®-paseo de Gr¨¤cia. El arquitecto Soteras -que adem¨¢s era el arquitecto jefe del Ayuntamiento, responsable del decoro arquitect¨®nico de la ciudad- construy¨® cuatro pisos sobre la casa existente sin preocuparse en resolver los problemas de yuxtaposici¨®n con el gran monumento gaudiniano, obturando las vistas y la integridad del magn¨ªfico remate cer¨¢mico de la cubierta e ignorando el gesto que hab¨ªa hecho Gaud¨ª para conjuntar dos arquitecturas diferentes. Durante a?os se ha mantenido en el linde de la casa Batll¨® una especie de oreja p¨¦trea a media altura que Gaud¨ª construy¨® para terminar correctamente la cornisa de la casa de la esquina, una cornisa que ya no existe, consecuencia de la ampliaci¨®n porciol¨ªstica. Y durante a?os han ido apareciendo t¨ªmidas protestas contra esa ignominia urban¨ªstica sin que ninguna autoridad la atendiera.
?ltimamente ha empezado la reforma de la casa de la esquina para su modernizaci¨®n y para mejorar los rendimientos. Parec¨ªa que ¨¦sta ser¨ªa la ocasi¨®n para deshacer el entuerto: que un buen arquitecto responsable har¨ªa un proyecto atendiendo debidamente la protecci¨®n visual de la casa Batll¨® o que el Ayuntamiento no dar¨ªa licencia sin este requerimiento. Pues no ha sucedido ni lo uno ni lo otro. La casa se est¨¢ reformando manteniendo -o ampliando- el volumen edificado, a pesar de que los pisos superiores est¨¢n hoy fuera de las nuevas normativas que intentan corregir en parte los desaguisados de Porciones y Soteras. Es desalentador comprobar que en Barcelona los intentos de defensa del patrimonio se entretienen en peque?os temas de ordenanza est¨¦tica, mientras la protecci¨®n de un gran monumento se relega a simples recursos administrativos.
Me han dicho que algunas entidades benem¨¦ritas han empezado una campa?a ciudadana para forzar al Ayuntamiento a resolver ahora ese viejo problema. Parece que se propone la posible expropiaci¨®n de los cuatro pisos a?adidos y su consecuente derribo para dejar libre y sin interferencias el magn¨ªfico remate de la casa Batll¨®. El tema puede ser dif¨ªcil, pero no me parece exagerado, porque hay algunos precedentes que se han resuelto en t¨¦rminos parecidos. Habr¨¢ que apoyar esas instituciones para que presenten, incluso, un estudio jur¨ªdico y econ¨®mico que acredite la fiabilidad de la operaci¨®n, una operaci¨®n fundamental para el decoro del paseo de Gr¨¤cia y para la cultura arquitect¨®nica. Un signo de que la protecci¨®n monumental puede ser menos anecd¨®tica y m¨¢s categ¨®rica.
Oriol Bohigas es arquitecto
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