Terror en Beirut
El asesinato ayer cerca de Beirut del ministro antisirio Pierre Gemayel, tercera generaci¨®n de una prominente familia pol¨ªtica, encaja precisamente en el macabro rompecabezas que se juega en L¨ªbano y agrava la galopante crisis que enfrenta a la mayor¨ªa gubernamental antisiria con las fuerzas leales a Damasco que encabeza Hezbol¨¢. El joven Gemayel, cristiano maronita y apoyo clave del Gobierno prooccidental de Fuad Siniora, es el tercer pol¨ªtico relevante contrario a los intereses de Damasco asesinado en L¨ªbano desde el atentado que cost¨® la vida al ex primer ministro sun¨ª Rafik Hariri, en febrero de 2005, y cuyos ecos forzaron la retirada militar siria del pa¨ªs de los cedros.
Como eslab¨®n m¨¢s vulnerable de las descomunales presiones que convergen en Oriente Pr¨®ximo, L¨ªbano ha vuelto a convertirse, tras unos a?os de tranquilidad relativa, en campo de batalla entre chi¨ªes y sun¨ªes, que se disputan por delegaci¨®n los restos del min¨²sculo pa¨ªs devastado por la invasi¨®n israel¨ª de este verano. La pugna se libra ahora entre las fuerzas prooccidentales agrupadas tras los herederos pol¨ªticos de Hariri y el oscuro eje sirio-iran¨ª que sostiene a la guerrilla fundamentalista de Hezbol¨¢, glorificada en el mundo ¨¢rabe por su resistencia a las fuerzas jud¨ªas.
Los islamistas de Hezbol¨¢ quieren rentabilizar su mitificaci¨®n a los ojos de muchos libaneses. Por eso han exigido infructuosamente el derecho de veto en las decisiones del Gobierno democr¨¢tico de Beirut. Como han retirado a sus seis ministros chi¨ªes del Gabinete, dej¨¢ndolo al borde del desplome, despu¨¦s de que ¨¦ste decidiera impecablemente, contra los deseos de Damasco, apoyar el tribunal internacional solicitado por la ONU para enjuiciar a los sospechosos prosirios del asesinato de Hariri. O, finalmente, han augurado a los suyos, por boca de su dirigente Has¨¢n Nasral¨¢, que el Gobierno de Siniora tiene los d¨ªas contados. Hezbol¨¢, un partido armado contra las decisiones del Consejo de Seguridad, amenaza con tomar las calles de Beirut para conseguirlo.
En el el¨¦ctrico y derrumbado L¨ªbano de hoy, cuyo precario alto el fuego con Israel apuntalan las fuerzas internacionales, espa?olas entre ellas, el asesinato de Gemayel podr¨ªa convertirse en la chispa de un nuevo conflicto civil sectario, r¨¦plica a escala reducida del que destruye Irak. Las democracias occidentales, con EE UU a la cabeza, deben movilizarse con urgencia para impedir que pueda consumarse por el terror este nuevo asalto contra el Gobierno de Beirut.
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